El próximo domingo 18 de mayo, los polacos están convocados para votar en (la que puede ser) primera vuelta de las elecciones para elegir a un nuevo presidente de la República, después de dos mandatos consecutivos, que suman diez años, del saliente Andrzej Duda[1]. A estas elecciones se presentan 13 candidatos, quienes previamente tuvieron que presentar más de 100.000 firmas de respaldo ante la junta electoral nacional, tal como prescribe la Constitución polaca (Art.127.3) para postularse para el cargo.
Siguiendo la estela del imperfecto bipartidismo de los últimos veinte años[2], la última encuesta augura que los candidatos con más probabilidades de pasar a la segunda vuelta – pues parece improbable que alguno obtenga más de la mitad de los votos válidos en la primera, art. 127.4 – son el alcalde actual de Varsovia, Rafał Trzaskowski – con un 30’80 %, apoyado por la Coalición Ciudadana/KO del primer ministro Donald Tusk[3]– y Karol Nawrocki – con un 25’50 %, apoyado por el partido Derecho y Justicia/PiS.
La preselección de ambos candidatos adoptó distintas formas. Por una parte, en noviembre del año pasado la KO eligió a Trzaskowski en un proceso de primarias frente al ministro de asuntos exteriores, Radosław Sikorski. En cambio, el desconocido Karol Nawrocki[4] fue elegido por un comité ciudadano formado por académicos afines, a quien el PiS, por boca del omnipresente Kaczyński, anunció su apoyo en una “Convención Ciudadana” celebrada en Cracovia pocos días después.
En cualquier caso, este sistema de elección a doble vuelta permite la postulación de numerosos candidatos, incluidos los independientes, que suscitan variados puntos de vista. En algunos casos incluso se enfrentan políticos pertenecientes a la misma coalición. Es el caso de Szymon Hołownia, quién compagina el cargo de presidente de la Sejm (o cámara baja) con el liderazgo de Polska 2050, uno de los partidos del gobierno; O el de Sławomir Mentzen y Grzegorz Braun, ambos de la constelación de partidos nacionalistas y tradicionalistas, con algunos tintes liberales en economía, que articulan la Confederación Libertad e Independencia.[5] Por su parte, la izquierda canónica presenta dos caras: Magdalena Biejat del partido Izquierda Nueva, integrante del gobierno, y Adrian Zandberg del partido Razem (Juntos) acampado en una oposición marginal, pero influyente en ciertos medios de comunicación convencionales.
Entre los independientes destaca el periodista Krzysztof Stanowski. Promotor y presentador del Canal Zero, albergado en YouTube desde febrero del año pasado, ha conseguido más de millón y medio de suscriptores. Logró inscribirse como candidato con el propósito de burlarse de los aspectos más absurdos de la democracia[6], con un programa electoral medio en serio[7]. Al mismo tiempo que hace campaña electoral se desdobla como entrevistador de los candidatos que no hacen ascos a visitar su propio canal. En cierto sentido, un seguidor práctico de Bryan Caplan.
Sin embargo, a salvo de sorpresas de última hora, los candidatos respaldados por los partidos políticos parten con ventaja, frente a los independientes que prueban suerte o se promocionan socialmente. Aunque unas elecciones democráticas incitan al debate sobre los temas más diversos, conviene perfilar someramente qué funciones desempeña el presidente de la República polaca, para calibrar la trascendencia de estos comicios.
En este sentido, la Constitución le atribuye unas competencias que hacen del ejecutivo polaco un poder casi bicéfalo, en el que, pese a la preeminencia del primer ministro elegido en la Cámara baja (Sejm) se mezclan elementos del sistema presidencialista francés (la doble vuelta en elección directa) con otros característicos del alemán o el italiano – más simbólicos y protocolarios – y notas del norteamericano como la prolongada campaña electoral.
En general, el presidente ostenta la Jefatura del Estado y del Ejército, la representación del estado en las relaciones internacionales, y mantiene una cancillería adjunta con una estructura administrativa a su servicio (Art 143). Modera las potestades tanto del Parlamento bicameral como del Primer ministro, quien dirige la acción política del gobierno y comparte con el presidente la iniciativa legislativa de proponer leyes al Parlamento (Art. 144.3 CP)
De este modo, el presidente goza de una potestad de veto sobre las leyes enteras (no sobre aspectos concretos) aprobadas por el Parlamento. Esta suspensión puede alzarse si el Congreso vuelve a aprobar en segunda lectura la ley dada por una mayoría de 3/5 de los diputados (Art. 122.5 CP) Asimismo, puede plantear recurso ante el Tribunal Constitucional (art. 122.3 CP) contra las leyes aprobadas por el parlamento antes de firmarlas. Con el consentimiento del Senado, puede convocar referendos (art. 125.2 CP) y dispone también del derecho de gracia (Ar. 139) En asuntos de particular importancia, el presidente puede convocar al Consejo de Gabinete. Este Consejo se forma por el Consejo de Ministros reunido bajo su presidencia. El consejo de gabinete no tiene las competencias del Consejo de Ministros. (Art 141).
Algunos actos del presidente deben refrendarse por el primer ministro, pero el artículo 144.3 de la Constitución desglosa una significativa lista de actos para los cuales el presidente no precisa de ningún tipo de autorización. Nos encontramos, pues, ante un contrapoder. O, dicho de otra manera, ante una faceta del poder ejecutivo que emana directamente del voto popular frente al poder indirecto del primer ministro, que otorga la mayoría parlamentaria.
En cualquier caso, desde que Donald Tusk obtuvo la investidura como primer ministro en diciembre de 2023, se ha producido una suerte de cohabitación con el presidente Andrzej Duda, por la necesidad que tienen ambos cargos de cooperar en la acción política. Aunque el jefe del Estado ha mantenido una distancia calculada y, como presidentes anteriores, abandonó la militancia del partido que le aupó al cargo, los lazos ideológicos no han desaparecido ni mucho menos.
Recientemente, el candidato Trzaskowski ha reconocido algo particularmente obvio. En las relaciones exteriores y la política de defensa de Polonia, ambas fuerzas políticas (KO y PiS) sostienen posiciones parecidas. En algunos aspectos, como el mantenimiento de un gasto militar equivalente al 5 por ciento del PIB, ese consenso se fraguó con antelación. En otros, como el despliegue de una valla de contención y fuerzas de control a lo largo de la frontera con Bielorrusia para impedir la llegada irregular de inmigrantes procedentes de países terceros,[8] el cambio de postura provino de los dirigentes de KO, que en un momento determinado entendieron, como sus aliados de izquierda, que las dificultades evidentes de sostener tamaños despliegues sin infringir los derechos humanos en algún caso se podrían aprovechar electoralmente. Lo cierto es que la pequeña polémica desapareció de las agendas de los partidos ante la abrumadora preocupación que provocó la invasión rusa de Ucrania.
Es en relación con el vecino país invadido, donde el medido apoyo de los gobiernos polacos de ambos partidos, que ha ido mellándose por la prolongación del conflicto frente a los momentos iniciales de solidaridad, ha desembocado en un consenso más evidente. Incluso un cerrado proteccionismo frente a las importaciones agrícolas ucranianas. De forma alarmante, el candidato Trzaskowski también se ufana de sus conversaciones con el presidente francés para perfilar una minoría de bloqueo contra el Acuerdo firmado entre la Comisión Europea y los países del Mercosur.
La acogida de los desplazados ucranianos, oportunamente liberados de obtener cualquier tipo de permiso de trabajo o residencia para establecerse en los países de la Unión Europea, ha supuesto el reforzamiento de un proceso que venía produciéndose por motivos económicos anteriormente. A la facilidad de integración de los trabajadores ucranianos en un país muy cercano culturalmente y que precisa de inmigrantes para puestos de muy diversa categoría y cualificación, se han sumado empresas ucranianas o mixtas de servicios, en tiempos especialmente propicios por la interconexión digital. El aumento de la población real ha producido beneficios obvios, pero también ha tensionado los servicios públicos básicos y ha disparado aún más la demanda de vivienda en las grandes ciudades.
Tal vez por esta razón, los candidatos de los dos grandes partidos subrayen con distintas expresiones que, por ejemplo, el subsidio de 800 zlotis por hijo menor de edad solo se mantendrá para los ucranianos que residan y trabajen en Polonia.
Por último, las diferencias estriban, entre otras, a cuestiones como la reversión de la legislación que los gobiernos del PiS, con el apoyo relativo del presidente Andrzej Duda, aprobaron, vulnerando principios básicos del Estado de derecho; la despenalización del aborto o la idoneidad del Pacto verde europeo, que los partidos de derecha consideran como el principal responsable de las dificultades de supervivencia de las explotaciones agrícolas y ganaderas.
Notas
[1] Presentado por el partido Derecho y Justicia – Prawo i Sprawiedliwość (PiS).- por primera en 2015, revalidó en doble vuelta su mandato en unas elecciones aplazadas por la pandemia del Covid-19 al 28 de junio y 12 de julio de 2020. Según el art. 127.2 de la Constitución de 1997, el presidente de la República solo puede reelegirse una vez.
[2] Muchos comentaristas hablan de un “duopolio” que puede resumirse en el hecho de que el actual primer ministro Donald Tusk ya se enfrentó a Lech Kaczyński (gemelo de Jarosław, presidente del PiS) en las elecciones presidenciales de 2005.
[3] Tusk dirige, a su vez, un gobierno fruto de un pacto poselectoral de su Coalición Ciudadana, la coalición preelectoral Tercera Vía y el minoritario partido de la Nueva Izquierda.
[4] Este doctor en Historia por la Universidad de Gdańsk , quién desempeña la presidencia del Instituto de la Memoria Nacional (IPN, por sus siglas en polaco) desde el año 2021, no está formalmente afiliado a ningún partido.
[5] A esta coalición pertenece la eurodiputada Ewa Zajączkowska-Hernik, quién se hizo célebre por la implacable diatriba contra Ursula von der Leyen en la sesión del Parlamento Europeo del 18 de julio del año pasado. El vídeo se hizo viral.
[6] Por eso propone un subsidio de 500 zlotis por cada cerdo, así como para toda persona que se identifique como cerdo.
[7] El tono del programa se refleja en lamentos como que ”los políticos polacos no hayan sido capaces de construir una sola central nuclear durante años y en su lugar malgasten tiempo y energía polémicas estériles y refriegas políticas”.
[8] Comenzados por el gobierno de Mateusz Morawiecki al tiempo que, junto a otros países vecinos de la UE como Lituania y Letonia, acusaban al régimen de Aleksander Lukashenko de utilizar estas incursiones masivas como elementos de guerra híbrida.