El NHS de Inglaterra está muerto

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Por Kristian Niemietz. El artículo El NHS de Inglaterra está muerto, fue publicado originalmente en el IEA.

No existe una «DOGE británica», pero la idea de recortar la burocracia gubernamental parece estar de moda de repente. Con su último anuncio de adelgazar radicalmente, o incluso abolir, el NHS de Inglaterra, el gobierno de Starmer intenta aprovechar esa vibración. Pero es sólo eso: una vibración, no un programa político.

«NHS England» es un nombre terrible, porque suena como si fuera la rama inglesa del NHS, del mismo modo que NHS Scotland es su rama escocesa. NHS England no es, por supuesto, nada de eso.

Empecemos por el principio. Gran Bretaña gasta más de 200.000 millones de libras al año en sanidad, y no todo ese dinero lo controla directamente el Ministerio de Sanidad. El Ministerio de Sanidad asigna su presupuesto a las organizaciones locales del NHS, que a su vez compran servicios sanitarios a los proveedores locales del NHS (y a algunos del sector privado). En otras palabras, el NHS tiene un sistema interno de comisiones y contratos, en el que distintas suborganizaciones compran y venden servicios entre sí.

Este sistema de comisiones se reorganiza cada dos años. Una de las mayores reorganizaciones se produjo a principios de los años Cameron, con la creación de juntas locales de encargo dirigidas por médicos de cabecera. Esto creó un potencial conflicto de intereses. Los médicos de cabecera son, por supuesto, también proveedores de asistencia sanitaria por derecho propio, por lo que no necesariamente querríamos que se compraran servicios a sí mismos y se marcaran sus propios deberes. Así pues, se creó un nuevo consejo de puesta en marcha para toda Inglaterra, al que se encomendó la puesta en marcha de servicios de atención primaria y de algunos servicios sanitarios altamente especializados, así como algunas funciones de supervisión y coordinación. Se convirtió en el NHS England.

En el momento de escribir estas líneas, aún no está del todo claro qué lo sustituirá, pero todo apunta a que sus funciones pasarán a depender del Ministerio de Sanidad. Si es así, es difícil ver de dónde se supone que vendrá el ahorro. No se trataría de un ejercicio de reducción de la burocracia, sino de una reorganización más.

La razón por la que existen organismos como NHS England es que los políticos llevan mucho tiempo prometiendo «despolitizar» el NHS: dejaremos que médicos y enfermeras se dediquen a su trabajo, dicen, y dejaremos de hacer política con él. Suena bien, pero la sanidad no funciona así. No se puede «despolitizar» sin más; también hay que poner otra cosa en su lugar. En la práctica, «despolitizar el SNS» suele significar simplemente trasladar las responsabilidades de los políticos electos a burócratas sanitarios semiindependientes. Este enfoque tecnocrático genera sus propias frustraciones, lo que lleva a los políticos a prometer «redemocratizar» (es decir, volver a politizar) el SNS.

Hay una tercera opción. La alternativa a la gestión política y tecnocrática sería un sistema sanitario regido en gran medida por las fuerzas del mercado. Hay buenos ejemplos de este tipo de sistemas en los países vecinos, que combinan la elección del consumidor y la competencia con el acceso universal y una amplia red de seguridad social. A menos que estemos dispuestos a mantener esa conversación, estaremos atrapados entre la intromisión política y el gobierno tecnocrático.

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