De los principios de la Escuela Austriaca de Economía pueden extraerse importantes y útiles aplicaciones directas al management empresarial.
De los principios de la Escuela Austriaca de Economía pueden extraerse importantes y útiles aplicaciones directas al management empresarial. Estas son algunas de ellas:
1. Da libertad de autoorganización a tus trabajadores
Si bien es cierto que hay tareas que requieren de un control férreo en su ejecución, en la mayoría de los casos no sólo no es necesario dicho control sino que este puede ocasionar tensiones innecesarias y suponer el desaprovechamiento de muchas de las cualidades del trabajador. Según Friedrich Hayek, “cualquier organizador sólo determinará por medio de órdenes las funciones que a cada miembro corresponda desempeñar”. “Permitirá, sin embargo, que los propios individuos, sobre la base de sus respectivos conocimientos y posibilidades, decidan en cuanto a los restantes detalles” (Hayek 1994)
2. Haz responsables a tus trabajadores
Esta misma libertad que debemos otorgar al trabajador para su autoorganización y para el máximo aprovechamiento de sus capacidades, es también la que lo hará más responsable. Sabemos que la otra cara de la libertad es la responsabilidad. Si no damos libertad a nuestros trabajadores tendremos con nosotros a personas infantilizadas y que, por lo tanto, requerirán de mayor supervisión. No hay mejor control sobre un empleado que su propio sentido de la responsabilidad.
3. Delega en tus trabajadores
Cuando esta libertad en la autoorganización se extiende a una libertad en la toma de decisiones se dice que delegamos en otra persona. La delegación no es sino fruto del reconocimiento en el otro de capacidades empresariales propias y con ello de la asunción de las responsabilidades que de su ejercicio se derivan.
4. Exígeles compromiso y versatilidad a tus trabajadores
De igual manera que el trabajador debe gozar de libertad para la autoorganización, no debe olvidarse nunca de cual es la meta final de la empresa. En una fantástica conferencia, Fredy Kofman (Kofman 2013) nos recuerda que la función real de un trabajador no es exclusivamente la realización aislada de la tarea que le ha sido encomendada, sino la realización de está con la consciencia de que de esta forma contribuye decisivamente a alcanzar la meta superior buscada.
5. Recuerda que tus trabajadores son empresarios dentro de la empresa
La función empresarial forma parte de nuestra propia naturaleza y la ponemos en marcha siempre que actuamos (Mises 1995). El empleado, como ser autónomo que es, tiene capacidades empresariales propias que le permiten gestionar la información, ser creativo o proponer cambios organizacionales. Estas capacidades deben ser incentivadas también a través de una mayor libertad de autoorganización de los trabajadores y haciéndoles partícipes de los logros de la empresa.
6. Potencia la creatividad de tus trabajadores con mayor libertad y considerando sus opiniones
La función empresarial es esencialmente creativa (Huerta de Soto 2012a). Y la creatividad es una pieza clave en la innovación, en la propuesta de nuevas formas de negocio o en la mejora de la eficiencia en los procesos de producción. La creatividad requiere de un espacio propicio para florecer. El sobrecontrol de los trabajadores, no contar con ellos más allá de sus estrictas funciones o una excesiva mecanización de sus puestos, acaba ahogando toda iniciativa y por lo tanto toda posibilidad de creatividad y de descubrimiento de nuevas soluciones empresariales.
7. Da libertad de autoorganización a tus equipos y a las empresas que subcontrates
Algo similar a lo dicho para los trabajadores es aplicable a la dirección de equipos o empresas para la implantación de proyectos empresariales. Cuando decidimos ampliar nuestra empresa construyendo un nuevo centro logístico, poco nos debe importar que el proceso de construcción se lleve a cabo siguiendo estrictamente todos los pasos planificados. Lo realmente relevante es que los hitos clave que marquemos se alcancen según la previsión de tiempos, costes y calidades. Una vez comprobado que el arranque del proyecto se realiza adecuadamente, es más eficiente marcar hitos de control separados en el tiempo, que tratar de implantar un control implacable e inflexible. La autonomía del equipo de trabajo o de la empresa externa subcontratada también es de vital importancia para el propio éxito del proyecto dado que permite que estos aprovechen mejor sus capacidades de autoorganización.
8. Contrata a trabajadores con sólidos principios
La eficiencia dinámica, concepto que desarrollara el profesor Huerta de Soto en un conocido artículo académico (Huerta de Soto 2012b) al analizar la interacción de social de las personas, también es aplicable a la empresa. Trabajadores con principios hacen más eficiente una empresa. El sentido del deber, el acatamiento del orden jerárquico, o unos sólidos principios morales hacen más predecibles los comportamientos y facilitan notablemente el trabajo del empresario. Una empresa con trabajadores responsables es una empresa que requerirá de una menor supervisión.
9. Haz de la misión de tu empresa la parte espiritual de la misma
Las personas involucradas en una misión común que trascienda y dé sentido a las propias metas y objetivos de la empresa actúan movidas por un entusiasmo difícil de transmitir de cualquier otra forma y son garantía de proactividad. La misión de la empresa queda en demasiadas ocasiones relegada a un párrafo anecdótico de declaración de intenciones en el plan de negocio. Sin embargo, debe estar siempre presente y los trabajadores no sólo tienen que conocerla sino que deben vivirla como algo propio si lo que queremos es lograr equipos de trabajo verdaderamente implicados.
10. Canaliza el conocimiento disperso dentro de la empresa aportando certidumbre
El conocimiento no sólo está disperso fuera de la empresa y no sólo el empresario debe utilizar su perspicacia para detectar oportunidades de ganancia. El conocimiento impregna todo el actuar empresarial y los trabajadores deben saber que su función empresarial es también esencial para encontrar nuevas formas de producir, nuevos procedimientos organizativos o nuevas maneras de satisfacer a los consumidores. En este sentido, las metodologías ágiles, por ejemplo, permiten situar al individuo y a su red de relaciones por encima de los rígidos procedimientos del management clásico, y de esta forma, facilitan la reacción ante posibles cambios en el entorno.
11. Ten una amplia visión de la meta de tu empresa
El ámbito de actuación de la empresa debe verse con cierta perspectiva. El entorno está sujeto a un constante proceso de transformación y la empresa debe tener la capacidad de poder reconvertirse a medida que el escenario se transforma. Debe haber una adaptación dinámica a las exigencias cambiantes de consumidores y clientes. El fabricante de velas que se vio exclusivamente como tal, desapareció con el surgimiento de la bombilla, mientras que el fabricante de velas que supo verse, de forma más amplia, como un profesional de la iluminación pudo adaptarse a las nuevas tecnologías a medida que estas se fueron descubriendo. Mientras el primero sufrió la destrucción creativa schumpeteriana (Schumpeter 1934), el segundo supo adaptarse a las nuevas tecnologías.
12. Utiliza sistemas ágiles de planificación y evita la burocracia interna
En muchas ocasiones las empresas son víctimas de su propia burocracia. Un afán de control extremo derivado de una inapropiada concepción organizativa de la empresa acaba creando instituciones altamente ineficientes. Una concepción mecanicista de la empresa que use a los trabajadores como peones difícilmente podrá aprovechar el potencial de estos y se perderá en una tupida red burocrática. Incluso en las empresas con los procedimientos más exigentes (empresas logísticas, empresas de Automación, etc.), estos deben ser lo más intuitivos y flexibles posibles, y deben estar sujetos a una constante revisión y al feedback de trabajadores y usuarios.
13. Analiza bien los riesgos de tu negocio o del proyecto que vayas a realizar
Saber que el futuro es de una incertidumbre inerradicable (Huerta de Soto 2012a) debe prepararnos empresarialmente para los escenarios más inesperados. Desde este punto de vista es esencial el diseño de planes de riesgos que contemplen las medidas de prevención y contingencia adecuadas, y que se establezcan los márgenes suficientes en las previsiones de tiempos y de costes.
14. No se debe valorar a los trabajadores a partir un estricto cálculo de productividad individual
Cuestiones no fácilmente cuantificables como la generosidad a la hora de ayudar a compañeros, la participación activa o creativa en las reuniones, crear un buen ambiente de trabajo, o compartir desinteresadamente la información, forman parte de las capacidades de muchos trabajadores, que, sin embargo, raramente son tenidas en cuenta en los estudios de productividad. A pesar de ello, personas con este tipo de cualidades pueden aumentar de forma importante la productividad del equipo y de la empresa. Las personas no somos robots evaluables de una forma exclusivamente cuantitativa ya que en el ejercicio de nuestra función empresarial, incluso dentro de la empresa, somos capaces de desplegar un complejo conjunto de capacidades.
15. El beneficio de tu empresa puede ir más allá del beneficio monetario
Desde la revolución subjetivista (Menger 1997) sabemos que el valor de las cosas es subjetivo. Un ejemplo clásico del profesor Huerta de Soto sobre la empresarialidad es el de la madre Teresa de Calcuta, que debe ser considerada como una gran empresaria a pesar de que sus ganancias no fueran crematísticas. La empresa no tiene por que buscar una maximización de los ingresos monetarios sino que puede perseguir objetivos paralelos tales como la propia satisfacción del cliente, el cuidado del medio ambiente o incluso la promoción de actividades filantrópicas.
16. No hay responsabilidad social corporativa más allá de la responsabilidad derivada del cumplimiento contractual con clientes y proveedores
Tu empresa puede dedicarse a actividades filantrópicas si así lo deseáis los propietarios, pero no existe obligación moral alguna de ejercerla. La única obligación de la empresa es la de acatar las leyes que sean justas, y el cumplimiento con aquellos compromisos contractuales que adquiera con clientes y proveedores. Las empresas, por otro lado, son ya en sí mismas valiosas institución sociales, creadoras de riqueza y de prosperidad, por cuanto para obtener beneficios deben satisfacer las necesidades de los consumidores.
17. Cuanto mayor sea tu empresa más difícil se hará su control central
El control centralizado de la empresa se hace cada vez más complejo con su crecimiento. El número de relaciones entre trabajadores y departamentos crece exponencialmente y se aleja cada vez más de la posibilidad de un férreo control central. El paradigma de la empresa cambia a medida que esta crece. Surge aquí la figura del intrapreneurship como emprendedor interno de la empresa o la subdivisión empresarial en unidades menores y más controlables, que la hagan viable.
18. Ahorra e Invierte en bienes de equipo para hacerte más competitivo
El ahorro es el hecho verdaderamente diferenciador en la economía. “Lo que distingue la vida contemporánea en los países de la civilización occidental de las condiciones que prevalecían en otras épocas anteriores es la cantidad de capital acumulado” (Mises 1936). Aplicado a la empresa diremos que aquellas empresas que ahorran pueden invertir en bienes de equipo y que estos, a su vez, mejorarán su productividad. La inversión es necesaria para obtener productos de consumo más asequibles y competitivos.
19. Los objetivos individuales de tus trabajadores deben estar alineados, en la medida de los posible, con la finalidad de la empresa
De lo contrario surgirán tensiones entre el propio individuo y la misión de la empresa. Una política de personal que trate de encontrar a aquellas personas apasionadas por la misión de la empresa, y por lo tanto por los objetivos que esta desea alcanzar, por encima de una estricta valoración de los logros curriculares, es muy importante en este sentido.
20. La información debe circular en tu empresa
La Escuela Austriaca nos ha mostrado que el conocimiento y la información están en muchos casos dispersos y son difícilmente articulables (Huerta de Soto 2012a). Esta información está también dispersa en el interior de la empresa. Una mayor autonomía del trabajador permite aprovechar parte de esta información de una forma mucho más eficiente. “El ser humano tiende a descubrir la información que le interesa” (Huerta de Soto 2012a) pero para ello debe gozar de cierta libertad de acción y de una actitud proactiva. Asimismo, la competitividad interna es buena siempre y cuando se ejerce dentro de un marco de cierta certidumbre para el trabajador. El confort en el trabajo es muy importante, y el trabajador, para compartir la información sin temor, debe saber que pertenece a un equipo que persigue solidariamente sus objetivos.
21. Debes ser perspicaz como empresario pero también dejar que tus trabajadores lo sean.
La perspicacia del empresario (Kirzner 1998) que observa las oportunidades de ganancia (Huerta de Soto 2012a) es consustancial a nuestra naturaleza empresarial. Sin embargo muchas veces se olvida que los propios trabajadores también pueden ejercen su función empresarial en el trabajo. Esto es lo que diferenciará realmente a nuestra empresa de las demás y lo que la dotará de un importante potencial competitivo. Los trabajadores usando su propia capacidad empresarial pueden añadir sustanciales mejoras en los procesos de fabricación y organización. No en vano tienen una información operativa de la que carecen los mandos superiores y que puede ser utilizada para lograr mejoras importantes en los procesos.
22. Es esencial que todos los miembros de tu empresa aprendan de los errores
La empresa tiene una alta capacidad para evolucionar si está diseñada para ello. Hayek percibió perfectamente la importancia de la evolución en las instituciones sociales. Somos capaces de anticipar problemas gracias a nuestro raciocinio, pero la naturaleza limitada de este también nos obliga a aprender de los errores. La prueba y el error es un método muy valioso de aprendizaje, pero la empresa debe disponer de mecanismos que recojan la información necesaria para ello. Tan importante será por lo tanto la planificación como el aprendizaje de los errores. Documentos como las lecciones aprendidas, utilizadas frecuentemente en dirección de proyectos, o recuperar las distintas experiencias de los trabajadores para la mejora de procedimientos, son métodos que habilitan para ello y serán por lo tanto esenciales para el crecimiento de la compañía.
23. Debes emular las soluciones exitosas de la competencia
La competencia entre empresas tiene múltiples beneficios para los consumidores. La empresas también pueden aprovecharse de este fenómeno. Una de la formas más útiles de hacerlo es imitar de los competidores aquellas soluciones empresariales que se hayan comprobado exitosas. En esta línea Israel Kirzner afirma que “la competencia en sentido dinámico (debe ser) entendida como proceso de rivalidad y emulación” (Kirzner 1998)
24. Ten una visión económica y no física de los recursos
Aquello que el profesor Bastos (Bastos 2016) explica para los recursos naturales es aplicable también a la empresa. Transforma tu organización, tus procesos de producción y/o tus procedimientos para modificar las necesidades de recursos. Deja libertad para que tus trabajadores descubran “nuevos fines y medios” (Huerta de Soto 2012a). En este sentido, debe recordarse siempre que ”los bienes y mercancías no son elementos de la naturaleza sino elementos de la mente y de la conducta humana” (Mises 1995).
BIBLIOGRAFÍA
BASTOS, M.A. (2016). Conferencia: El Factor Tierra y la Teoría Económica Austríaca. Instituto Juan de Mariana.
HAYEK, F. (1994). Derecho, Legislación y Libertad. Unión Editorial. Madrid
HUERTA DE SOTO, J. (2012). La Escuela Austriaca de Economía. Mercado y Creatividad Empresarial. Editorial Síntesis. Madrid.
HUERTA DE SOTO, J. (2012). La esencia de la Escuela Austriaca de Economía y su concepto de eficiencia dinámica. Nuevas Corrientes del Pensamiento Económico. Madrid.
KIRZNER, I. (1998). Competencia y Empresarialidad. Madrid: Unión Editorial.
KOFMAN, F. (2013). Conferencia: Tu trabajo no es tu trabajo. Universidad Francisco Marroquín. Guatemala
MENGER, C. (1997). Principios de Economía Política. Unión Editorial.Madrid.
MISES, L. (1963). The Central Role of Saving and Capital Goods. The Freeman.
MISES, L. (1995). La Acción Humana. Tratado de Economía. Unión Editorial. Madrid.
PERDOMO, G. (2010). Empresarialidad y empresa: Una aproximación desde la Escuela Austriaca de Economía. Estudios Gerenciales
SCHUMPETER, J.A. (1934). The Theory of Economic Development. Harvard Economic Studies
4 Comentarios
Exelente artículo para los
Exelente artículo para los que amamos el empresarialismo. Jaime Cabezas.- Master en Economía Empresarial
Gracias. Me alegro de que le
Gracias. Me alegro de que le haya gustado. Un saludo
Me encanta. Este es un buen
Me encanta. Este es un buen modelo a seguir…
alguien que deberia prestarse
alguien que deberia prestarse atención es a Gary Hamel, sobre todo lo escrito en su libro «Lo que ahora importa», en especial, sobre su enfoque del control en el managment, quien es bien critico con las actuales escuelas de negocios, que según Hamel, son hipercontrolistas. Habla de impuestos de gestion, burocracia al estilo Mises, autoritarismo de los gerentes, etc. Me parece que tiene un enfoque bastante liberal del resto de expertos en el management.