Por oseph Dinnage. El artículo La BBC y la muerte de la tecnoburocacia fue publicado originalmente en CapX.
‘La confianza es la base de la BBC. Somos independientes, imparciales y veraces.’ Esto se extrae de la primera línea de la sección ‘Confianza’ del código de conducta de la BBC. Sin embargo, los acontecimientos de la última semana han confirmado las sospechas de muchos de que nuestra emisora nacional no es tan incorruptible como nos quiere hacer creer.
Habría que vivir debajo de una roca para no haberse dado cuenta de que la BBC está envuelta en una crisis por (entre otras cosas) la edición selectiva de un discurso de Donald Trump el 6 de enero de 2021, justo antes de los disturbios del Capitolio. En un documental emitido en Panorama en octubre del año pasado, ‘Trump: ¿Una Segunda Oportunidad?’, se hizo parecer que el presidente estaba instando explícitamente a los manifestantes a asaltar el Capitolio de EE. UU.
El presidente de la BBC, Samir Shah, se ha disculpado por este ‘error de juicio’ y Tim Davie, el Director General, y Deborah Furness, la Jefa de Noticias, han dimitido. Sin embargo, Trump aún no está satisfecho y parece querer que la organización se rinda a sus pies. A menos que la BBC ofrezca una retractación, disculpa y compensación antes de este viernes, amenaza con demandar por ‘no menos’ de 1.000 millones de libras esterlinas.
Por supuesto, esta no es la primera vez que la ‘Tía Beeb’ [apodo cariñoso/irónico de la BBC] se quita la máscara. Todos recordarán las quejas sobre su cobertura de la atrocidad del 7 de octubre en Gaza y el conflicto posterior, cuando se negó a describir a Hamás –un grupo terrorista proscrito– como terroristas. BBC Arabic también ha sido acusada durante mucho tiempo de tener una dirección editorial antiisraelí. Un tipo que dijo que los judíos deberían ser quemados ‘como hizo Hitler’ apareció como invitado en BBC Arabic 244 veces en 18 meses.
En 2023, cuando Coutts le retiró los servicios bancarios a Nigel Farage, el periodista de la BBC Simon Jack sugirió que había perdido su cuenta porque su valor financiero no alcanzaba lo que el banco requería. Farage descubrió documentos que demostraban que su cuenta fue cerrada de hecho porque sus posiciones públicas ‘no se alineaban’ con las de NatWest Group, propietario de Coutts. Tanto la BBC como Jack tuvieron que emitir una disculpa.
También se dice que el personal de la BBC está preocupado porque reporteros especializados en temas LGBT han prohibido efectivamente que se informen ciertas historias que podrían contradecir su agenda progresista y pro-trans —uno de los temas, junto con Trump y Gaza, cubiertos por el tristemente célebre informe filtrado de Michael Prescott.
Por otro lado, no es solo la derecha la que está enfurecida con la Beeb. El antiizquierdismo supuestamente también es rampante en la Broadcasting House. Laura Kuenssberg, quien ha sido la periodista política insignia de la BBC durante años, es acusada constantemente de ser una derechista secreta. Hacia finales del año pasado, Kuenssberg tuvo que cancelar una entrevista con Boris Johnson después de que accidentalmente le enviara notas informativas de antemano, lo que muchos izquierdistas afirmaron que era demasiado conveniente para creer.
Mientras era líder del Partido Laborista en 2016, Jeremy Corbyn pidió su despido por su supuesto sesgo de derecha, y ni hablemos de todo el alboroto sobre el supuesto gorro prorruso de ‘Jezza’ [apodo de Corbyn]. Por separado, el regulador de medios Ofcom encontró que la BBC había incumplido las reglas de imparcialidad en una emisión en el programa ‘World at One’ de Radio 4 en 2021, en la que la exlíder de los tories escoceses, Ruth Davidson, expresó puntos de vista ‘fuertemente críticos’ hacia el gobierno escocés sin dar suficiente tiempo de antena a opiniones alternativas.
La capacidad de la BBC para enfurecer tanto a la Izquierda como a la Derecha se interpreta a menudo como testimonio de su imparcialidad. La lógica es que en un clima cada vez más polarizado, la información franca de los hechos se ha vuelto difícil de lograr sin provocar una respuesta agresiva. Así que, cuando ambos lados están más o menos igualmente molestos por una historia, probablemente se ha informado de manera imparcial.
No estoy convencido. Lo que nos dicen los diversos ejemplos de sesgo anti-derecha y anti-izquierda no es que la BBC sea imparcial, sino más bien que se adhiere a una ideología particular que la mayoría de la gente simplemente odia, aunque por diferentes razones. La Beeb se ha convertido en un recipiente para el ‘lanyardism’[i] (‘portacredencialismo’) – la escuela de pensamiento preferida por la “tecnoburocracia”.
Las interpretaciones difieren, pero las creencias de esta élite directiva parecen reducirse a la forma más poco imaginativa del liberalismo moderno: la diversidad es incuestionablemente nuestra fuerza; los mercados son importantes, pero no se les puede permitir operar sin suficiente burocracia; si existen o no los hombres y las mujeres es en realidad un asunto profundamente complejo; la posición internacional de una nación se basa en su compromiso con el Cero Neto; los planes de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) son el precio que las empresas tienen que pagar por los pecados de nuestros padres; y así sucesivamente.
El apetito por esta combinación de socialdemocracia y progresismo social siempre ha sido pequeño, sin embargo, en los pasillos de Broadcasting House y los edificios gubernamentales de Whitehall, se ha convertido en la ideología de rigueur. Desde Tony Blair hasta Keir Starmer, ha sido el sistema de creencias definitorio de nuestro tiempo, informando el enfoque de Westminster sobre la economía, los problemas sociales y la migración, atando a políticos desafortunados mientras explican por qué es deber de los contribuyentes pagar hoteles para migrantes, mientras también justifican los estándares deficientes en servicios públicos críticos como la atención médica.
El ‘portacredencialismo’, en otras palabras, es el fundamento intelectual de nuestro declive, y los británicos ya no lo están asimilando. Lo que la BBC está enfrentando, por lo tanto, es mucho más profundo que una crisis aislada, y se está replicando en todo nuestro panorama institucional. Está teniendo lugar un cambio ideológico, en el que las condiciones sociales y económicas que habrían permitido a un medio de comunicación financiado por el contribuyente imponer sus valores al resto de nosotros y salirse con la suya ya no existen. Y aunque ‘Strictly Come Dancing’ y ‘Antiques Roadshow’ [programas de entretenimiento de la BBC] pueden deslizarse a través de las placas tectónicas en su forma actual, parece cada vez más dudoso que lo haga BBC News.
[i] La expresión lanyardism se puede traducir literalmente como “portacredencialismo”. Pero es una expresión muy extraña en español. ‘Lanyardism’ o, más propiamente ‘lanyard class’ hace referencia a una clase social que no es la de los trabajadores ni los capitalistas o los empresarios, sino esa nube de profesionales administrativos, académicos, consultores, periodistas, que operan en el aparato estatal, ONGs, grandes empresas, instituciones culturales o redes globalizadas. La expresión hace referencia a quienes portan una credencial y “están dentro”, frente a quienes se quedan fuera. Aquí, para evitar el horrísono término “portacredencialismo”, hemos traducido ‘lanyard class’ por “tecnoburocracia” o “casta tecnocrática”.


