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Liberal a fuer de socialista

Publicado en Libertad Digital

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De modo que me puse a buscar con ahínco entre los cientos de modelos disponibles en el mercado hasta encontrar el que mejor se ajustaba a mis necesidades: el Sansa e270. Tenía una gran ventaja, y es que eran 6 gigas de memoria Flash, y no de disco duro, lo que significa que la batería dura mucho más. Pero había un pequeño problema.

El reproductor pertenece a la empresa norteamericana SanDisk, especialista en memorias Flash, que ha montado una agresiva campaña publicitaria en la que anima a escoger su cacharro en lugar del iPod bajo el mensaje de que todo el que tiene el reproductor de Apple no es  más que un borrego. La llaman iDon’t. Revisando en esa web las características de su aparato, vi a tiempo una pequeña nota a pie de página: "la función de radio no está incluida en Europa". Evidentemente, ahora que creía que ya había encontrado lo que buscaba entre los cientos de alternativas disponibles, me fastidió como no se pueden imaginar. Especialmente porque me pareció absurdo. ¿Qué gana la compañía con esto? Tendrá que vender un reproductor con menos capacidades –es decir, menos atractivo al público–, afrontar quizá las protestas de quienes lo compren sin apercibirse de esa pequeña nota al pie y tener que dividir la línea de fabricación entre reproductores con y sin radio.

Parecía evidente que había gato encerrado y la distribuidora en España me confirmó mis sospechas. Los reproductores de MP3 con radio incorporada deben pagar un arancel de un 12’5% en la Unión Europea. Como sucede con la parte de seguridad social "que paga la empresa", este impuesto se repercute en el precio, del mismo modo que los impuestos que la empresa paga por uno reducen el sueldo que nos llevamos a casa. El consumidor, por tanto, tendría que pagar un 12’5% más, sin incluir el IVA correspondiente a ese incremento, por  el mismo aparato. SanDisk hizo un estudio de mercado y averiguó que los europeos preferirían un reproductor más barato y que no tuviera radio, así que actuó en consecuencia.

Yo también actué en consecuencia y encargué mi nuevo reproductor a Estados Unidos. Así, un impuesto al comercio que habrá sido establecido para "proteger" a algún ineficaz productor europeo de radios ha servido para que ningún estado europeo reciba impuestos por mi compra y para que ningún distribuidor ni mayorista del país reciba un duro por la misma. Y, por supuesto, y para mi enorme satisfacción, Ramoncín no se ha llevado ni un céntimo en concepto de canon por él. Algo bueno debía tener esta historia.

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