Sobras

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No vamos a hablar de la traducción griega de la palabra “suegra”. Nos vamos a referir a la situación vivida hace pocos días en la Vuelta Ciclista al Progromo. Durante la undécima etapa, con salida y meta en Bilbao, un grupo de personas que por lo visto no podían ser controladas, impidieron la llegada de la carrera como protesta ante el equipo Israel Premier-Tech. La situación acabó con tres detenidos de los cientos que debieron dormir en el calabozo.

Hay varias cuestiones aquí que tratar. La primera de ellas es la absoluta incompetencia de la Ertzaintza. Encerrar a la gente en su casa con la excusa de un virus parece que fue más sencillo. Pero la causa es más profunda. El País Vasco, como toda España y el sur de Francia, sufrió durante cinco décadas el zarpazo del terrorismo. Eso no se olvida. Obviamente, no podemos quedarnos patidifusos cuando nos enteramos que un condenado por recaudar fondos para el sostenimiento de la organización terrorista está detrás de la organización de las protestas. El que quiera creer que estas cosas surgen espontáneamente tiene más moral que el Alcoyano.

Porque lo guay, lo entretenido, lo moderno es que los israelíes son muy malos por buscar la liberación de los, aproximadamente, veinte rehenes que quedan vivos tras el ataque del 7 de octubre de 2023. Los campus universitarios, los informativos y hasta lo eventos deportivos no van a perdonar de ninguna de las maneras que los judíos quieran el retorno de los que quedan. Cada día vemos en las noticias que el ejército israelí ataca un colegio, un hospital y acaba (ya me entienden) con la vida de algún periodista. No existe mayor sesgo en la información, sobre todo izquierdista, que la que se trata sobre Oriente Próximo. Y siempre en el mismo sentido: ocultar.

Se puede abrir el debate, y es totalmente lícito, sobre si los medios utilizados por los israelíes para encontrar y liberar a esos rehenes son los adecuados. Se puede, y debe, investigar si los servicios de seguridad del Estado de Israel conocían el ataque. Porque si no lo conocían, malo por inútiles. Si lo conocían y lo permitieron, ahí ya directamente entramos en un campo muy pantanoso. Pero los árboles no deben impedirnos ver el bosque: hay gente, y no poca, que jamás va a permitir que los israelíes se defiendan de nada.

Pero el que se terminó de coronar fue el director técnico de la vuelta, Kiko García, el cual invitó a la víctima a largarse: “Para mí, la única solución es que el propio equipo israelí se dé cuenta de que estando aquí no aporta seguridad a los demás”. Como ha sido tradición en el País Vasco y Navarra durante tanto tiempo, el que sobra es la víctima. Igual que Gregorio Ordóñez sobraba en una región española por pensar que un pedazo de tierra tenía que seguir perteneciendo a cierto Estado. Claro, si sobran de un sitio, ¿por qué no van a sobrar de los Juegos Olímpicos o del Mundial de fútbol, por citar algunos ejemplos?

“Del río al mar, Palestina será libre”. A ello ya se ha puesto la coalición Sumar. Sí, no engañamos. Ese conglomerado de partidos creado en torno a la comunista Yolanda Díaz ha empezado las conversaciones con la izquierda nacionalista por la concurrencia a las elecciones de listas conjuntas. Siendo sinceros, y por saltarnos los pasos intermedios, con quien deberían concurrir es con el PSOE y nos ahorramos el camino. Comunistas y nacionalistas juntos contra su enemigo común: la libertad.

Pero lo que más ha llamado la atención ha sido el cambio de paradigma. Si existía una causa musulmana que hiciese tilín en la izquierda siempre había sido el Sahara Occidental. Desde que el gobierno español abandonase a su suerte a los saharauis para vivir bajo el yugo de la monarquía absoluta personificada hoy en día en Mohamed VIH, no había gala de los Goya o manifestación en la que no apareciese la bandera del Sahara Occidental. Pero fue regalar la PSOE la soberanía del territorio a Marruecos que, como prueba de agudeza visual, sólo tenemos que percibir lo que, como diría Bastiat, no se ve: la reivindicación saharaui ha desaparecido totalmente del discurso de la izquierda. Ahora lo ha sustituido la reivindicación de Hamas por su derecho a secuestrar israelíes.

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