Los odios hacia las personas que forman parte de un determinado grupo (pues, aunque se suelan enfocar como dirigidos hacia "colectivos", los objetos finales de la fobia y las víctimas de los actos motivados por la misma son individuos concretos) son en esencia, junto con otras características, profundamente antiliberales.
La xenofobia, el racismo, la homofobia, la crisitianofobia, la islamofobia y otros sentimientos similares tienen en común el hecho de que quien las siente no valora a cada persona como objeto del odio como un ser individualizado. Al contrario. Tan sólo importa de ella la pertenencia a un grupo, y se le atribuye toda una serie de características personales por el hecho de formar parte de ese "colectivo" al que se percibe como un "todo" homogéneo, nocivo y, en ocasiones, hostil. Esta característica convierte a estos odios en algo de por sí antiliberal, pues niega el valor de cada persona en sí misma.
Hay, sin embargo, un odio de naturaleza similar a los anteriores que resulta más profundamente individual que el resto: el antisemitismo o judeofobia (utilizaremos ambos términos, si bien el segundo es más preciso). Recientemente, se hizo público el Informe Sobre el Antisemitismo en España 2010, según el cual el 36% de los españoles tiene una opinión desfavorable o totalmente desfavorable de los judíos. No se trata de algo sorprendente, puesto que el antisemitismo en España tiene unas raíces profundas. Sin embargo, otros datos sí llamaron la atención de quienes presentaron los datos del estudio.
Es cierto que resulta llamativo que la extrema derecha tenga mayor simpatía por los judíos (4,9 en una escala de 10) que la media de los españoles (4,6). Esto puede deberse a una percepción pervertida del conflicto de Oriente Medio, según la cual, en un análisis poco riguroso y sin profundizar en las raíces del problema y la actuación real de cada bando, "los judíos matan árabes". Sin embargo, no debería considerarse tan sorprendente que la proporción de personas con sentimientos antisemitas sea superior en el centro izquierda que en otros sectores de la población.
Esto se debe a que la judeofobia ha estado tradicionalmente ligada al odio al comercio. Ya el sentimiento antijudío medieval identificaba al hebreo con la usura, y el antisemitismo moderno nacido en el siglo XIX era profundamente anticapitalista. De hecho, y aunque en determinados momentos de finales de esa centuria y a lo largo del S. XX la izquierda hizo suya la defensa de los judíos frente a la discriminación, algunos de los grandes impulsores del antisemitismo contemporáneo se situaban en el bando del socialismo. La obra de Karl Marx que más han intentado ocultar sus seguidores (del nazismo y el Holocausto) es un librito titulado Sobre la cuestión judía, en el que el autor de El Capital hace afirmaciones como:
¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta.
¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura. ¿Cuál su dios secular? El dinero.
Pues bien, la emancipación de la usura y del dinero, es decir, del judaísmo práctico, real, sería la autoemancipación de nuestra época.
O esta otra:
Nosotros reconocemos, pues, en el judaísmo un elemento antisocial presente de carácter general, que el desarrollo histórico en que los judíos colaboran celosamente en este aspecto malo se ha encargado de exaltar hasta su apogeo actual, llegado al cual tiene que llegar a disolverse necesariamente. La emancipación de los judíos es, en última instancia, la emancipación de la humanidad del judaísmo.
O esta, que recuerda a uno de los prejuicios reflejados en el Informe Sobre el Antisemitismo en España 2010 (el 58,4% de los españoles creen que "los judíos tienen mucho poder porque controlan la economía y los medios de comunicación"):
Un judío que tal vez carece de derechos en el más pequeño de los Estados alemanes, decide la suerte de Europa.
Y como último ejemplo, otra cita que recuerda a las ideas posteriores del nazismo de que los judíos corrompen a los ciudadanos de los países en los que viven:
El judío se ha emancipado a la manera judaica, no sólo al apropiarse del poder del dinero, sino por cuanto que el dinero se ha convertido, a través de él y sin él, en una potencia universal, y el espíritu práctico de los judíos en el espíritu práctico de los pueblos cristianos. Los judíos se han emancipado en la medida en que los cristianos se han hecho judíos.
Todo ello enlaza directamente con el odio no sólo al dinero, sino a la libertad individual en su conjunto.
Los mayores sistemas totalitarios del siglo XX, la Alemania nazi (es el caso más brutal, genocida y extremo) y la Unión Soviética, fueron en distinta medida profundamente antisemitas. Mientras las medidas antisemitas del nazismo y el Holocausto son sobradamente conocidas, no suele serlo tanto la judeofobia estalinista y las consecuencias (mucho menos graves, pero reales) que tuvo. A pesar de que hubo desde el primer momento dirigentes judíos en el Partido Comunista soviético, la URSS fue un país profundamente antijudío en el que se dieron varios episodios importantes movidos por la judeofobia del régimen. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la propaganda y los medios de comunicación ocultaron a la población soviética el Holocausto, al mismo tiempo que el comunismo sí hablaba de este "Crimen Contra la Humanidad" en su propaganda exterior.
En agosto de 1952, Stalin ordenó fusilar a varias decenas de intelectuales judíos con la excusa de que estaban conspirando para independizar Crimea y establecer en dicha península una sociedad con el doble carácter de burguesa y sionista. Ese mismo año, cientos de judíos checoslovacos fueron detenidos bajo la falsa acusación de colaborar con una Embajada de Israel en Praga, a la que se señaló como un centro de espionaje mundial. Y por volver a la URSS y sin salir de 1952, catorce altos cargos de PCUS fueron detenidos acusados de conspirar contra el Estado soviético. Once eran judíos.
Un año después, Stalin se inventó el famoso Complot de las batas blancas, fruto de lo cual se detuvo a numerosos médicos judíos acusándoles de asesinatos y, una vez más, conspiración contra el Estado soviético. Se daba por hecho que se producirían persecuciones masivas e incluso deportaciones, pero la muerte del tirano cambió algunas cosas en la URSS. En las medidas antijudías no estaba sólo implicado Stalin, sino que participaron otros altos cargos del régimen comunista.
Ya en la actualidad, el que se ha convertido en el impulsor y paladín del llamado Socialismo del Siglo XXI, Hugo Chávez, ha demostrado tener amplias credenciales antisemitas. Uno de los sitios web desde los que cualquiera se puede descargar de forma gratuita Sobre la cuestión judía es en el del canal oficial Vive, que se define como una "televisora informativa, cultural y educativa". En alguna de sus mediáticas expropiaciones, la judeofobia es un elemento fundamental, en alguna cierta sostuvo que sus enemigos eran "los que mataron a Jesús" (idea herencia de un viejo prejuicio antijudío ya rechazado por la Iglesia católica) y tuvo como asesor a uno de los principales negadores del Holocausto, el peronista argentino (ya fallecido) Norberto Ceresole.
El antisemitismo es, por tanto, un odio con profundas raíces antiliberales y que tiene buena acogida entre muchos de los que profesan ideas contrarias a la libertad, tanto en economía como en otros aspectos de la vida.
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