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Gastan ellos, pagas tú

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Próximamente se presentará en el Congreso, y veremos si se aprueba, la ley de Presupuestos generales del Estado para el año 2022.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se subirá a la tribuna, a exponer los puntos fundamentales de unos presupuestos con un record total y absoluto de gastos, 458.970 millones de euros. Lo que conducirá en el mejor de los casos, como luego veremos, a un déficit del 5% del PIB, es decir, los gastos del Estado superarán en un 5% de la riqueza nacional a los ingresos. Y con este, serán ya 15 ejercicios consecutivos con déficit público. Tres lustros en los que los distintos gobiernos han gastado más de lo que ingresaban, algo que todos a nivel personal, veríamos como una locura, pero que hemos normalizado a nivel colectivo. 

Mucho se ha hablado de la mal denominada austeridad, cuando conociendo este hecho, salta a la vista que tal cosa jamás existió. ¿Cómo se puede llamar austero a algo si se gasta más de lo que ingresa? Como mucho, menos derrochador, ya que esa diferencia entre gastos e ingresos se redujo durante esos años de “austeridad”, gracias a unos recortes y reformas muy necesarias por otra parte. Pero incluso con ello, nunca se llegó al objetivo, utópico desde nuestro punto de vista actual, casi religioso en el caso alemán, de “equilibrio presupuestario”. Es decir, algo tan radical y fantasioso, como que el Estado gaste como mucho tan solo lo que ingrese, nunca más de esa cifra.

Y la pregunta es, ¿Qué consecuencias tiene que el gobierno sistemáticamente incurra en déficits presupuestarios? Pues un aumento exponencial de la deuda pública que ya ronda el 120% del PIB. ¿Y quién tendrá que devolver esa mastodóntica cantidad? Adivinen, todos nosotros. Más intereses por supuesto. Intereses que ya se nos están haciendo pesados. Alrededor de 31.000 millones de euros en intereses de deuda pagaremos en el año 2022. Para hacernos una idea, eso es casi tres veces lo presupuestado para defensa, o un 50% de todo el gasto en educación. Lo que agranda este peligro, es que actualmente pagamos esa considerable cantidad, tendiendo unos tipos de interés anormalmente bajos, por las políticas expansivas del Banco Central Europeo. Cuando esos estímulos desaparezcan, y no debería ser dentro de mucho, el pago de los intereses de deuda se puede hacer insostenible, llevándonos irremediablemente a la quiebra.

A todas estas malas noticias, hay que sumarle una más que dejábamos entrever al principio. Que esto es en el mejor de los casos. Y es que estos presupuestos, han sido desarrollados con un cuadro macroeconómico totalmente desfasado, con una previsión de crecimiento del PIB que ya ha sido corregida a la baja respecto al que han tomado para hacerlos. Por si fuera poco, este presupuesto contempla unos ingresos record, en muchos casos poco o nada realistas. Al final pasará lo de siempre, nunca se cumplen las optimistas previsiones de ingresos, y en cambio siempre se gasta lo que se tenía previsto o incluso más, haciendo bastante probable que el déficit del 2022 sea mucho más alto que el ya de por sí altísimo desfase presentado por el gobierno. 

En conclusión, es urgente acabar con los déficits en las cuentas públicas, ya que endeudarnos más no es una opción factible. Y teniendo en cuenta que los ingresos están en máximos históricos, esto se tendrá que hacer vía recortes de gastos. El presupuesto es muy extenso y hay muchas partidas discutibles o demasiado pesadas. Hará falta un “cirujano” experto que haga los cortes (y recortes) necesarios para salvar al paciente. De no ser así, busquen información de lo ocurrido a Grecia hace una década, pues será nuestro futuro más pronto que tarde.

1 Comentario

  1. Ah, la ciencia lúgubre nunca defrauda.

    Bandoleros y prestamistas, in lato sensu, están saqueando a los indefensos e incautos ignorantes miembros de la servidumbre voluntaria. Lo razonable sería la rebelión, desposeer a los criminales de sus bienes, repartirlo entre las víctimas, y arrojar, desde un helicóptero, a los piratas que defienden el «Estado de Bienestar» a un volcán, no necesariamente activo.

    Para hacer eso las víctimas deberían desear dejar de ser víctimas. No parece que vaya a ocurrir. La kakistocracia seguirá rigiendo un tiempo más, hasta que llegue la temporada de las vacas flacas. Entonces empezarán a matar a los chivos expiatorios, que es una forma de seguir huyendo de la realidad. Como echando un grito infantil, el siervo no quiere reconocer humildemente el error, y aceptar sus consecuencias.

    Lo afanado por los fanfarrones pertenece a los idiotas que temen a la vida. No lo merecen, pero les pertenece por derecho.

    Los ricos no son ricos, sino ladrones. Los pobres no son pobres, sino cobardes. Los apáticos no son apáticos, sino meditadores. Si eres sensato, te preparas para lo inevitable. Los intelectuales a la violeta seguirán metiendo la pata hasta el amargo final. El tiempo pone a cada uno en su sitio.

    El honor produce dolor. En la oscuridad está la prosperidad. El aplauso solo es ruido. El dicterio termina siendo una descripción libre de valoraciones subjetivas. El mundo va por sí solo, a pesar de todos nuestros planes, anhelos y conspiraciones.

    Psicodélicamente hablando, esos presupuestos requieren un copazo antes, durante y después de aprobarlos. Baco manda mientras Apolo vomita. ¡El trago es pa los machos!


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