A lo largo de la existencia de Bitcoin muchos economistas han elaborado distintas analogías para explicar su funcionamiento y encuadrarla de la mejor manera posible dentro de las clases de activos o bienes económicos existentes hasta la fecha. Las analogías suelen tener siempre algún problema, pero no dejan de ser útiles para ayudar a entender conceptos complejos a los que no estén familiarizados con el asunto, pues lógicamente nadie es experto en todo.
En el comentario de hoy nos vamos a detener en la analogía entre Bitcoin y las cartas en cadena que realiza el economista especializado en teoría monetaria JP Koning. Podremos estar de acuerdo o no con el análisis de Koning pero se nota que le ha dedicado tiempo e investigación a esta cuestión. Recomiendo leer un breve artículo suyo donde hace un resumen de esta analogía, partiendo de la premisa de que una carta en cadena es un mecanismo descentralizado, sin coacción.
En mi opinión la analogía que hace Koning no funciona nada bien porque necesita matizar las diferencias de tal manera que en su propia exposición queda claro que se están asimilando cosas que tienen naturalezas demasiado distintas como para ser análogas. La más importante es que una carta en cadena es un acuerdo voluntario para cuyo cumplimiento es necesario el comportamiento honesto de todos los participantes, y por tanto los incentivos no están correctamente alineados, es decir, el incentivo del beneficio individual no es compatible con el del resto de participantes.
En una carta en cadena el número total de posiciones en la lista no son realmente posiciones genéricas como son las unidades de Bitcoin, sino que realmente son identidades de personas. Cada posición en la lista de la carta debe corresponderse con una sola persona, es decir, de alguna manera es necesario algún mecanismo para asegurar que no hay identidades falsas de manera que una misma persona no reciba múltiples pagos a través de identidades inventadas. Este carácter nominativo de las posiciones es prueba de su naturaleza de acuerdo o contrato.
Por otro lado, Koning explica que en una carta en cadena no es lo mismo estar en las primeras posiciones que en las últimas. Por tanto las posiciones no son fungibles y no es posible que se desarrolle un mercado secundario donde poder comprar y vender dichas posiciones.
Por último, Koning resalta que la carta en cadena es un juego de suma cero. En la práctica no hay duda de que esto es así porque debido a los problemas expuestos anteriormente las cartas en cadena son siempre estafas. Pero tomando un poco más de perspectiva, si el invento no tuviera los problemas que tiene, sí que podría resolver un importantísimo problema de coordinación. Este es el enfoque de Nick Rowe cuando equipara Bitcoin o las cartas en cadena al activo de Samuelson en su paper de 1958, que por no extenderme mucho se trata de un activo que permite ayudar a resolver, nada más y nada menos, que el problema de las pensiones.
Si las cartas en cadena o Bitcoin fueran capaces de ayudar a resolver este problema, entonces en absoluto serían ningún juego de suma cero, pues ayudarían a resolver un dificilísimo problema de coordinación intergeneracional. Todo aquello que resuelve problemas aunque sea parcialmente, tiene valor. No hay más que ver lo complejo que resulta resolver la problemática de las pensiones en nuestro país, o en cualquier otro país del mundo.
Es verdad que los primeros que llegaron a Bitcoin pueden haber ganado muchísimo dinero, igual que los que están los primeros de la lista en una carta en cadena, pero esto es una visión muy parcial que contempla solo la fase en la que Bitcoin se está descubriendo como un nuevo instrumento que, junto con otros como los bonos, las acciones, los inmuebles, ayude a solucionar este problema. Esto no sería así si la demanda de Bitcoin se estableciera como una alternativa más de inversión.
Tengamos en cuenta que Bitcoin partió de cero, y el crecimiento de 0 a 1 es porcentualmente descomunal, se podría decir que infinito, pero el crecimiento de 10.000 a 10.001 ya es tan solo del 0,01%. A medida que la demanda se estabiliza en un nivel más alto, por mucho que la volatilidad siga alta, de ninguna manera se podrán pegar los pelotazos que potencialmente se pudieron pegar en un principio. Bitcoin no será siempre un billete de lotería como a menudo suele decir Koning. Y la verdad, si Bitcoin ayudase a resolver este problema de coordinación tan complejo, los primeros que fueron capaces de verlo e invirtieron en él, bien merecen ese premio, pues sin ellos Bitcoin nunca habría pasado del cajón de la mesa de Nakamoto.
La naturaleza de Bitcoin es ser una simple cosa inerte, que por sus cualidades (fungible, sin riesgo de inflación o contraparte, fácil de atesorar, transportable, etc) pareciera ser apropiada para funcionar como medio de intercambio a largo plazo. La coordinación alrededor de Bitcoin se lleva a cabo por la mera observación de las características de la cosa y de ahí valorar el posible comportamiento del mercado al respecto de esas características objetivas de la cosa, igual que con el trigo o con el oro. Es posible valorar si la cosa tiene las cualidades para prestar este servicio de intermediar intercambios a largo plazo, de la misma manera que podemos valorar por nosotros mismos que otros llegaran a la conclusión de que el trigo es comestible.
Por el contrario, una carta en cadena es tan solo una expectativa de comportamiento que no se concreta alrededor de ninguna cosa y además al no ser exigible ni fungible no se puede “cosificar” como si es posible hacerlo con un activo financiero. Sería un acuerdo o contrato en abstracto, o casi ni eso, porque para que un acuerdo cuyo cumplimiento no es exigible pueda calificarse como acuerdo, al menos tendría que tener visos razonables de cumplirse, y este no es el caso porque necesita que los demás no miren exclusivamente por su propio interés. El incumplimiento del acuerdo no tendría tampoco consecuencias, ni siquiera de reputación. Su funcionamiento estaría basado en conceptos del tipo “acuerdo social” o “contrato social”, que son insostenibles en un contexto descentralizado donde no exista coacción para cumplir ni consecuencia por incumplimiento, pues la necesaria alineación de incentivos y disuasivos es inexistente.
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