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Algunas cuestiones disputadas sobre el anarcocapitalismo (XCVII): sobre Hoppe y Milei

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Como supongo que saben los lectores de esta página, el profesor Hans-Hermann Hoppe, ayudante y luego sucesor de Rothbard en su cátedra de la Univeridad de las Vegas, antes de retirarse e irse a vivir a Turquía, ha pronunciado recientemente una conferencia en la que critica algunas de las medidas que ha adoptado Milei en sus primeros meses como gobernante. Medidas que el profesor Hoppe afirma que son difícilmente compatibles con el ideario anarcocapitalista.

Dado que el profesor Hoppe puede contarse entre las primeras generaciones del moderno anarcocapitalismo, con una relación muy próxima al fundador de la escuela, con décadas de servicio a la causa, con numerosas publicaciones y conferencias al respecto, entiendo que algo puede decir al respecto, y que sus reflexiones merecen cuando menos ser debatidas.

Hoppe cumple también con la figura, hoy ya olvidada, del amonestador que nos recuerda la importancia de la lealtad a los principios. Suele ser esta una figura a la que normalmente no se le hace mucho caso, pero si se le escucha y sirve de advertencia para que los recién llegados no se confundan, y piense que todo vale, o que lo que hace un libertario está siempre de acuerdo necesariamente con los principios de la libertad. La ventaja de la edad y de los años de servicio es la que conoce bien el movimiento y ya ha sufrido decepción tras decepción. Y advierte de que no debemos nunca, ni con Milei ni con ningún otro, hacernos ilusiones de que Ancapia está a la vuelta de la esquina.

Incumplimientos en materia económica

De esta forma, si fracasa no nos llevaremos un desengaño y si no, la alegría será el doble. Por otro lado, y esto es parece ser un rasgo de su personalidad, es muy poco optimista y parece tener muy poca esperanza en el desempeño del señor Milei, esto que como vimos puede servir a un sano principio de precaución puede también tener un efecto paralizante sobre cualquier actuación que reclame el nombre de libertaria y que se desarrolle fuera del marco de la ortodoxia académica. Dicho esto creo que conviene comentar un poco los puntos a los que se refiere el profesor Hoppe.

Se centra por un lado en los incumplimientos en materia de política económica, como la falta de avances en el cierre del banco central, o la subida o el establecimientos de nuevos impuestos. También relativiza sus avances en cuanto a la inflación o el control de la masa monetaria. El profesor Rallo discutió estos puntos en un video reciente y en general estoy de acuerdo con él. Javier Milei no puede llevar a cabo reformas más ambiciosas en el ámbito económico, básicamente, porque no cuenta con los apoyos parlamentarios necesarios y muchas de las reformas necesarias precisan de mayorías en el congreso y el senado, de las que no dispone. A pesar de ello, ha conseguido aprobar bastantes reformas. Y, a pesar de lo que apunta Hoppe, se le ve batallador, y con ganas de llevarlas a cabo.

Discurso liberal

Tampoco ha abandonado de momento su discurso combativo, que me parece que puede ser el mejor legado de su mandato. Lo primero que suele abandonar un político que se acomoda al sistema es la expresión de sus principios. Comiemza a reclamar consensos o a relativizar la necesidad de emprender reformas en aras de la estabilidad social o económica. Milei de momento no lo ha hecho aún; o por lo menos no lo he percibido. En el ámbito económico si que percibo una voluntad real de reforma.

Otra cuestión es la de que se refiere a aspectos de política interna y política exterior. El profesor Hoppe tiene razón cuando apunta a que para un anarcocapitalista, por lo menos para los de vieja escuela, lo principal es la cuestión de la guerra y la paz. Y, en segundo lugar, está la cuestión de la descentralización y de la secesión. Escucho a veces los discursos de personas que se definen como libertarias o anarcocapitalistas y que olvidan esos principios o los relativizan. Para ellos el anarcocapitalismo es una suerte de discurso económico ultraliberal en lo económico, peor con el resto de las cuestiones, sobre todo las políticas permaneciendo prácticamente sin cambios.

Descentralización y secesión

Creo que ignoran que cuando los ancap defienden los principios de la economía austríaca, esto es una economía que rechazan por inconsistentes los argumentos socialistas o intervencionistas de la economía mainstream, no lo hacen como un medio para llegar a una sociedad sin estado sino para explicar como funcionaría esta una vez se llegase a instalar, si es que lo es algún día. Esto es, una economía de mercado irrestricta no sería el fin sino un mecanismo con el que la futura sociedad tendría necesariamente que operar. Los mercados y la propiedad llegarían inexorablemente si se estableciese una sociedad ancap pero no son la forma de llegar a ella. De ahí el énfasis de Hoppe en este punto. Y es en este punto don Milei tiene una mayor autonomía, y es donde más se aleja de los principios que establecieron los fundadores.

En el plano discursivo, que como vimos es central, Milei hace muy poca referencia a estos temas. O, por lo menos, no me han llegado. Es cierto que descentralizar la Argentina, o incluso permitir la secesión de sus provincias, no está en la mano del presidente. Requeriría reformas constitucionales de gran calado, que no están en su mano llevar a cabo. No cuenta, como vimos, con mayoría en las cámaras, ni en el Tribunal supremo, ni probablemente ni siquiera en las provincias, ni aparentemente entre la mayoría de la población. Pero no le he escuchado discursos al respecto, en el tono tan combativo que le caracteriza, que apunten en esa dirección.

Un Estado pequeño

Parece centrarse sólo e la economía que es, probablemente, gracias a su formación, lo que mejor conoce. Pero parece no mostrarse especialmente interesado en estos temas, o si lo estuviese parece que quienes se encargan de difundir en los medios su discurso no lo están tanto. La descentralización y el derecho de secesión son centrales porque limitan el alcance geográfico del poder estatal, limitan por fuerza su poder absoluto aunque no lo hiciesen en el relativo.

Un estado pequeño puede ser, cómo no, una tiranía. Hay casos suficientes para corroborarlo. Pero lo sería sobre muy pocas personas, y estas tendrían más medios para combatirla, bien votando con los pies a una jurisdicción más libre, bien combatiéndola desde dentro. Pues por fuerza no contaría con los mismos medios que una grande para adquirir los elementos necesarios para la misma. Sin contar con que el gobernante reside por fuerza muy cerca de la mayoría de sus súbditos y sus fuerzas de represión estarán también necesariamente mucho más cerca de la población.

Represión

Caso como el de la represión en la plaza de Tiananmen, que cumplió hace poco 35 años, fue facilitada porque el gobierno chino trasladó las tropas encargadas de disolver a los manifestantes desde provincias muy alejadas de Pekin, sin lazos personales con los sujetos de represión. En ocasiones, ni hablaban su mismo idioma. En un estado muy pequeño esto no les sería tan fácil.

Además, los estados muy pequeños tendrían casi por fuerza que integrarse comercialmente a través de redes de mercado libre, al ser plenamente conscientes de que la autarquía es imposible; o cunado menos una muy mala solución. Los estados pequeños, de los que Hoppe es un gran partidario, permiten visualizar en la población la idea de que una sociedad sin estado es una realidad factible. Son conscientes de que los bienes y servicios públicos de que disponen son financiados directamente a costa de sus impuestos o trabajo.

Guerra y paz

Pero donde no sólo no se escucha un discurso próximo al ideario de los viejos fundadores es en la cuestión de la guerra y la paz. No sólo es que no se le escuche; es que sus declaraciones y actuaciones parecen ir en dirección opuesta. En primer lugar, incrementa el gasto militar, en tiempo de severos recortes presupuestarios. Entiendo puede hacer motivado por su necesidad de encontrar apoyos entre sectores de la derecha argentina, con los que conformó su plataforma. Pero en consecuencia deja ver que su prioridad es el programa económico, algo que se puede entender, dada la catastrófica situación del pais.

Pero de la misma forma que el mantenimiento del cepo cambiario no es considerada una política liberal, aún pudiendo ser justificada en aras a obtener otros fines, estas medidas de incremento del gasto tampoco pueden ser consideradas libertarias, aún pudiendo ser imprescindibles para mantener la mayoría de gobierno. El gasto en defensa no deja de ser un gasto público, y por lo menos en la teoría es difícil determinar si es o no más necesario que el gasto en universidades o en pensiones. Depende de en que se gaste y de cuanto se gaste, pues no existe un gasto militar en abstracto sino en bienes o servicios concretos, y son de estos de los que cabría discutir su pertinencia. Desde luego, no se ha hablado de privatizar en este ámbito o de buscar formas de defensa más adecuadas a los principios que defiende el presidente Milei.

Política exterior

Otro ámbito que cabría discutir es el de los gestos diplomáticos, que en principio son de carácter simbólico. Corresponden a la figura presidencial y no alteran sustancialmente las cuentas públicas argentinas. Como ya señalamos en algún escrito anterior, uno de los principales aportes de la presidencia libertaria puede ser la visibilización en el escenario político mundial del ideario, de forma que se abra un debate académico amplio sobre sus ideas de política. Los gestos del presidente, como su viaje de apoyo a Israel o su disposición a formar parte de la NATO, pueden ser entendibles de acuerdo a sus visiones personales o de acuerdo con su visión geopolítica de la Argentina en el contexto regional o mundial, pero no parecen tampoco adecuarse a la visión libertaria clásica de lo que deberían ser las relaciones  exteriores de un país, de acuerdo con esta visión.

Pueden ser necesarias de nuevo para conseguir el apoyo de instituciones internacionales como el FMI para financiar sus proyectos de reforma, pero es conveniente también de nuevo advertir que no se corresponden a la visión clásica o contemporánea del libertarismo. Creo que debería matizarse, o incluso hacerlo el propio presidente, para evitar equívocos y que no se confunda su postura concreta con la de los clásicos ancaps, que sea acertada o no, lo que sería otro debate, es la que ha dedicado muchos años y esfuerzos a conformar.

Ver también

El Estado y el orden mundial. Sobre la crítica de Hoppe a Milei. (Alba Merino Roselló).

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