El virus mental contra la energía solar

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En un famoso vídeo del canal de YouTube Veritasium, se entrevistaba a varias personas al azar en la vía pública sobre un concepto simple: ¿qué recibe el planeta tierra del Sol? ¿Y qué hace el planeta con aquello que recibe?

El sistema educativo occidental ignora una premisa básica: puedes llevar a un caballo al río, pero no le puedes obligar a beber. Millones de alumnos son expuestos a información que debería ser asimilada fácilmente, pero termina fluyendo río abajo sin que sea absorbida.

Eso explica por qué la mayoría de los entrevistados no supieron contestar correctamente a una pregunta tan fácil. Del sol recibimos energía con baja entropía. ¿Y qué pasa con ella? Simplemente es irradiada al espacio exterior con una entropía mayor.

Recibimos energía y la expulsamos en su misma medida. Gracias a este equilibrio no somos una esfera de hielo o de fuego. Es el ABC de nuestro ecosistema, y cualquier discusión racional sobre las fuentes energéticas que usa el ser humano debería partir de respetar lo esencial.

Por desgracia, lo racional nunca ha sido la base del debate energético. Prueba de ello es el estancamiento del desarrollo de la energía nuclear, que ha durado décadas, y del que va a costar recuperarse.

Precisamente la batalla por volver a utilizar una fuente de energía tan esencial como la nuclear ha tenido efectos secundarios no deseados. Uno de ellos es crear en la derecha una visión de la energía solar que se aleja bastante de la realidad actual.

La energía solar, concretamente la fotovoltaica, tenía muchos problemas hace 20 años. Yo los recuerdo bien porque los listaba diariamente en las mil discusiones que tuve en el internet prehistórico de los blogs. Pero el tiempo ha pasado, la tecnología ha progresado y todas aquellas críticas ya no tienen base real.

Con los años empiezas a catalogar a las personas en dos clases: los que aprenden sobre algo, construyen una opinión y la mantienen toda su vida, y los que son capaces de ir cambiando de opinión según la realidad les demuestra que están equivocados.

Con la energía solar hay que olvidarse de los datos que se escuchaban hace diez años y centrarse en la información actual. El coste por vatio se ha reducido un 90% en ese tiempo. Ya se habla de que puede ser más barato construir la valla de tu casa con paneles solares que con madera. Y se proyecta que este coste baje a apenas 10 centavos de dólar por vatio en 2030, lo que convertiría a los paneles en omnipresentes en nuestras estructuras.

Pero la energía solar sigue teniendo un problema que no se ha superado, y del que se ha estado hablando mucho en España estas semanas. Por mucha producción que aporte a la red, tiene que compartir el mix con suficiente generación convencional que supla sus carencias:

  • Control de voltaje: la generación solar intermitente puede causar fluctuaciones de voltaje, especialmente en redes con alta penetración renovable, debido a cambios rápidos en la producción (ej., nubes).
  • Control de frecuencia: la frecuencia de la red (muy comentada desde el 28 de abril) tiene que ser proporcionada por generación convencional suficiente.
  • Capacidad de blackstart: los sistemas solares no tienen capacidad inherente de blackstart (reiniciar la red tras un apagón total) debido a su dependencia de inversores y la red activa.

Estos problemas son reales, y por lo tanto es de vital importancia mantener a los grandes generadores síncronos en España, independientemente de cuánto crezca la potencia instalada renovable. Las centrales nucleares en activo deberían seguir operando solo por esta razón. Y planear su cierre (ya se por decreto o asfixiando a sus propietarios vía impuestos) solo se puede entender desde la cerrazón ideológica o la corrupción política.

Una vez dicho esto, la tecnología fotovoltaica tiene un aliado muy fuerte que está siguiendo su misma evolución en costes: las baterías de ion-litio. El precio del kWh de esta tecnología ha caído un 90% en 15 años, y se espera que caiga otro 50% de aquí a 2030. La combinación de paneles y baterías baratos abre un universo de posibilidades a corto y medio plazo que no pueden ser obviadas.

La división de Tesla de baterías (Megapack) publicó recientemente un artículo en X donde describe muy bien cómo la energía solar puede enfrentar a sus puntos débiles. No es ciencia ficción, ni un prototipo. Son productos reales, que funcionan en el mundo real. Y que van a ir abriéndose paso más rápido de lo que pensamos.

Los debates sobre tecnologías son siempre polémicos. Hay argumentos a favor y en contra de cualquier cosa. Y se necesitan ciertos conocimientos que no están al alcance de cualquiera. Por eso es mejor atender a lo fundamental. Una fuente de energía tiene que resolver problemas en dos ámbitos: en el de las leyes de la naturaleza, y en las leyes del mercado. Los paneles solares y las baterías hace muchos años que resolvieron el problema de generar electricidad a partir de los fotones que recibimos del sol y mantenerla almacenada para su uso bajo demanda. El problema siempre lo han tenido con las leyes del mercado; una tecnología puede ser muy meritoria, pero puede ser obviada si su alternativa es más económica.

Si eso cambia, y la tendencia clara es que está cambiando ya, su victoria sobre otras fuentes de energía va a ser indiscutible.

¿Eso quiere decir que hay que prescindir de la generación convencional?

Hay un debate casi filosófico sobre si una civilización debe enfocarse en explotar al máximo a su estrella o producir energía creando sus propios reactores nucleares de fusión. Yo me inclino más a lo segundo, pero no vivimos en el año 2250, sino en 2025. Cualquier fuente de energía es bienvenida, y lo sensato es mantenerlas a todas sobre la mesa hasta que la evolución técnica y económica dicte cuál es el camino por seguir.

Pero en el caso particular de España hay un factor que muchos detractores de lo solar no están teniendo en cuenta. Es lógico porque a mí tampoco me gusta mucho pensar en ello: nuestras administraciones públicas no son de fiar.

Los parques fotovoltaicos, e incluso las baterías enormes como las Megapack de Tesla, son relativamente fáciles de montar y, llegado el caso, desplazar a otra ubicación. Las centrales nucleares y las centrales de bombeo (baterías convencionales) no. Es mucho más fácil invertir en el sector solar que en el convencional, porque es más fácil recuperarse de un cambio regulatorio si tu capital inmovilizado en el país es menor.

Eso explica la espectacular proliferación solar en España en estos cinco años pese a que, hace apenas 15 años, el Estado español estafó miles de millones de euros a los inversores internacionales en energías fotovoltaicas, y sigue negándose a devolver el dinero, aunque haya sido condenado en múltiples instancias. Algo así no va a pasar nunca con el sector nuclear, como demuestra que no se haya vuelto a construir una central desde la infausta moratoria nuclear de Felipe González.

A mí me gustan todas las tecnologías que vencen a las leyes del mercado, pero también cuentan, y mucho, las que pueden vencer a las fuerzas del Estado. Una fuente de energía que baja constantemente su coste, que permite la descentralización (islas eléctricas aislada de la red principal), o que se complementa muy bien con el minado de bitcoins, está perfectamente posicionada para ser la fuente energética del futuro. Negarse a verlo porque hace veinte años nos la quisieron colar con calzador es compresible, pero estúpido. Y las ideas estúpidas son virus mentales que hay que vencer a base de mostrar la realidad.

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