Sin embargo, el citado proyecto consiste, en realidad, en un ambicioso paquete de medidas destinado al Endeudamiento público, el Expolio fiscal, el Exceso Económico Errático o el Empobrecimiento social, como acertadamente lo han descrito algunos de los lectores de Libertad Digital. Basta con observar una sola vez el vídeo-anuncio del jefe del Ejecutivo para percatarse de inmediato del Engaño masivo que esconde su discurso.
La intención política de Zapatero es muy clara: transmitir un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía ante la "grave crisis económica" que, ahora sí (cuando ya no queda más remedio que admitirlo), atraviesa España. ¡Calma y sosiego!, enfatiza el presidente. El Estado está para ayudar y nos salvará de la ruina. Pero, llegados a este punto, la pregunta clave del ya famoso Plan E resulta evidente. ¿Cómo?
Nuevamente Zapatero, gran conocedor de los asuntos económicos y financieros, nos lo explica con meridiana transparencia: "Más inversión pública", dice; "ayudas a las familias y empresas"; "protección social", reitera; "apoyo financiero a bancos y cajas para garantizar los depósitos de lo ciudadanos"; "aumentando los recursos para la dependencia" y para el "acceso a la vivienda" explica; subiendo las "pensiones" y el "salario mínimo interprofesional", así como "otras" medidas que serán aprobadas por el Gobierno en los próximos meses.
¿Traducción? Más gasto público y más gasto público ¿Y después? Aún mucho más gasto público. Vaya, ¿y cómo pretende financiar el Ejecutivo tal despilfarro de recursos? La sinceridad que en esta ocasión, y de un modo excepcional, adopta Zapatero me deja incrédulo, sin palabras. El presidente solicita la "colaboración de todos". "Todos tendremos que hacer esfuerzos y sacrificios", advierte. Tras esta petición, el presidente concluye su vídeo con un mensaje de "agradecimiento", como no podía ser menos.
Y es que, el Plan E del Gobierno consiste en Esquilmar nuestros bolsillos para sufragar su ambicioso proyecto anticrisis, que incluye por ahora 82 medidas económicas y que, pese a no estar todas en vigor, ya ha abierto un agujero en las cuentas públicas superior al 3% del PIB nacional y, de hecho, amenaza con degradar en breve la calidad de la deuda pública española.
En apenas 12 meses, el Ejecutivo ha dilapidado más de 50.000 millones de euros, y ahora nos dice, sin entrever atisbo alguno de rubor, que la factura será mucho mayor en el futuro y que por eso precisa de nuestra ayuda. La "colaboración" de los contribuyentes, y de los hijos de los actuales trabajadores de este país –y, posiblemente, incluso de los nietos– para tratar de salir del atolladero en el que estamos inmersos.
Hasta ahora, Zapatero nunca se había parecido tanto al inmortal cómico Groucho Marx quien, al grito de "¡más madera! ¡más madera!", trataba de insuflar desesperadamente ánimo a sus hermanos con el fin de salvar una locomotora desbocada y sin control que se dirigía sin remedio hacia el precipicio. Por desgracia, la actual situación tiene de todo menos gracia. El drama económico de España apenas acaba de dar comienzo, y la sobrealimentación del motor productivo a base de gasto público y endeudamiento masivo, tal y como pretende el Gobierno, tan sólo agravará aún más la situación.
El suicidio colectivo está en marcha, y es evidente que nuestra clase dirigente no puede o no quiere verlo. Pues bien, ante el Plan E de Zapatero, yo contrapongo un Plan I, de Insumisión fiscal, para tratar de evitar que el ilegítimo robo gubernamental siga su curso sin oposición alguna. El Estado se alimenta y vive exclusivamente de impuestos captados coactivamente a la ciudadanía, bajo la amenaza de sanción, multa e, incluso, cárcel. Y España se enfrenta ahora al mayor programa de gasto público de su historia reciente, sin tener en cuenta las nefastas lecciones que la historia se ha encargado de imponer a aquellos países en donde el descontrol fiscal y presupuestario mediante la concesión masiva de subvenciones y ayudas ha triunfado. Es el caso de Japón, es el caso de Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Zimbabwe, por poner tan sólo algunos ejemplos recientes.
La insumisión fiscal está legitimada. El Gobierno va a por nuestro dinero, a por el salario que con tanto esfuerzo se ganan día a día millones de trabajadores en este país. Zapatero, con la ayuda de su brazo fiscal, Hacienda, quiere meter la mano hasta el fondo de nuestros bolsillos, ya sea vía impuestos, aumento de multas o deuda pública. Quien pueda, que coja su dinero y corra porque el Estado precisa, ahora más que nunca, recursos, y será implacable en su tarea. El Plan E, no sólo no servirá de nada para paliar la crisis, sino que además impondrá una losa a los españoles, cuya factura amenaza con batir todos los récords.
Ante el Plan E, abogo por el Plan I. El problema es que los Estados son concientes de ello y, no por casualidad, han declarado la guerra a los paraísos fiscales, sus grandes enemigos. Pese a todo, conservo la esperanza. No obstante, David logró vencer a Goliat.