Como saben, acaba de celebrarse en la Universidad Católica de Ávila, y con el apoyo del Instituto Juan de Mariana, el I Congreso Economía y Libertad: La gran recesión y sus salidas. Como acto final se leyó un Manifiesto ante la crisis con varias consideraciones del tenor siguiente: "Convenimos en que la crisis que padecemos está causada por las rigideces existentes en los diferentes mercados y por una organización territorial del Estado que implica en la práctica una ruptura de la unidad de mercado". Comprenderán que parece interesante dedicarle otro Comentario a este evento, a pesar del excelente resumen de Raquel Merino y de hacerlo de una forma casi telegráfica.
No pude asistir a la primera jornada, el jueves 22, con la inauguración por parte del catedrático Victoriano Martín y dos paneles en torno a los antecedentes de la crisis y su dimensión mundial. Me quedo con una frase del profesor Martín, que escuché después en varias ocasiones: ya no basta con los recortes, sino que es preciso afrontar reformas estructurales.
Aunque no sea literal, de alguna manera recoge el espíritu del Congreso. Se trataría de reflexionar sobre las salidas a la crisis, pero con un ambicioso horizonte de cambio del paradigma. Así, Juan Ramón Rallo describía tres dimensiones en este modelo: el teórico-académico, muy cerrado en torno a sus postulados neoclásicos; el político-institucional, también encasquillado en sus intereses cortoplacistas; y el económico-productivo, actualmente colapsado por la tentación del dinero barato que ha cercenado el crecimiento basado en el ahorro; pero que, a juicio del Dr. Rallo, es el único que podría impulsar un cambio en todos los demás.
El académico Dalmacio Negro y el profesor Vicente Enciso, organizador del Congreso (con el apoyo de David Sanz), añadieron otras consideraciones sobre esta crisis de paradigma. El primero, señalando cómo el Estado ha ido cercenando los espacios de libertad del individuo, hasta el punto de encontrarnos en la etapa final de una revolución legal. Enciso, por su parte, explicaba la evolución acontecida en Suecia desde un Estado del Bienestar hacia un Estado Beneficiador, en el que cabe la provisión pública de servicios y su producción privada. Esta experiencia podría indicarnos un camino más ambicioso, pero ya necesario: el paso hacia un Estado Subsidiario, en el que incluso la provisión de los servicios puede ser privada.
También se analizó la crisis de las políticas públicas a partir de una excelente descripción del catedrático Rubio de Urquía: el modelo neoclásico opera desde un desconocimiento fatal de la cuestión. Así nunca podrán encontrarse las soluciones. Por lo que estamos sometidos a los diferentes tsunamis que explicaba el profesor José Juan Franch: tres relacionados con el sector financiero (desde las trampas del sistema de reserva fraccionaria al desatino de la inyección arbitraria de moneda en los mercados), la crisis inmobiliaria, más la ruptura del equilibrio presupuestario, de la demografía y de la ética. Franch también habló de cómo cambiar las reglas, aportando algunas soluciones como las redes sociales.
Pero además de un análisis técnico de la crisis, hubo un Panel y varias comunicaciones en torno a los problemas éticos. Así, el economista y doctor ingeniero agrónomo Vicente Boceta destacó que "lo que suele entenderse por crisis ética es la ausencia de unos valores y la puesta en práctica de otros, egoísmo, avaricia, envidia… Pero estos ‘no valores’ poco éticos e inmorales han existido siempre, desde Caín y Abel". En este sentido, añadió que "decir que por esa falta de valores existe la crisis, entonces tendríamos que estar permanentemente en crisis y eso no es así. Mi tesis es que la crisis viene por unos comportamientos poco éticos del sector político apoyados en un modelo económico perverso keynesiano, y eso conduce a que haya crisis y ahí aflora esa falta de valores, esa falta de ética", explicaba. "Es consecuencia, no causa de la crisis".
Personalmente, tuve la oportunidad de intervenir en esta Mesa Redonda junto a la profesora de la Universidad Católica de Ávila María Jesús Carravilla y mi compañero de Comentarios Francisco Capella. No descubro nada nuevo a sus lectores asiduos recordando los tres ámbitos en los que Capella basa su reflexión sobre los conceptos de ética y valores: las preferencias y gustos; las normas (que deben ser universales, simétricas y funcionales); y los hábitos de comportamiento, planteando una recuperación de esa virtud aristotélica fundamental, la prudencia. Por mi parte, indicaba la conveniencia de trabajar por una revisión de la ética personal sobre la base de unas estructuras institucionales que permitan ese fair play que exige una economía verdaderamente liberal.
La doctora María Jesús Carravilla explicaba en este mismo Panel que "se ha dado una escisión entre la ética, la política y la economía y ésa es la base de los males que estamos sufriendo". Lo que me recuerda, finalmente, las reflexiones que proponía el profesor Mario Šilar en una interesante comunicación sobre la teoría de la acción como marco epistemológico para identificar las causas morales de la crisis económica. Hay que distinguir esos tres niveles de análisis científico (el político, el moral y el económico) para encontrar las soluciones adecuadas a la crisis que se viene analizando. Por ejemplo, mediante la correcta subordinación entre estas ciencias, ya sea por razón de fin o de sujeto. Algo que la filosofía escolástica ya supo descubrir, y que no nos vendría mal recordar en estos momentos.
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!