La locura de la insostenible balanza fiscal norteamericana

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En 2024 EEUU registró un déficit público del 6.4% del PIB, y las estimaciones para los ejercicios venideros de la Administración Trump no bajan del 7% del PIB de media anual. Estos escenarios, además, no contemplan la posibilidad de una nueva recesión a lo largo de los próximos años lo cual, como es de esperar, solo contribuiría a empeorar dichas estimaciones. Sin embargo, e incluso si ninguna nueva recesión se cruza en el camino de EEUU a lo largo de los próximos ejercicios, es difícil pensar como con tales niveles de déficit y una deuda pública que ya supera el 120% del PIB, el gigante norteamericano puede evitar tener algún serio problema presupuestario a lo largo de dicho periodo.

Aunque, si bien es cierto, es muy normal que los gobiernos eviten el impago de deuda a través de impagos parciales por la presión inflacionaria, una recesión severa con dichos niveles de deuda y déficit podrían convertir el impago de deuda pública en un escenario más que posible.

El nuevo One Big Beautiful Bill Act de la Administración de Trump no solo mantiene los recortes de impuestos de su primera legislatura – a la par que amplia muchos de ellos-, sino que además previene la disminución de gasto público relevante, contribuyendo a incrementar el ya mencionado déficit público. Si hay algo que la Administración Trump ha demostrado es que la Curva de Laffer no funciona para ellos, llevando a su política fiscal a ser una auténtica bomba de deuda pública. Muestra de ello es que la Congressional Budget Office (CBO) haya estimado un incremento de la deuda pública de $2.4 trillion a lo largo de los próximos 10 años.

Sin embargo, si hay algo realmente increíble con respecto a todo esto es el poco peso que tiene este tema en el discurso público y, sobre todo, la poca importancia que le dan los ciudadanos norteamericanos a la hora de votar. Desde la Administración Clinton, ningún presidente del gobierno de EEUU ha logrado equilibrar la balanza fiscal, y tanto Republicanos como Demócratas han confiado en la fortaleza de la economía americana y la posición del dólar como divisa de reserva global para disparar por las nubes los niveles de déficit y deuda públicos. Por lo tanto, ante cualquier recesión, la respuesta siempre ha sido una política fiscal contracíclica fuertemente expansiva, que luego nunca ha sido compensada fiscalmente en tiempos de bonanza. En un entorno de tipos cero a nadie le preocupaba el peso de la deuda sobre el PIB.

Si hay algo que ha cambiado desde entonces son los tipos de interés, es decir, el coste de la deuda, siendo los tipos de interés reales del bono a 10 años significativamente mayores a lo que han sido durante los últimos 15 años. La comparación es muy sencilla, ya que entre 2012 y 2021/22 el tipo del bono a 10 años en EEUU rondó cerca del 0%. Hoy, con unos tipos reales mucho más altos y un peso de la deuda de más del 120% del PIB, el coste de cumplir con esa deuda será mucho más doloroso que antes.

Las razones del incremento de los tipos reales -y la posibilidad de que sigan subiendo a futuro- son de sobra conocidas, entre ellas la creciente tensión geopolítica, el incremento del gasto militar a nivel global, una política económica cada vez más populista y la visión de los bancos centrales sobre las dinámicas económicas en el medio plazo. Además, dicho incremento de tipos puede verse exacerbado por la política comercial de Trump, conllevando además una posible pérdida de protagonismo del dólar a nivel mundial (relativa) en favor de China.

Si hay algo que no va a promover un entorno de tipos bajos son las múltiples políticas económicas de Trump (por mucho que a él le gustara poder controlarlos personalmente desde la Fed). La guerra arancelaria, las amenazas de mayores impuestos a la inversión extranjera y la progresiva destrucción del Estado de Derecho americano solo llevarán a una mayor inseguridad económica y unos mayores tipos reales, debido principalmente a una menor entrada de capital extranjero en el país. EEUU depende, por lo tanto, del crecimiento económico.

Mientras este exista podemos confiar en que se mantendrá la independencia de la Fed mientras que, en un escenario de elevada inflación y/o reducido crecimiento económico, podemos estar seguros de que la Administración Trump hará todo lo posible por influir en la política monetaria controlando la Fed por la puerta trasera. La continuidad de estos niveles de déficit y deuda explosivos solo garantizan una amplificación de la próxima crisis económica y un incremento de la tensión sociopolítica en EEUU, si es que cabe.

Álvaro Martín
Author: Álvaro Martín

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