«Cause baby, I’m not fooling myself». Joe Elliott, Rick Savage.
Ante la evidencia del pobre desempeño de la economía española en la «recuperación», la propaganda gubernamental ha acuñado un término creativo y sorprendente. La «Recuperación en forma de V asimétrica», es decir, nada. Una recuperación «vigorosa», según el Ministerio de Economía, que contrasta con los datos… ¡que publican ellos mismos!
Si atendemos a la tabla de indicadores adelantados que publica el Ministerio de Economía, la del 10 de septiembre refleja caída del 7,1% en ventas de grandes empresas en julio, caída en el índice de sentimiento económico (un 12% por debajo de la media), en agosto, caída del 2,6% del consumo de energía en agosto, el índice de confianza industrial -11,8 y el de confianza del consumidor -28,7 también en agosto, paro registrado aumentando un 24% de media mensual y afiliación cayendo un 2,7%, tres meses consecutivos de datos pobres y en negativo en más de la mitad de las medidas.
España es, además, el único país de la OCDE y de Europa que refleja dos meses consecutivos en negativo en los indicadores adelantados de la OCDE.
Adicionalmente, los índices de actividad económica diaria publicados por Bloomberg también reflejan una caída mayor que la media y una recuperación pobre y empeorando en el mes de agosto.
Si nos fijamos en los últimos índices de actividad económica (PMIs de agosto), España muestra un empeoramiento notable, con el índice del sector servicios y el manufacturero en contracción (47,7 y 49,9 comparado con 50 como línea de expansión).
«Las pérdidas de empleo se mantienen a medida que la confianza se debilita», «los nuevos pedidos recibidos registraron una contracción por un segundo mes consecutivo y al ritmo más rápido desde mayo pasado», resalta Markit en su nota de prensa.
En el sector manufacturero destacan la «escasez de nuevos pedidos» y que «el empleo y la actividad de compras disminuyen». Que los nuevos pedidos retrocedan es un indicador importante a futuro. Que el empleo se destruya en medio de una recuperación que el Gobierno llama «vigorosa», peor.
Echar la culpa al turismo es equivocado y engañoso. La debacle en los sectores exportadores, maquiladores, industria y actividades profesionales de distintos sectores es innegable.
España cierra agosto con la tasa más alta de paro de la Unión Europea y además con el mayor número de empresas cerradas. Hay 3,8 millones de parados en España. Un incremento de 29.780 en el mes de agosto y casi 740.000 personas más en el último año. Continuamos en niveles superiores a 2016.
Se han perdido más de 100.000 empresas en el último año. 77.000 desde que comenzó la pandemia. España ha destruido más empresas que todo Estados Unidos en este periodo (España casi un 8% del total, Estados Unidos ni un 0,3% del total).
Sin empresas no va a haber recuperación. Sin empresas no hay empleo. Sin empleos no hay política social que valga. La mejor política social que existe es crear puestos de trabajo.
Nadie medianamente serio podría decir que esto es una recuperación «vigorosa» cuando llevamos casi cuatro meses de apertura tras el cierre forzoso más agresivo, incompetente e ineficaz del mundo.
¿Qué esconde el voluntarismo del gobierno con el ridículo apelativo de “vigorosa” “recuperación en V asimétrica”? Tres cosas: Propaganda, ganar tiempo y esperar a que todo pase.
El mismo Ministerio de Economía que nos decía que el impacto del Covid-19 sería «poco significativo» en la economía (en marzo de 2020), que dijo que la recuperación sería en V, rápida e indolora («como unas vacaciones» y que «salimos más fuertes» ahora le añade la palabra «asimétrica», que invalida la V por definición, y además nos engaña diciendo que hubiera sido peor y que la economía habría caído un 25% si no llega a ser por las medidas del gobierno.
Curioso. Típica excusa de «hubiera sido peor» y «me lo debéis todo». No existe ninguna declaración o estimación del gobierno en ningún momento de este año donde previesen una caída del 25% si no tomaban sus medidas.
¿Y qué medidas ha tomado el gobierno? Permitir a las empresas endeudarse (las que pueden) para pagar impuestos en el futuro y los ERTE, algo que ya existía desde 1995 y que se flexibilizó con la Reforma Laboral al eliminar el paso administrativo. Es decir, su gran paquete de medidas ha sido la política del avestruz: esconder la cabeza en un agujero, permitir que algunos se endeuden y esperar que todo pase.
España ha sido el único país que no ha defendido y tomado medidas serias para proteger el tejido productivo y al turismo ante una debacle que el sector ya anunció y el gobierno ignoró. Es una broma que el sector haya recibido un mísero apoyo en forma de créditos mayoritariamente enfrentándose a pérdidas de 98.000 millones de euros.
Las empresas españolas no exigen ayudas, ruega que no se le pongan más dificultades y se le siga expoliando a impuestos inútiles en medio de una crisis que ha asolado a muchas de ellas.
Todo esto está muy bien, son datos, pero ¿dónde están las propuestas? Hace ya meses que escribí varias propuestas para poder salir de esta crisis fortalecidos. Para ello les dejo la lista al pie de este artículo.
El Gobierno fía la recuperación a la política monetaria, a que todo pase rápido y a que lleguen los fondos europeos. Son tres errores que ya cometimos en 2009.
En la crisis anterior también se extendieron 140.000 millones de euros de avales del ICO. Eso no para la destrucción de empresas y empleo, porque las que están cayendo como moscas son precisamente las que no necesitaban ni tenían acceso a crédito, microempresas y negocios de nueva creación.
Los avales y los ERTE son una condición necesaria, pero no suficiente, para salir de la crisis. Sin medidas que quiten presión fiscal y administrativa a autónomos, empresas y familias el impacto económico, con y sin avales, es el mismo. Pero además, si los avales se dan, eso no significa que la empresa no tenga que pagar los préstamos.
El gran problema es que se están concediendo préstamos a empresas que están al borde del colapso solo para que paguen impuestos después, no para fortalecerse. Según el Banco de España más del 25% de las empresas del país están en quiebra técnica y no se ha recuperado ni un 42% del empleo perdido.
Sin medidas de oferta que permitan respirar al tejido productivo que sigue sufriendo impuestos de época de bonanza en economía de guerra solo empeoraremos.
Los fondos europeos no son una panacea. El Gobierno de España ya cometió este error en 2009 cuando se aprobó el Plan de Crecimiento y Empleo de la Comisión Europea, un megaestímulo de más de 1,5% del PIB de la UE.
Cualquier persona entiende que una empresa que está al borde de la quiebra porque sus ventas han caído un 50% y sus costes e impuestos son los mismos, no deja de estar al borde de la quiebra si le dan una ayuda de 1 millón de euros para digitalización y proyectos de inversión. El problema de solvencia no cambia.
La política monetaria ni ha evitado la crisis ni está parando la sangría de empresas y empleo. Un enorme bazooka de recompras de deuda y tipos bajos solo beneficia a una administración hipertrofiada y a empresas muy grandes que se financian con bonos con rentabilidad negativa real.
El mecanismo de transmisión de una política orientada a disfrazar los problemas estructurales no cambia la realidad. La política monetaria ha pasado de ser una herramienta para dar tiempo para hacer reformas estructurales a ser una excusa para negarse a llevarlas a cabo.
En 2019, antes de la crisis, todavía no habíamos recuperado el número de empresas de 2009 ni el nivel de beneficios empresariales operativos pre-crisis.
Fiar la recuperación a que nos solucionen todo de fuera y negar los problemas reales es la receta del estancamiento. El voluntarismo y la propaganda no van a crear empleo y dar confianza. Al revés, aumentan la desconfianza inversora.
Lecturas adicionales:
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Un pacto por la industria serio