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La final del mundial

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Este fin de semana hemos vivido una especie de partido entre selecciones entre España y Argentina. Lo más granado a uno y otro lado del Atlántico, dos países hermanos, enfrentados en un duelo sin igual por la cuestión política. En esta ocasión, los contendientes no son por España Casillas, Xavi o Vicente del Bosque contra Messi, Tévez o Agüero por Argentina. Aquí la cosa ha ido de buscarse las cosquillas.

La cuestión se remonta al momento en el que Óscar Puente, ministro de transportes o de paseos por las vías, según convenga, acusó a Milei de tomar drogas. Asimismo, hasta el propio Sánchez se refirió a Milei, y no precisamente en benignos términos, desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados.

Yolanda Díaz, ministra de trabajo en la economía, líder en desempleo, desempleo juvenil y desempleo femenino de la Eurozona, con unos salarios en caída libre desde hace dos años, ha encontrado en Milei (y Garamendi) su enemigo preferido. Tal vez, la ministra de trabajo no ha terminado de entender que los empresarios quieren ganar dinero, no sermonear a la gente (aunque hay excepciones, claro está), y que ahora mismo Argentina va camino de convertirse en un sitio donde el clima empresarial sea más benigno para los negocios (no hablamos de vender mascarillas). Díaz ya había tachado a Milei de “mala persona” desde la tribuna del Congreso.

El Estado es ella (Begoña)

Irene Montero, ministra en la pasada legislatura y con récord en excarcelación de violadores, calificó a Milei de “persona siniestro que no cree en la justicia social”. Que Milei no cree en la justicia social es algo bastante obvio viniendo de un país que la ha practicado con profusión las dos últimas décadas. Diecinueve millones de argentinos, el 41,7% del país, son pobres, pero eso es culpa de no haber practicado la justicia social lo suficiente.

Alejandra Jacinto, que no es ni diputada en la Asamblea de Madrid porque Podemos no sacó ni un solo escaño el pasado mes de mayo, nos deleitó con un eslogan más propio de una asamblea universitaria, las únicas a las que Jacinto podría asistir ahora: “Patriarcado y capital, alianza criminal”. Aquí Jacinto hace referencia a la reunión de Milei con empresarios españoles, donde la paridad brilló por su ausencia. Tal vez Begoña Gómez hubiese sido un buen fichaje para cumplir la cuota de género en la reunión.

Ernst Urtasum, ministro de cultura del gobierno español, afirmó que “El insulto del ultraderechista Milei es contra el gobierno y contra España”. ¡Albricias! Llevamos una legislatura en la que el gobierno ha pactado su poltrona con un prófugo de la justicia que vive de insultar a España desde que se levanta hasta que se acuesta, pero al ministro de cultura ahora le interesan los insultos a España. Porque, claro, Begoña Gómez ha transmutado en España entera. Una persona sin ninguna función constitucional (de conseguidora habrá que verlo) que ni siquiera es funcionaria, representa ahora esa entelequia que es toda España.

Castillo y Petro

Cabe preguntarse si realmente ha habido ofensas a España en algún momento del pasado con el fin de comparar la reacción del gobierno español. Así a bote pronto, Pedro Castillo, al que la Fiscalía le pide treinta y cuatro años de prisión por su intento de golpe de Estado, nos recordó el pasado “imperialista” (sic) de Castilla y cómo los conquistadores se dedicaron a cometer un genocidio permanente contra los indígenas desde el s.XVI, cuyo descendiente se autoproclama el reo peruano. Aunque ya verás el disgusto cuando Pedro descubra su apellido.

Pero tuvimos ración de insultos en la propia Villa y Corte, cuando Gustavo Petro, presidente colombiano, cargó contra “el yugo español” en su visita oficial. Se refirió al Imperio Español como “régimen productivo de esclavista”. Claro, la mayoría de los indígenas se aliaron encantados con el Imperio para acabar, entre otras cosas, con el esclavismo de los aztecas, pero Petro anda más ocupado buscando un enemigo del que culpar su desastre económico. Exactamente igual que Inca-Castillo.

Papell, Fallarás

En el ámbito de los medios de comunicación, profesión moralmente un paso por detrás de la política, la situación ha sido lo esperable. Gente que se juega jugosas participaciones en medios de comunicación que no ve nadie, ha tenido que esforzarse en pleno domingo para soltar su homilía progre. Así, Cristina Fallarás, nos ha contado que “los fascistas se reúnen en Madrid y es urgente señalarlos”.

Todos hemos tenido la ocasión de estudiar en historia contemporánea los planes de privatización de Mussolini, la defensa de la libertad de expresión de Hitler y la construcción del Estado mínimo de la dictadura de Videla, por citar algunos ejemplos. No sólo eso. Fallarás intentó relacionar un triple homicidio en Buenos Aires con Milei, aunque el autor se haya confesado kirchnerista.

Por otro lado, Antonio Papell ya se fue directamente a pedir la ruptura de relaciones diplomáticas entre España y Argentina. No cuando miembros del gobierno español insultaron a un jefe de Estado, sino cuando esté les recibió con la misma moneda. Y es que esta gente no ha entendido que Milei no es Núñez Feijóo, sino que hablamos de un tipo que ha derrotado a los Kirchner (los de Argentina, no los de La Moncloa).

Ver también

Todos moros o todos cristianos. (Cristóbal Matarán).

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