Allí donde hay mayores cuotas de libertad, encontramos una causa de tipo institucional.
Acaba de publicarse el informe anual de libertad humana elaborado por el Instituto Cato, el Instituto Fraser y la Fundación Friedrich Naumann. El estudio analiza 79 indicadores en las siguientes áreas: Estado de derecho, seguridad ciudadana, libertad de movimiento, libertad religiosa, libertad de asociación y reunión, libertad de expresión e información, identidad y relaciones, tamaño del Estado, derechos de propiedad, moneda sana, libertad de comercio internacional y regulación en el mercado del crédito, del trabajo y los negocios.
Un año más, la principal conclusión del estudio es que a mayor libertad en una sociedad, mayor es la prosperidad de los individuos que la integran. Así, los países en el cuartil más libre (por citar a los diez primeros, Suiza, Hong Kong, Nueva Zelanda, Irlanda, Australia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Holanda y Reino Unido —España ocupa el puesto 30, por delante de Francia e Italia—) tienen una renta per cápita de 38.871 dólares y los países en el cuartil menos libre de 10.346 dólares.
Cabe destacar que Estados Unidos, tras los primeros doce meses del mandato de Donald Trump (las barreras al comercio internacional de momento no se han multiplicado como cabía temer), mejora siete puestos respecto al pasado año (pasa del 24 al 17). Pero aún le queda margen para recuperar todo lo perdido bajo el gobierno de Barack Obama, con su inflacionismo regulatorio, especialmente en lo referente al medioambiente.
En el furgón de cola encontramos a Burundi, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Argelia, Irán, Egipto, Yemen, Libia, Venezuela y, en último lugar, Siria.
No deja de ser significativo que el gran referente internacional de la izquierda populista española, Venezuela, ocupe el penúltimo lugar, solo superado en esa liga que reúne a lo peor de lo peor por Siria, un país absolutamente devastado tras años de guerra.
En definitiva, nada nuevo bajo el sol: la libertad trae consigo la prosperidad. Y allí donde hay mayores cuotas de libertad (Europa Occidental y los países bálticos, Norteamérica –con la excepción de México-, Oceanía y algunos países asiáticos con pasado británico) encontramos una causa de tipo institucional: sociedades, aunque muchas de ellas mejorables en numerosos aspectos, en las que han aflorado instituciones inclusivas que garantizan el respeto a la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial, el cumplimiento de los intercambios y el ejercicio del comercio interior y exterior. Nada que ver, por tanto, con el camelo tan manoseado por los enemigos del liberalismo que viene a señalar que la riqueza se debe al expolio que ejercen unos países sobre otros.