No extraña que organizaciones ecologistas de extrema izquierda hagan frente común con asociaciones empresariales de hostelería y hoteleras.
El objetivo es someter las identidades a un férreo control ideológico y político.
Mientras los fármacos dejan 100.000 muertos anuales por efectos secundarios sólo en EEUU, la mayoría sólo cree que el peligro reside en un arma.
Con todo lo que se habla de paro juvenil o fracaso escolar, es extraño lo poco que se suelen emparejar ambas cuestiones.
Si la gente va a los supermercados es, precisamente, porque quiere centralizar allí su dinero y sus compras.
Se trata de crear un santuario de adoración a la burocracia cueste lo que cueste, y cubrirlo con gastos innecesarios.
Los políticos nunca hablan de trabajar, sino de obtener dinero de los trabajadores, que no es lo mismo.
No son datos para acomodarse y pensar que todo está hecho y que podemos volver a los errores de 2007.