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Hay que privatizar la moneda

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Cuando explicamos los motivos por los cuales se producen las crisis económicas, aconsejamos que para prevenirlas y alcanzar un sistema monetario sano sería necesario que la abolición de los bancos centrales fuese acompañada de la privatización del dinero. Dicho de otra manera: hay que eliminar el monopolio gubernamental sobre la moneda, que es una institución vital para la vida económica ya que sin ella no habría precios y se limitarían considerablemente los intercambios.

La primera idea importante con respecto al dinero es que no son los gobiernos los que dan valor al dinero ni los que deciden qué es dinero. Señaló Menger que sólo podemos entender el origen del dinero si consideramos este procedimiento social como un resultado espontáneo, es decir, como consecuencia no prevista de los esfuerzos individuales.

Y es que el dinero surge al intentar solucionar los problemas que presenta el trueque (intercambio directo). A lo largo de la historia se han utilizado muchos bienes distintos como medio de intercambio: ganado, sal, café, azúcar, esclavos, seda, entre otros. Sin embargo, finalmente se llegó en casi todas las zonas y culturas a utilizar los metales como medio de intercambio. En especial la plata y el oro. Lo cual nos demuestra que estos bienes cumplen mejor las funciones de dinero que el resto de bienes. Por tanto, es la gente, mediante un procedimiento de prueba y error, la que decide en qué bien o bienes conservar su riqueza.

De la misma forma que el lenguaje, el mercado o el derecho, la moneda debe caer dentro del concepto de orden espontáneo. La salud de la moneda sólo se consigue permitiendo emisores privados que compitan, ya que sólo de esta manera podemos descubrir empresarialmente qué dinero es más conveniente para la gente.

Los productores de dinero intentarán descubrir oportunidades de ganancia y aprovecharlas en un proceso dinámico sin fin, rivalizando unos con otros en el ofrecimiento de beneficios. Pese a que no podemos saber los resultados concretos de un mercado de dinero que evoluciona libremente, White señala algunos servicios que podrían ofrecer: convertibilidad fácil, formas y tamaños convenientes, colores atractivos, seguros contra falsificaciones y un conjunto ventajoso de valores nominales, entre otros. Evidentemente, el monopolio gubernamental de la moneda hace imposible la función y el descubrimiento empresarial que llevaría a cabo este proceso.

Las consecuencias de que se nos haya expropiado el dinero, es decir, de utilizar papel moneda no convertible en un entorno de curso forzoso, son altamente perjudiciales. Por un lado, el papel moneda inconvertible es un bien que la gente no desea por sí mismo porque no cumple la función principal del dinero: la conservación de valor. Es por ello que la gente tiene que trasladar riqueza a bienes como la propiedad inmobiliaria, las materias primas o las acciones. El papel moneda sólo se utiliza para realizar pagos.

Por otro lado, aumenta notablemente el poder y el intervencionismo de los gobiernos. Se entra (a partir de 1971) en la "era de la inflación" (Rueff), ya que los gobiernos la utilizan como recurso. Hasta que fue expropiado por el Estado, el oro impedía a los gobiernos expandir la oferta crediticia exógenamente, porque el oro no podía ser creado "de la nada". Ya no existe la preocupación de conservar las suficientes reservas metálicas para hacer frente a sus compromisos.

Sencillamente, un mercado competitivo de dinero es la mejor garantía contra la inflación. Hay que eliminar el curso forzoso legal y todas las restricciones legales sobre la moneda porque destruye el proceso de descubrimiento empresarial y limita las opciones de medios de intercambio.

Por ello, Hayek afirmó que los gobiernos han explotado sistemáticamente el monopolio de la moneda en beneficio propio y en perjuicio de la población, y añadió que "espero que no se tarde mucho en comprender que la libertad en utilizar la moneda que libremente se prefiere constituye una marca esencial de un país libre".

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