Sin entrar a valorar la teoría randiana de que el amor es una emoción egoísta, cabría preguntarse por qué hay quienes prefieren odiar antes que amar los frutos que engendra
Bueno, pongámonos en el caso más extremo posible: la legislación laboral de un país impide que la gente pueda trabajar y, de repente, un Ejecutivo medio sensato opta por derogar