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Sorpresa, sorpresa

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La cuestión es que la foto se ha producido y su sonrisa está plenamente justificada. Por eso, y por otras razones, sorprende la noticia que este domingo traían El País y El Mundo: llega la remodelación del Gobierno.

Sorprende porque estaba anunciada y todos los medios jugaban con una pronta crisis de Gobierno. El uso político marca que pille a la opinión publicada a contrapié, para acaparar todo el interés informativo y dar la sensación de que se retoman las riendas del Gobierno y de la dirección política del país. Y no sólo hace buenas (y malas) las quinielas, sino que, de confirmarse, la noticia se produciría en plena Semana Santa, con media España de vacaciones. Además, en dos meses hay elecciones europeas, y si como parece le salen mal al PSOE, el impulso político que pueda exprimirle al cambio de carteras quedará agotado. Y todo esto, cuando no se ha cumplido un año de Gobierno.

La impresión que daría Zapatero es que actúa forzado por las circunstancias, no que él lidera el momento político en España. Y que no puede contar con ningún fichaje "estrella"; no hay nadie de renombre que quiera prestarse a hacer pandi con Zapatero y demás. Incluso tiene que tirar de los camisas viejas, como Manuel Chaves. Este es un equipo de Cháveses y Aídos, una versión cutre de los Zidanes y Pavones que quería Florentino para el Madrid. La impresión que dará un movimiento como éste es la de un Gobierno en retirada y a la deriva.

La deriva es la de la crisis económica, con la que va a tener que lidiar, de aquí a las elecciones, Elena Salgado. Otra sorpresa. No porque no sea una mujer capaz, o por todo lo contrario, sino porque le falta el impulso político de otros para venderle al personal que el Gobierno está luchando eficazmente contra la crisis. Cierto es que necesitaría a todo un Felipe González para hacer tragar semejante sapo.

Zapatero no aguanta así tres años más. La crisis será larga, bien lo sabe el Gobierno aunque diga lo contrario, y cuando el número de parados, el de éstos que ya no cobran la prestación, el de familias ahogadas por la hipoteca, el de pequeñas empresas reducidas a la nada no deje de crecer, le resultará crecientemente difícil ganarse el apoyo de antes. En cuanto se produzca el primer dato económico medianamente positivo, convocará elecciones.

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