La acción humana es inherentemente empresarial. Todos tomamos decisiones que contemplan costos y beneficios, sacrificios y provechos. Todos damos y recibimos. La cooperación, el juego estratégico o la vida en sociedad se caracteriza porque nuestras acciones parten de una estimación acerca de las acciones de los demás. Es decir, jugamos con las cartas que nos jugamos en la vida porque pensamos que otros se jugarán unas en particular. Por ejemplo, compramos al carnicero porque pensamos que no nos va a dar carne descompuesta. Y puede que pensemos eso porque la última vez nos vendió carne en buen estado, porque parece un carnicero honesto o porque tiene su carnicería desde hace años funcionando.
La información para estimar lo que harán o preferirán los demás
Las empresas, como máxima expresión de la función empresarial, viven de estimar que harán y desearán los demás para anticiparse y buscar satisfacer sus necesidades. Con frecuencia, los liberales defendemos que ese proceso de estimar continuamente las necesidades de los demás para asignar recursos. Decidir que se va a producir y cómo se va a distribuir, deben llevarlo a cabo las empresas de manera descentralizada o en régimen de competencia. Esto, porque las preferencias del público cambian continuamente. Y a pesar de que las podamos intentar conocer por diversos medios, la preferencia revelada en la compra es el dato más fiable sobre lo que ocurre con los consumidores. Y los precios de mercado son una fuente de información insustituible.
Innovación y planificación central
Adicionalmente, las empresas innovan, una osada tarea que en ocasiones implica crear nuevas necesidades en el público. La innovación es un gran riesgo porque se construye con grandes vacíos de información, requiere muchas veces de una corazonada, intuición y riesgo. Sin embargo, la innovación puede premiar muy bien a los pocos que tienen éxito. Frente a la innovación, los liberales también defendemos que se haga por medio del mercado, a treves de firmas con una restricción presupuestaria estricta (RPE). Porque ello permite detectar a posteriori los pobres proyectos de I+D e incentiva que se cierren o reorienten las innovaciones menos valoradas. En consecuencia, paradójicamente, la RPE incentiva la innovación porque castiga a los ineficientes, evitando el derroche de recursos.
Las empresas públicas o subsidiadas tienen una restricción presupuestaria blanda (RPB). Pueden innovar tan bien como cualquier otra empresa. Pero socializar riesgos incentiva a sostener los malos proyectos y socializar beneficios desincentiva que los agentes se arriesgan para innovar. Los errores pueden no acarrear costos para la empresa, sí afectar la reputación del funcionario. Además, dentro de los planes centralizados de producción, quienes innovan se arriesgan a no cumplir los objetivos originales o que los objetivos se actualicen al alza al año siguiente. Al final, hay más riesgos que beneficios al innovar con RPB que con RPE.
Innovación: un intento por cambiar la vida de otros
Los productos innovadores son una apuesta por cambiar la vida de los clientes, por lo que requieren de:
- Publicidad: para informar y persuadir al cliente de los beneficios del producto, convencerlo de probarlo e incorporarlo en su vida.
- Cautela: para poder hacer los cambios de rumbo necesarios para que la innovación se ajuste a las necesidades del consumidor a medida que se van revelando.
Las empresas viven en diálogo con sus consumidores, tratan de influir en ellos y se dejan influir por ellos. Por tanto, cualquier exceso de imposición, ingeniería social o arrogancia puede ser inmediatamente penalizado por los consumidores. En términos sencillos, nos gusta que las empresas nos inviten a hacer algo, pero no que nos obliguen a hacerlo. Los consumidores penalizan a las empresas cuando hacen cambios innecesarios, pero también cuando no hacen los cambios pertinentes; cuando se adelantan demasiado y cuando se quedan atrás; cuando se expanden demasiado rápido o cuando lo hacen demasiado despacio.
A diferencia del sector privado, el sector público no ajusta continuamente sus servicios. Por desgracia, no se penaliza como se debería el anticuado modelo educativo o el arcaico sistema de registro civil. Tampoco se penaliza la imposición prematura de fuentes de energía ineficaces y poco desarrolladas. Los políticos no están incentivados ni disponen de información para manejar al ritmo casi perfecto del mercado, el diálogo entre innovación y conservación es totalmente desigual o desordenado dentro del Estado.
El caso de Apple Vision Pro
Apple expuso oficialmente este mes de junio su nueva línea de productos de realidad mixta (virtual y aumentada). El último lanzamiento fue la línea de Apple Watch hace casi una década y la empresa es reconocida por liderar las tendencias del mercado. Sin embargo, a pesar de que la RV/RA lleva tiempo en el mercado, con dispositivos de todo tipo de precios y calidades, la apuesta de Apple está cargada de riesgos e incertidumbre, en parte por su precio, pero fundamentalmente por la complejidad de dicho mercado.
La RV/RA/RM es un gran enigma tecnológico porque las personas valoramos las experiencias inmersivas. Pero este tipo de dispositivos no han tenido el éxito esperado como producto preferido para consumir películas, videos, redes sociales o videojuegos. A pesar de que muchas personas consideren «emocionante» el uso de la RV/RA o el metaverso, al usar los cacos de RV las personas se agotan con facilidad, los encuentran pesados e incomodos, se marean y no les dan un uso prolongado. De hecho, prácticamente el uso que mejor crecimiento ha tenido es el de reproducir pornografía.
La cautela
Claramente, el producto es más amigable para los jóvenes que para las viejas generaciones (45% de los usuarios son «generación Z») y la apuesta de las empresas es poder captar ese público y hacerlo crecer con sus productos, como ocurrió con el iPhone. No obstante, Apple y las empresas que apuestan por este sector deben ser extremadamente cautelosas. No adelantarse. Invertir lo justo sin abandonar otros mercados o proyectos. Además, Apple debe trabajar con sus desarrolladoras buscando que otros agentes descentralizadamente participen en el mercado y así poder generar sinergias y obtener nociones sobre las tendencias de los consumidores.
La RV/AR/MR es apasionante, pero no es nueva, y lleva tiempo en los mercados buscando su camino. Apple ha hecho una gran apuesta lanzando una versión de muy alta calidad y precio, con características como, por ejemplo, «poder grabar y reproducir tu vida» con sus cámaras frontales. Esto puede sonar más atractivo de lo que realmente es (aunque si sustituye a los idiotas que graban conciertos desde sus móviles, será un gran avance para la humanidad). Queda esperar la reacción de los usuarios, las tendencias espontáneas del mercado, la acción de la competencia, entre otros elementos interesantes que forman parte de la cautelosa y nunca estática innovación empresarial.
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