De todos los descréditos a lo que Pedro Sánchez ha sometido el Estado de derecho, las instituciones o el mero poder estatal con tal de mantenerse en el poder, sin
El objetivo declarado: “detener y revertir la pérdida de biodiversidad”. Suena noble, ¿no? Pero tras el maquillaje de palabras como «conservación», «uso sostenible» y «participación equitativa» subyace una narrativa más inquietante: la arrogancia de una élite que presume saber, mejor que nadie, cómo deben usarse los recursos del planeta.