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Riqueza y complejidad

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Voy a hablarle de dos tribus. La primera es la de los Yanomami, una etnia americana que habita una parte del Amazonas, principalmente en Venezuela. La otra tribu es la de Nueva York. Del orden de diez millones de habitantes acogen un constante flujo de inmigrantes y visitantes, ven la llegada de las primeras tecnologías en cuanto nacen, comen en cocinas de todo el mundo y pueden acceder a una variedad de bienes inabarcable, inaprensible a la mente humana. Los neoyorkinos trabajan para empresas que sirven, a su vez, a todo el orbe.

Si, para comparar su riqueza, nos vamos al indicador de su renta media anual, resulta que los neoyorkinos, con 36.000 dólares al año, generan una renta 400 veces mayor a la de los Yanomami (90). Pero ¿reflejan esos cuatro centenares la relación de riqueza que hay entre esos dos mundos?

Los Yanomami, como los cuervos, no distinguen más que entre uno, dos y muchos. Nosotros tenemos un sistema numérico idealmente completo. Pero los de la selva americana tampoco necesitan mayor complicación. Beinhocker explica entonces un concepto que le permite acercarse a la idea de complejidad que quiere transmitir, y que es el número de tipos diferenciados de bienes, SKU, por sus siglas en inglés.

Los Yanomami tendrán, entre los bienes a que pueden acceder, a varios centenares. Probablemente alcancen el millar. ¿Y Nueva York? «Utilizando varias fuentes distintas, yo estimo grosso modo que ronda el orden de 10 elevado a 10», es decir, diez millones de millones de millones. Unas mil veces más el número de especies sobre la Tierra. La relación de riqueza, así medida, entre las dos tribus, no es ya de uno a cuatrocientos, sino de uno a 10.000 billones, o de ese orden.

En verdad la cifra de SKUs en una sociedad avanzada es inconmensurable, por sus dimensiones. Pero da una idea de la relación entre riqueza y complejidad.

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