Señor presidente, “Desconecte el enchufe de esta insensata propuesta” le pedían en una carta firmada por los premios Nobel de Economía Milton Friedman y James Buchanan, entre muchos otros prestigiosos economistas los cuales se encontraba el argentino Meir Zylberberg, al entonces presidente de los Estados Unidos George W. Bush.
¿Cuál era aquella insensata propuesta? Básicamente, aquello que la OCDE aún hoy persigue con sus políticas en materia fiscal. En el foco de esas políticas se encuentra la eliminación de la competencia fiscal entre estados. Aquella carta de mayo de 2001 prosigue:
Esta es una iniciativa completamente errónea. La competencia impositiva es una fuerza liberadora en la economía mundial, algo que debe ser celebrado más que perseguido. Fuerza a los gobiernos a ser fiscalmente más responsables para evitar desviar la actividad económica a lugares con impuestos más bajos.
La OCDE busca crear un cartel de impuestos. El beneficio de los consumidores y la economía son más eficientes cuando las estaciones de servicio, los bancos, tiendas de mascotas y las compañías automotrices compiten. Lo mismo es cierto para el gobierno. La competencia promueve la eficiencia y fomenta a los legisladores a que moderen las finanzas públicas.
Cartelización que tanto critican y persiguen cuando la realiza el sector privado. Luego entre otros asuntos, la carta concluye:
La OCDE amenaza el comercio global. El esfuerzo de la OCDE es similar al de un estado de alto nivel impositivo como California tratando de impedir que inversiones en dólares vayan hacia un estado con bajos impuestos como Nevada
Viejo paradigma. El problema de la OCDE
El ideario sobre el cual se sostiene la postura fiscal de la OCDE y que a través de su softlaw intenta expandir al mundo, se basa en una visión estática y errada de la economía anclada en los modelos de León Walras y Vilfredo Pareto.
A mayor abundamiento, y según ese paradigma equivocado que gira en torno a la teoría del equilibrio, el proceso social de mercado posee fallas endógenas y, por lo tanto, genera una serie de diversos problemas que justifican la existencia e intervención del estado. En resumidas cuentas, así se justifica todo tipo de locuras e intromisiones en la vida de las personas. La tributación, aunque data de antaño, es una de ellas.
Cuando se dice que la evasión fiscal daña la economía en 1, 2, 3 o los billones de dólares que sean, es totalmente incorrecto. ¿Cómo va a dañar a la economía? Sí, la economía, ¡es la misma gente! Lo que intentan decir, y lo que sucede, es que ese dinero ahora no va a pasar por las manos porosas del estado. Estado que no es más que otro conjunto de personas, pero que sus ingresos no surgen ni derivan de un proceso social de mercado (voluntario), sino que de un accionamiento coactivo. Es decir, de similar violencia que la relación amo y esclavo en el campo de algodón.
En cuanto a la evasión y a la ciudadanía, vale decir que el dinero debe quedar en su propietario y productor originario y no en quien desea tomarlo a la fuerza. Pero además de la cuestión ética, cada unidad monetaria gastada por los propietarios originarios es mucho mejor aprovechada y eficientemente gastada que si el mismo dinero fuese gastado por el gobierno; así sea que vayan dirigidas a solventar el mismo bien o servicio.
Pilares y acciones de la “prestigiosa” OCDE
Veinticuatro años después de aquella carta, la OCDE sigue con su mismo ideario bajo su altruista lema “better policies for better lives”.
Siempre la máscara debe ser buena, estéticamente agradable y bien intencionada. Pero cabe recordar lo que William Shakespeare dice en su obra El mercader de Venecia, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
Aquí sucede lo exactamente lo mismo. En materia tributaria, la OCDE viene desarrollando hace años documentos, estudios, foros, lobbys, congresos, etc. que concluyen en pilares, acciones, criterios, etc. que en definitiva constituyen soft y no tan soft laws para los países.
Una de sus acciones versa sobre los desafíos fiscales derivados de la digitalización de la economía. Pero, ¿cuál sería el desafío? El desafío es mantener el statu quo opresor. Estado versus personas libres.
Lo que no se dan cuenta es que estar en la era de la digitalización de la economía supone implícita y necesariamente la desaparición del estado. Porque en este irrefrenable proceso evolutivo de la civilización humana, la digitalización es, un avance que no concibe formas ineficientes de hacer las cosas (por supuesto que habrá resistencia del poder y quienes quieren mantener el statu quo).
El ejemplo estrella a todo esto es la filosofía detrás del Bitcoin: dejar al estado fuera del juego o del proceso social voluntario (mercado). Y como los políticos saben esto último, entonces surge la respuesta: la imposición de las macabras CBDC.
Otra de sus acciones tiene que ver con el denominado Impuesto Mínimo Global. Que no es más ni menos que el muro de Berlín del Siglo XXI. Dicho por la misma OCDE, busca limitar la competencia. Sin entender verdaderamente lo que erróneo y pernicioso que esto significa. A este asunto me limito y remito a mi artículo anterior sobre el tema, pero añadiendo el interrogante: ¿quién no quiere competir? no compite el que sabe que no tiene posibilidades de ganar, no puede hacerlo igual de bien, o bien se sabe peor, o directamente perdedor.
Este es el caso de Europa. El 70% de los países miembros de la OCDE son europeos. Social y económicamente Europa llegó a un nivel crítico y preocupante. Cayó en su propia trampa del estado de bienestar. Su mentira llegó a un callejón sin salida y ahora sea a la fuerza o sea con soft-policies, intenta que el resto del mundo siga sus pasos. No desea competir contra un mundo que acelera a pasos agigantados. A través de políticas que ningún ciudadano europeo vota directamente, ningún gobernante o burócrata desea perder sus privilegios de vivir de lo ajeno (recordemos que el estado es violencia. Su esencia es violencia organizada y teóricamente legitimada),
Nuevo paradigma. Nueva era y el ejemplo de Liberland
Ahora se debate en el seno de la Unión Europea el control de las redes sociales. La libertad de expresión y la falta de identificación de los usuarios suponen un “peligro para la democracia”.
Pero nuevamente, ¿peligro para quién? Para todo burócrata y estatólatra que vive de lo ajeno, claro está. Las redes sociales no solo han tenido un efecto masificador del conocimiento, sino que también han multiplicado los debates y confrontación de ideas a un nivel nunca antes visto en la historia.
Sucede que, la mentira necesita ayuda del gobierno, la verdad sale a la luz por sí sola. En los debates de las ideas, lo ilógico o irracional, cae por su propio peso al quedar reducido al absurdo. La lógica y la coherencia ganan. Pero es necesario que exista plena libertad de expresión para que se dé correctamente este proceso fructífero.
Entonces, volviendo a los paradigmas, la economía trata sobre la acción humana. No hay nada estático ni de equilibrio en ella, y justamente la creatividad empresarial es el factor dinamizante que inclina el mundo hacia el progreso. Los impuestos no son más que cepos o palos en la rueda que dificultan el avanzar humano, no importa el pretexto. No existe el impuesto neutro, ni mucho menos el impuesto justo. Lo único justo es la inexistencia del impuesto. Y, además, en este sentido, el ciudadano de a pie comienza a darse cuenta que el estado no provee ningún servicio o bien público que no pueda ser provisto de mejor forma y a menor precio que el mercado (incluso la seguridad o defensa exterior). Siendo así, la tributación y todo su edificio se desmoronan.
En este contexto existen proyectos concretos como el de Libertad donde se plantea un país sin estado. Un nuevo mundo libre. La civilización humana empieza a dar pasos serios en lo que a imaginar y crear un mundo sin estados respecta. Aún son los primeros pasos, pero sin duda en la dirección correcta.
El enchufe ha sido desconectado; gracias señor presidente
Respondiendo al pedido que hicieron aquellos gigantes de la economía allá en 2001, hoy en 2025 el número 45 y actual número 47 presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sin perder el tiempo quita su apoyo a la auto-desprestigiada OCDE y reivindica la soberanía y la competencia fiscal entre países. Veremos qué hará la OCDE, si recapacita y actúa por el buen sendero o si continúa promoviendo políticas en detrimento de las personas.
Por último, y para seguir refutando a Wendell Holmes Jr. y su tan conocida, pero perjudicial frase, vale mejor citar a Mark Skousen, economista estadounidense, cuando dice:
Los impuestos son el precio que pagamos por fallar en construir una sociedad civilizada. Cuanto mayor sea el nivel de impuestos, mayor es el fracaso. Un estado totalitario de planificación centralizada representa una derrota completa para el mundo civilizado, mientras que una sociedad totalmente voluntaria representa su éxito final.
Dicho de otra forma, los impuestos son un claro indicio de incivilización y serán estudiados en un futuro como una mancha en la historia de la humanidad. Las sociedades alcanzarán su éxito total cuando el último impuesto sea recaudado.