Madrid, a 17 de febrero de 2021.-
Después del enorme shock sufrido por la economía española con motivo del COVID (el mayor entre los países desarrollados) y sólo superado por países con economías más modestas como Perú, parece que empiezan a vislumbrarse algunos datos positivos para la economía española. El crecimiento del PIB en el 4T2020 fue superior al pronóstico de los analistas y los PMIs invitan a un optimismo moderado. Las estimaciones de crecimiento son buenas para 2021, aunque en el mejor escenario posible (previsión FMI), sólo se recuperará la mitad del terreno perdido en 2020. Hay que recordar, además, que las previsiones para el año 2020 también eran buenas a inicio de año.
Como nota negativa, la incertidumbre sigue siendo la principal protagonista en la economía mundial. Las vacunaciones acumulan importantes retrasos y nuevas medidas de restricción económica y de movilidad podrían ser la puntilla final a sectores productivos que ya han sufrido lo indecible en 2020, el caso más significativo, aunque ni mucho menos el único, es el turismo.
La estructura de la economía española, especialmente centrada en servicios y con un tejido empresarial formado por muchas pequeñas empresas (financieramente más débiles), ha provocado un impacto económico más fuerte que en otras latitudes (unido a una gestión pública de la pandemia claramente deficiente que ha terminado provocando medidas más restrictivas o más prolongadas que en otros lugares).
La espada de Damocles de la economía española actualmente es su sobredimensionado sector público. El déficit público alcanzó niveles récord en 2020 y no se prevé una vuelta a un déficit inferior al 3% (criterio Maastricht) en algunos años. La deuda pública puede estar llegando a un punto de no retorno, actualmente se encuentra por encima del 115% del PIB.
Los sectores cíclicos como la vivienda y la venta de automóviles consiguen iniciar una tímida recuperación. A pesar de ello, están todavía muy lejos de los niveles pre-COVID. La compraventa de vivienda se estabiliza ligeramente por debajo de 35.000 viviendas al mes (muy por debajo de las 44.000 compra-ventas mensuales registradas a inicios de 2019).
La gran asignatura pendiente de la economía española desde el inicio de la democracia, el mercado laboral, ha tenido un comportamiento aparentemente positivo en comparación con otras crisis. Sin embargo, debajo de la aparente calma se esconde una bomba de tiempo. Los ERTEs han provocado que las horas realizadas por trabajador cayera en picado (en vez de incrementar el desempleo). El habitual crecimiento del desempleo en épocas recesivas de la economía española sólo se ha aplazado (y mientras se ha engrosado el ya abultado déficit público mediante el pago de salarios mientras no se trabajaba).
Es necesario mencionar que el notable ajuste que el sector privado hizo después de la anterior crisis coloca a la economía española en una situación de fortaleza relativa. El gran desapalancamiento del sector privado ha provocado una resistencia financiera que no se tenía en el 2008.
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