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Las consecuencias económicas de los aranceles de Trump

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Por Holly Jean Soto. El artículo Las consecuencias económicas de los aranceles de Trump fue publicado originalmente en FEE.

Trump afirmó recientemente que «los aranceles son lo mejor que se ha inventado nunca», mientras hablaba de su propuesta de imponer un arancel del 60 por ciento a las importaciones chinas y aranceles generales del 10 al 20 por ciento. Sin embargo, los aranceles tendrán enormes costes económicos para el pueblo estadounidense.

El primer problema de la política arancelaria de Trump es que no entiende el principio económico básico de la ventaja comparativa. Contrariamente a la visión de Trump del comercio internacional como un juego de suma cero, no deberíamos intentar especializarnos en aquello en lo que otros países son mejores. Producir todo internamente en nombre de la protección de los empleos y la fabricación de Estados Unidos no es económicamente ventajoso. Eso es un mito económico.

La teoría económica básica nos muestra que si fuéramos autosuficientes en todas las cosas, el coste de oportunidad sería demasiado alto. Sin embargo, si nos especializamos en lo que hacemos mejor a un coste inferior al de nuestros competidores, estaremos mejor. La realidad es que el libre comercio permite a las personas acceder a una mayor variedad de bienes a un coste menor que si intentaran producirlo todo internamente. Entonces, ¿por qué Trump no entiende un principio económico básico que todos aprendimos en el instituto?

Un juego de suma cero

Un segundo problema es que Trump considera nuestro déficit comercial como un juego de suma cero, pero es un mito económico que importar más de lo que exportamos nos haga estar peor. En realidad significa que somos ricos. Antiguamente, se creía que la riqueza de una nación provenía de las reservas de oro y plata que poseía el país y, por tanto, los países debían potenciar las exportaciones y resistirse a las importaciones para maximizar esta riqueza metálica.

Adam Smith demostró que esto era erróneo en su Riqueza de las Naciones. Demostró que existe un problema cuando sólo se observa el déficit o el superávit de la balanza comercial internacional. En cambio, si los bienes y servicios disponibles para el pueblo estadounidense son mayores como resultado del comercio internacional, entonces los estadounidenses son más ricos, no más pobres.

La tercera cuestión es que las tácticas de castigo de Trump, como el arancel del 200% a John Deere, no consiguen resolver la raíz del problema del empleo y la fabricación en Estados Unidos. La realidad es que las empresas estadounidenses como John Deere están sufriendo los costes provocados por una mala política económica. Dichas políticas han incrementado los costes laborales y de fabricación en Estados Unidos. Los costes laborales suponen más de la mitad de los gastos generales de fabricación para empresas como John Deere, por lo que, naturalmente, tienen el incentivo de minimizar los costes trasladando los puestos de trabajo y la fabricación al extranjero. La pregunta no debería ser «¿Cómo puedo castigarles para que se queden?», sino «¿Cómo reducimos los costes de que hagan negocios aquí en EE.UU.?». El castigo y la intimidación no hacen nada para resolver la raíz del problema.

El «uso inteligente» de un arma de destrucción económica

Trump promete que su «uso inteligente de los aranceles» restaurará la fabricación estadounidense, pero la verdad es que estas políticas solo ofrecerán costes más altos a los fabricantes y consumidores estadounidenses y exacerbarán la inflación. La historia nos ha demostrado que han sido los consumidores estadounidenses, y no los países extranjeros, los que han pagado -y seguirán pagando- los aranceles. Las estimaciones muestran que los aranceles costarían al hogar estadounidense típico más de 2.600 dólares al año.

Aunque el plan de Trump de reducir el tipo del impuesto de sociedades del 21% al 15% empezará a resolver los problemas de la cadena de suministro estadounidense a los que nos hemos enfrentado y tendrá un impacto positivo en el crecimiento económico, los beneficios se verán contrarrestados, al menos en parte, por sus costosas políticas arancelarias, especialmente para la clase media y baja. La triste realidad es que sus propuestas políticas tienen un enfoque de «7 pasos adelante, 10 pasos atrás» para el crecimiento económico.

La realidad es que los países que están abiertos al comercio y la inversión tienden a experimentar un crecimiento económico sostenido a largo plazo y niveles de vida más altos, mientras que los países que aplican mayores restricciones y aranceles al comercio internacional tienen un crecimiento económico más débil.

En resumen, los aranceles nunca abaratan los productos. Sólo el libre comercio puede hacerlo.

Ver también

Donald Trump se define como el hombre-arancel. (María Blanco).

Con Trump nace el capitalismo de matones. (María Blanco).

Las guerras comerciales no son fáciles de ganar. (Juan Ramón Rallo).

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