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Por qué la Escuela Austríaca tiene las respuestas técnicas que necesita la economía argentina

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Los economistas que hagan un diagnóstico objetivo de la problemática social argentina diagramarán una realidad con fuertes desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios, lo que a su turno dará lugar a palabras como renegociación de la deuda, inflacionismo, cepo cambiario, controles de precios, bajos niveles de actividad y empleo, pobreza e indigencia.

El gobierno responde a la escalada de precios con controles y persecuciones; responde a los bajos salarios con legislación e incrementos del salario mínimo; responde a la escasez de divisas fortaleciendo el cepo y con más impuestos y retenciones a quienes las generan; responden a la pobreza e indigencia con una redistribución de los recursos que cargue con más impuestos a los que más tienen para tratar de ayudar a los que menos tienen. Más allá de las buenas intenciones, la Escuela Austriaca demuestra que estas políticas siempre generan resultados opuestos a los buscados. Después de todo la economía austriaca es contraintuitiva y comprender la lógica económica permite advertir mitos frecuentes en el saber popular.

¿Por qué si el gobierno controla precios se produce desabastecimiento?

La Escuela Austriaca explica que los precios no son arbitrarios, ni caprichosos. Los precios se forman en cada intercambio cuando las personas intercambian voluntariamente derechos de propiedad. Ceteris paribus, si un recurso es escaso será más caro y si es abundante será más barato. Si el gobierno exige a los vendedores de carne que su precio sea bajo, el incentivo para producir carne se reduce, y en consecuencia habrá menos de este recurso, y con ello más escasez y mayor precio futuro. De un período a otro, el gobierno tendrá que ir incrementando los niveles de intervención, lo cual sólo agravará la problemática de precios. La máxima expresión hoy la vemos en Venezuela, recorriendo las góndolas de supermercados vacías, mientras se fomentan los mercados informales para vender los productos por fuera de lo que la legislación exige. El problema no radica en el actuar de los empresarios, sino en la legislación suicida que fomenta el desabastecimiento. La solución de la Escuela Austriaca sería un desmantelamiento total de los controles de precios, pues en un mercado libre la regulación de los precios se genera por la propia competencia dentro de cada uno de los mercados. Terminar con los controles de precios animará incentivos en favor de la producción, lo que a su turno terminará con el desabastecimiento.

¿Por qué subir salarios genera desempleo e informalidad?

En el mercado laboral la lógica es similar. Un análisis económico de este mercado muestra que los salarios no son arbitrarios, sino la resultante de una evaluación de los niveles de productividad, que a su turno dependen del nivel de formación y acumulación de capital. Si el gobierno pretende incrementar los salarios vía legislación, los generadores de empleo que necesitan recuperar esos niveles de salario con la venta del producto final no podrán contratar a estas personas generando desempleo, o lo harán por fuera de la legislación a salarios inferiores a los que se exige provocando informalidad. Para la Escuela Austriaca nada es más efectivo para generar empleo y reducir la informalidad que la total desregulación del mercado laboral. De nuevo, la competencia en una economía que recupera los incentivos para la producción constituye el mejor regulador de los salarios, los que dependerán de la productividad que se pueda alcanzar en cada industria, y dentro de cada una de ellas, en cada puesto de trabajo.

¿Por qué imprimir dinero nos deja sin dinero?

El dinero también es un mercado, y como tal también se lo estudia desde su oferta y su demanda. En este caso, el precio de este mercado es el poder adquisitivo. Si el Banco Central de la República Argentina incrementar la oferta de dinero a un ritmo mayor que el que se incrementa la demanda de dinero, entonces surge inflación, lo que significa una pérdida de poder adquisitivo. Es por ello que los teóricos de la Escuela Austriaca coinciden con el monetarismo de Chicago en afirmar que la inflación es siempre un fenómeno monetario. Si la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo incrementan la oferta monetaria y esto no genera altos niveles de inflación, esto obedece a que en el mundo hay demanda por muchos de esos dólares y en Europa hay demanda por muchos de esos euros. En Argentina, por el contrario, se emisión de pesos no es acompañada con un mayor demanda. Por el contrario, como la gente observa que los pesos se derriten en sus manos, reducen la demanda de pesos en búsqueda de múltiples activos financieros o reales. Al bajar la demanda de pesos al tiempo que se incrementa la oferta, el desequilibrio lleva a la inflación y la reducción del poder adquisitivo del peso se acelera. Seguir incrementando la oferta de pesos, al contrario de lo que dicta la teoría monetaria moderna, sólo puede conducir a destruir la moneda.

En este campo, la Escuela Austriaca propone numerosas recetas para detener la destrucción de la moneda, promoviendo primero la desnacionalización del dinero, lo que significa terminar con el curso forzoso y el monopolio del Banco Central. Abrir la competencia para que cada persona demanda la moneda que desee, abre un espacio para que ocurra la Ley de Gresham, donde la moneda buena siempre desplaza a la moneda mala. Si en una economía bimonetaria como la nuestra, los argentinos tienen que decidir entre deshacerse de los pesos o los dólares, la lógica de racionalidad indica que usarán los pesos para sus gastos, y guardarán los dólares para ahorro. Esta dolarización espontánea de la economía argentina está ocurriendo lo que agrava el desequilibrio monetario donde la oferta sigue creciendo, mientras que la demanda de pesos sigue bajando.

¿Por qué bajar la tasa de interés genera escasez de ahorro y una mayor tasa de interés futura?

Decíamos que los salarios dependen de la productividad, y ésta depende de la formación y acumulación de capital. Para formar capital se requiere ahorro, el que se canaliza a través del sistema financiero a inversores que los convierten en producción real. De nuevo, el mercado de créditos también se lo estudia a través de sus curvas de oferta y demanda. En este mercado el precio es la tasa de interés. Si se incrementara el ahorro entonces la abundancia de recursos podría permitir a los bancos bajar las tasas de interés, y con ello mejoraría la situación de la actividad y el empleo.

Esto, sin embargo, ha llevado a las autoridades monetarias a creer que bajando las tasas de interés podría también fomentarse el crédito y la inversión. Pero no funciona así. La lógica de la Escuela Austriaca muestra que no es lo mismo fomentar el ahorro para bajar las tasas de interés que bajar las tasas de interés (a través de los créditos blandos del Banco Central) para fomentar el ahorro. Esto último es un error. Si el Banco Central baja las tasas de interés, el ahorro lejos de fomentarse, se lo desincentiva. Si los bancos obtienen dinero del banco central a través de la ventanilla de descuentos, y entregan crédito a las empresas, es cierto que estas podrán invertir esos medios fiduciarios y generar actividad y empleo en el corto plazo, pero tarde o temprano, el haber quebrado la identidad entre ahorro e inversión, dejará en claro que la situación no es sostenible y emergerán niveles de inflación crecientes. Cuando el Banco Central deba subir las tasas de interés para contener la inflación, los proyectos de inversión que se generaron tendrán que interrumpirse, dejando a la economía en una situación de crisis y depresión. La Escuela Austriaca demuestra que los ciclos económicos son las consecuencia lógica de intervenir en el mercado de créditos con tasas de interés más bajas que aquellas que surgen naturalmente en el mercado de ahorros.

¿Por qué los controles o cepos al dólar generan mayor escasez de divisas?

La cotización del dólar resulta también del análisis de la oferta y demanda de esta divisa. Céteris paribus, cuando abundan los dólares, el tipo de cambio está bajo. Cuando escasean los dólares, el tipo de cambio está alto. La poca confianza que tienen los argentinos en el gobierno, ha hecho que tras el resultado de las PASO de 2019, los ahorristas retiraran sus dólares del sistema financiero. Los dólares están debajo del colchón, en cajas fuertes, cajas de seguridad, o incluso en Uruguay, Madrid, Suiza o Miami, pero muy lejos de las reservas brutas del Banco Central. Con baja oferta de dólares no puede sostenerse un nivel adecuado de demanda, lo que ha conducido al gobierno a imponer un cepo cambiario sobre los demandantes de divisas. Esto por supuesto complica a los fabricantes de bienes en Argentina, pues enfrentan cuellos de botella al no poder importar los insumos que necesitan para la producción. El gobierno fomenta entonces una política de sustitución de importaciones pretendiendo reemplazar la importación con producción de la industria nacional, dando lugar a un nacionalismo económico que es consistente con más proteccionismo y aislamiento.

La Escuela Austriaca, por el contrario, sugiere abandonar todos los controles y retirar el cepo. Al hacerlo, claro que el tipo de cambio subirá como consecuencia del incremento en la demanda, pero esto a la vez promoverá un retorno de los dólares al sistema financiero, que se equilibrarán en un nuevo tipo de cambio nominal, consistente con la oferta y demanda de dólares. Pronosticar cuál es el tipo de cambio nominal al cual tendería este nuevo mercado cambiario desregulado es imposible para cualquier analista, pues no se puede anticipar el nivel de confianza del mercado en la nueva política y su sostenibilidad. Pero al menos se eliminaría la brecha entre el dólar oficial y el blue, y dejaría de haber privilegiados que acceden a importar bajo el dólar oficial, y el resto del pueblo que no puede acceder a ese beneficio.

En este sentido, algunos economistas de la Escuela Austriaca promovemos una propuesta de dolarización flexible de la economía argentina, pues queremos ofrecerle a los argentinos la posibilidad de elegir el dinero con el que quieren operar, al tiempo que entendemos que es vital que Argentina termina con el Banco Central como una institución que promueve la alta inflación. Dolarizar la economía tiene efectos inmediatos positivos: bajar la inflación a un dígito y también bajar las tasas de interés reales y nominales, pues se elimina el riesgo de nuevas devaluaciones.

La economía es contraintuitiva

Lo intuitivo para la lógica popular es perseguir a quienes suben los precios o bajan los salarios; poner dinero en los bolsillos de la gente y ofrecer créditos blandos para que haya inversión; si no hay dólares limitar su demanda con controles y cepo, y si hay pobreza grabar a los que más tienen para repartir donde falta. Pero los mercados no funcionan de ese modo. Los mercados funcionan con incentivos, y los precios resultan ser sintetizadores (aunque imperfectos) de información y conocimiento disperso. Para coordinar los mercados necesitan precios libres, y cuando me refiero a esto, hablo también de salarios, tasas de interés y tipo de cambio. La Escuela Austriaca ofrece una lógica que puede ser la mejor vacuna para la enfermedad del populismo que hoy nos condena

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