Hablamos de nuestros gestores en los últimos quince años, tanto a nivel nacional como autonómico.

No tiene ningún sentido imponer una reducción forzosa de la jornada laboral.

La presión demográfica no parece que vaya a afectar a los precios imponiendo presión a la construcción de nuevas casas.

¿Se imaginan qué habría sucedido si las tesis socialistas hubiesen triunfado y nos hubiésemos cargado el presente marco de relaciones laborales?

La fijación centralizada de salarios en Italia provoca un incremento del desempleo en las regiones menos productivas del sur.

¿Quiénes somos nosotros para revertir una tendencia que se corresponde con lo que desean las personas implicadas?

El peligro de todo esto no es una ralentización moderada, ni siquiera si es generalizada en la UE, sino que estamos ignorándola.