Skip to content

Secuestrar una revista en el siglo XXI

Publicado en Libertad Digital

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Por primera vez en la historia, la Comisión ha vetado la fusión de aerolíneas justo cuando quien intenta hacerlo es la empresa más competitiva del sector. Según el monopolio encargado de luchar contra los monopolios y velar por la competencia en Europa, la opa de Ryanair sobre Aer Lingus habría ocasionado un grave perjuicio para los consumidores. De acuerdo con la comisaria de Competencia, Neelie Kroes, esta paradójica acusación se fundamenta en que la fusión tendría como resultado el probable aumento de los precios para más de 14 millones de pasajeros. Sí, vamos, que al reducirse el número de operadores bajaría la calidad y subirían los precios, como explicaría un mal manual de competencia que no se fijara en el proceso dinámico competitivo sino en el número y tamaño de los agentes. De modo que, siguiendo este patético argumento, los pobres comisionados no tenían otra opción que retorcerle el pescuezo a la gallina de los huevos de oro.

Lo indignante es que la Comisión no se suele meter con quienes han ostentado una elevada cuota de mercado gracias a privilegios administrativos y, sin embargo, trata de impedir la expansión de la empresa que gana cuota de mercado gracias a reducir las tarifas más que ninguna otra compañía. No me cabe la menor duda de que a Ryanair se le ataca precisamente por ser tan competitiva como para poner en entredicho el modelo de negocio de algunos dinosaurios del espacio aéreo apoyados desde diversas instancias gubernamentales en contra de los intereses de los pasajeros. Y si no que se lo pregunten a la propia señora Kroes, quien no se sonroja al afirmar entre los argumentos para vetar la fusión que la compañía resultante tendría aún más margen para aplicar bajadas de precios selectivas.

Las autoridades europeas de la competencia se han convertido en una banda de enemigos de la libre competencia y del consumidor. Hace ya tiempo que emana olor a podrido de los organismos de defensa de la competencia. Hasta ahora parecía que sólo era debido al uso de teorías falaces o simplemente absurdas sobre la "competencia perfecta", pero la utilización de las instituciones para detener a quienes tratan de competir mientras se protege a los ineficientes amigos del poder está produciendo un tufo todavía más insoportable.

Más artículos

Trump 2.0: la incertidumbre contraataca

A Trump lo han encumbrado a la presidencia una colación de intereses contrapuestos que oscilan entre cripto Bros, ultraconservadores, magnates multimillonarios y aislacionistas globales. Pero, este es su juego, es su mundo, él es el protagonista.