Me contaba un amigo brasileño que, en cierta ocasión en la que esperaba un ascensor en un hotel, al abrirse las puertas, preguntó: “¿Sube o baja?”, y el mozo le contestó: “En estos momentos, está parado”. Inevitablemente mi mente se trasladó al palacio de la Moncloa. Es la perfecta representación de Mariano Rajoy: ni sube ni baja, está parado.
Ni con Europa ni sin ella
Superando cualquier previsión, rumor y esperanza, Mariano Rajoy sigue sin pedir ni el dinero de la banca, ni el rescate de España. Yo misma era de las que pensaba que lo pediría al poco de conocer los resultados de la auditoría de Oliver Wyman. Después de la aparente celeridad en calcular, hablar, reunirse de los dos meses previos al cierre por vacaciones de agosto, el gobierno de Rajoy se hace de rogar. De repente, parece que no se entera de las condiciones que pide Europa. Debe ser el único.
A pesar de que el Memorandum de Entendimiento deja muy clarito qué se espera de España y por dónde va el sendero, Rajoy sigue sonriendo, haciendo bromas, y, permítaseme la expresión, “cabreando al personal”. Ya tenemos en la mano el precio de Bankia y sus hermanas. Solamente queda levantar la mano. Pero Mariano sigue impasible con el brazo paralizado. ¿Razones de peso? En principio, las elecciones anticipadas en País Vasco y Galicia. Y eso es lo sangrante. El perjuicio de una pérdida del Partido Popular en alguna de esas comunidades autónomas no recaería en el monto del rescate, no afecta al agujero de las cajas, sería una pérdida de poder partidista, no es de interés nacional.
Hay quien cree que, en realidad, el que ganara el PP o, al menos, que no sacara malos resultados, permitiría que Mariano, jefe de su tribu al fin de cuentas, exigiera el cumplimiento de los ajustes con más autoridad. Pero la realidad es que no puede permitirse ese lujo: y nosotros tampoco. No puede esperar a coger carrerilla en las elecciones autonómicas. Cada día que pasa los rescates son más onerosos.
Desde hace semanas, la prensa extranjera mira atónita a un Rajoy que sigue de perfil, sin subir ni bajar, sin negar el rescate ni pedirlo. Y, mientras tanto, sus ministros juegan a confundir a la prensa y a periodistas y ciudadanos. Luis de Guindos afirmaba la pasada semana en una conferencia en la London School of Economics que España no necesita un rescate: “En España lo que tenemos es una propuesta de intervención en el mercado secundario (de la deuda soberana) con ciertas condiciones”. Cierto, y tampoco hay rescate bancario sino una “línea de crédito muy beneficiosa”. Por formas de decir lo mismo que no quede. Y también es verdad (y no lo dice) que se está barajando asociar CDS (credit default swaps) a la deuda, que es un seguro para cubrirse frente al incumplimiento de pagos. En este caso, es la nación española (ya que se trata de deuda soberana) la que podría no pagar hasta el punto de ser necesario comprar un seguro de impago con el bono. La afirmación de De Guindos es, digámoslo suavemente, demasiado ligera. Tal vez no se haya pedido un rescate, pero a lo mejor, necesitarlo, sí lo podemos necesitar.
España, baja
Ni la socarronería tan a trasmano del presidente del gobierno al hablar de “eso que ustedes llaman rescate”, ni la seriedad de la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría al afirmar que no pueden arriesgarse a pedir nada sin saber las condiciones aplacan la ansiedad de mercados y ciudadanía. No deja en muy buen lugar a Rajoy y su equipo una espera cuyas razones económicas reales se desconocen pero que se esconden tras varias posibles pantallas: a Merkel le conviene esperar porque tiene próximas sus elecciones, a Mariano le conviene esperar por las elecciones autonómicas o ambas cosas al tiempo. La imagen de Rajoy en el interior ya está muy tocada, pero la exterior va minándose poco a poco y a este paso, ni la capacidad ni el saber hacer en Europa de Luis de Guindos le va a salvar de la quema. No hay más que leer la prensa extranjera.
La cuestión es que ni se ha tocado un duro de los cien mil millones aprobados para la banca, ni se ha pedido la compra de bonos soberanos, ni se ha pedido un rescate nacional. No se ha hecho nada y la factura engorda.
¡Los comentarios están cerrados para este artículo!