Sólo sí es sí. ¿Es oro todo lo que reluce?
Si vamos a la raíz del problema, nos encontramos con un autor que le dedica su obra a quien admira por ser el primer revolucionario: Lucifer.
Si vamos a la raíz del problema, nos encontramos con un autor que le dedica su obra a quien admira por ser el primer revolucionario: Lucifer.
Una forma de intervenir es influyendo activa y voluntariamente sobre las valoraciones de los agentes económicos.
El supuesto cambio es sólo el banderín de enganche, la excusa a través de la cual pretenden infectarnos de un virus mucho más letal: un neomaltusianismo ramplón y terrible que justifica una “revolución permanente”.
“Al cabo de siete años harás remisión. He aquí en qué consiste la remisión: Todo acreedor remitirá lo que haya prestado a su próximo; no lo exigirá a su prójimo,
Desconozco si el origen de los procesos en la Rusia de principios del siglo XX fue artificial o espontáneo, aunque tenga mi opinión. Basta leer los periódicos para entender que los de ahora están siendo dirigidos desde el poder.
En lo que no se ponen de acuerdo los historiadores es en si el origen de la revolución de 1917 fue natural o artificialmente creado. Si fue natural, la providencial fortuna de unos revolucionarios profesionales que estaban, en su mayoría, fuera del país -y viviendo, suponemos, del aire-, apenas un año antes, fue antológica.
Decía Ortega que el de “generación” es un concepto fundamental para el estudio de la historia. Las personas, en cada periodo, están influidas por las creencias de cada tiempo, por
Europa llegó a conquistar el mundo asentada firmemente en tres pilares muy sólidos, la racionalidad griega, la cosmovisión cristiana y la forma de pensar jurídica romana: una racionalidad que trataba
En Noviembre de 2003, unos años después de la desintegración de la Unión Soviética, Georgia vivió “la Revolución de las Rosas”, gracias a la cual llegó al poder -tras la
Distinguía Hannah Arendt tres grupos de personas dentro de quienes han perdido la capacidad de pensar críticamente sobre las acciones propias: los nihilistas, los dogmáticos y los normales.