Una interesante serie francesa, Hipócrates, plantea en su tercera temporada el problema de la complementariedad de recursos en toda su crudeza. Comienzo repasando algunas de las situaciones ilustrativas.
- Debido a la ausencia de personal médico, sanitario y administrativo por vacaciones, bastantes dependencias del hospital permanecen cerradas. En concreto, el servicio de urgencias está cerrado ante la imposibilidad de atender por la noche a pacientes a los que haya que internar.
- Una de las médicos residentes, Chloe, quizá la mejor preparada de sus compañeros, acoge en los pasillos de un ala abandonada del hospital a gente sin hogar, a quienes atiende de sus dolencias en su tiempo libre. Uno de ellos padece erisipela.
- En un servicio de atención móvil, los sanitarios encuentran a un señor con graves problemas de salud. Tratan de dejarlo en algún hospital pero ninguno lo acepta por estar saturados.
- Tanto una señora con demencia senil como este último señor, terminan en el ala abandonada del hospital, que en la serie llaman “Hospital California” atendidos voluntariamente por los protagonistas de la serie en su tiempo libre.
- Estando el servicio de urgencias cerrado, aparecen unos padres cuyo hijo está sufriendo ataques epilépticos de origen desconocido. El médico jefe decide reabrir las urgencias en horario hasta las 20:00, pese a que no ha cambiado ninguna circunstancia más, esto es, la gente sigue de vacaciones.
Bienes complementarios
El análisis económico de estos acontecimientos requiere comenzar por el concepto de recursos complementarios. Como es bien sabido, la elaboración de cualquier producto o servicio precisa del concurso de varios recursos debidamente combinados. La prestación de servicios sanitarios que nos ocupa requiere, por ejemplo, médicos, enfermeros, instalaciones, medicinas y administración, entre otras cosas. Estos recursos que combinamos para conseguir un determinado fin tienen una relación de complementariedad a efectos económicos, y se dice que son bienes complementarios.
La complementariedad no es una característica intrínseca de ningún bien. De hecho, es completamente subjetiva y solo aparece en la imaginación del emprendedor que quiere elaborar el producto. Por supuesto, existe también una complementariedad tecnológica u objetiva para producir determinados materiales, pero es irrelevante a efectos económicos, pues es independiente de las necesidades de los individuos.
Los bienes complementarios han de ser combinados en las proporciones adecuadas para que el producto se pueda fabricar o el servicio suministrar. Una vez más, las proporciones económicas no son algo objetivo, sino que proceden de la imaginación del emprendedor (y cuando digo emprendedor, no estoy pensando en una figura externa a los médicos arriba mencionados: Chloe, el médico jefe y en general todos los personajes de la serie actúan como emprendedores en muchos momentos de la serie).
El error empresarial
Y como toda acción humana, las de los emprendedores también están sujetas a error. En este caso concreto, pueden infraestimar o sobreestimar las proporciones requeridas de cada recurso complementario para conseguir una prestación exitosa del servicio.
Los acontecimientos descritos más arriba revelan la existencia de recursos que no se están utilizando (esas dependencias que permanecen cerradas, por ejemplo, o el tiempo libre de los médicos residentes). En el primer caso, es claro que no se utilizan por ausencia de bienes complementarios, como el personal administrativo y auxiliar que está de vacaciones. En el segundo caso, mucha gente diría que realmente el recurso no está ocioso, puesto que ese tiempo libre es necesario para la salud física y mental de los médicos, o simplemente porque su contrato de trabajo estipula un máximo de horas.
En suma, tenemos un hospital trabajando a máxima capacidad, pero con recursos ociosos por carencia de recursos complementarios[1]. En esas condiciones, aparece un nuevo enfermo, digamos el “sin hogar” con erisipela. Tanto al espectador como a los protagonistas de la serie les parece inhumano rechazar al paciente, pese a que es obvio que el hospital carece de capacidad para atenderle.
Ningún sistema a máxima capacidad puede dar más servicio por definición. Si se intenta que dé más, por algún lado se romperá. Pruebe el lector a conectar aparatos a su red eléctrica hasta que su consumo supere la capacidad que tiene contratada: saltan los fusibles y no es que no funcione el nuevo aparato, es que dejan de funcionar todos.
Lo mismo ocurre con el hospital, aunque sea un sistema más complejo, y aceptando que realmente estaba operando a máxima capacidad. Pero, claro, es inhumano rechazar al nuevo paciente, y Chloe decide combinar los recursos vacantes del hospital con su tiempo de médico para atenderle. El espectador no puede menos que empatizar con Chloe que pone por encima de su bienestar el del paciente aquejado por erisipela.
Otros usuarios menos afortunados
¿O no empatiza? ¿Qué ha pasado con todos esos pacientes que han sido formalmente rechazados por el hospital por hallarse a tope de capacidad y que no han tenido la suerte de que Chloe los viera por la ventana? ¿Acaso no han pagado sus impuestos igual que los aceptados en el hospital, y posiblemente al contrario que el “sin hogar” afortunado? ¿Puede Chloe realmente tomar esta decisión contra la gestión del hospital? Son otras preguntas que merecen reflexión, pero que ahora me distraerían del objetivo principal de este artículo.
La situación que confronta Chloe se va a reproducir con varios de sus compañeros, y se verán abocados a la misma solución, una vez descubran los recursos vacantes que utiliza Chloe. Por ejemplo, Arban, el médico de origen albanés, trata de que acepten al señor que encuentran los servicios móviles en un cierto hospital. Pero el responsable de éste la deniega basándose en que están saturados, esto es, que están operando a máxima capacidad. Una vez más, se revuelve el instinto del espectador contra la inhumanidad de responsable, y Arban “emprende” con su tiempo libre para que el señor sea atendido en los recursos vacantes del hospital California.
Algo parecido le ocurre al médico-jefe tras ver la desesperación de los padres del hijo epiléptico a quien se ve obligado a rechazar por estar formalmente cerradas las urgencias. Lo que hace es reabrirlas bajo su responsabilidad, sin contar con todos los recursos necesarios, ni administrativos ni auxiliares, que serán supuestamente suplidos por el sacrificio del tiempo de descanso de los médicos.
El sistema colapsa de nuevo
Y tal y como preveíamos, el sistema va a colapsar. Poco a poco hacen mella en los voluntariosos voluntarios tanto estrés como ausencia de descanso, y eso causa que sus decisiones humanitarias y filantrópicas se vuelvan un peligro, no solo para sus pacientes “informales”, sino también para los regulares que estaban dentro de la capacidad convencional del hospital. La ausencia de recursos complementarios se ha suplido con recursos bastante menos eficientes y que encima suponen una reducción de tiempo de doctor. En estas condiciones, es más fácil comprender al responsable médico que rechazó al señor recogido por el servicio móvil. No estaba actuando de forma inhumana, sino para proteger a los pacientes ya presentes en su sistema saturado.
Voy terminando. Lo ocurrido en la serie muestra que un sistema al que se trata de forzar por encima de su capacidad, aunque sea sanitario, colapsa. Además, se observa que la capacidad del sistema depende de todos los recursos complementarios que la conforman: la ausencia de alguno de ellos reduce la capacidad, y de ello son bien conscientes los buenos emprendedores, cuya principal actividad es precisamente coordinar los recursos necesarios de forma eficiente.
Es claro que los protagonistas de la serie se dejaron llevar por las emociones y no por la razón, y su actuación, aunque comprensible, fue reprehensible y no digna de enhorabuena. Y, sin embargo, como espectador, ¿por qué sigo pensando que lo hicieron bien? Si hay explicación, tendrá que venir de los psicólogos, no de los economistas.
[1] Sería muy interesante analizar si dicho desencaje se debe a la gestión burocratizada del hospital de la serie, que tiene toda la pinta de ser un hospital público. Pero eso sería materia de otro artículo.