Cuando el comercio deja de ser una conducta ocasional para convertirse en una práctica sistematizada, el mercado empieza a sobrevenir.
De las muchas críticas y ningún elogio que recibí por el artículo que publiqué en este mismo espacio el mes pasado, hay una que me parece particularmente significativa y, por lo tanto, merecedora de una profundización. El argumento central de ese artículo era que el mercado no puede operar si no cuenta con el respaldo institucional de la estructura del Estado, la cual, obviamente, debe estar orientada a respaldar la dinámica del mercado y no a obstaculizarla. Acerca de este tema escribí mucho en mi ensayo El espíritu del mercado, publicado en 2011 y para quien quiera profundizar en mi pensamiento al respecto, lo invito a consultar esa bibliografía.
La objeción que fue formulada al artículo publicado en marzo y que creo que merece ser tratada en particular es que el funcionamiento del mercado no requiere ningún tipo de respaldo institucional de parte del Estado porque la práctica del comercio sobrevino espontáneamente, sin necesidad de marco institucional alguno.
Por supuesto, tomada literalmente, tal afirmación es veraz. Es indiscutiblemente cierto que el comercio es anterior a la existencia de un marco institucional respaldatorio y que el desarrollo de la actividad comercial es el resultado de la acción de individuos que libremente eligieron intercambiar bienes porque percibieron que esas prácticas les resultaban personalmente beneficiosas.
Que este hecho sea cierto, sin embargo, no nos lleva inexorablemente a la deducción de que la dinámica del mercado no requiera un marco institucional y que no sea necesario que sea el Estado quien opere como garante de ese contexto. Hay aquí una confusión que requiere ser aclarada para poder despejar el punto.
El origen de esta confusión radica en visualizar los conceptos de “comercio” y “mercado” como sinónimos. Pues bien, no lo son. Es posible comerciar aun cuando no haya mercado. De hecho, así es como el proceso de intercambios de bienes materiales tuvo su origen. Pero el concepto de “mercado” trasciende la mera idea de comercio.
Cuando el comercio deja de ser una conducta ocasional para convertirse en una práctica sistematizada, el mercado empieza a sobrevenir. Y aquí, cuando los individuos empiezan a concebir sus planes particulares a partir de la percepción de que tendrán la oportunidad de comerciar, comienza a ser necesaria la determinación de un marco institucional. Esto sucede porque, en ausencia de ese marco institucional, los individuos actuantes no tendrían margen para elaborar planes complejos, los cuales requieren seguridades en relación a: 1) los términos en los que los acuerdos contractuales serán cumplidos; y 2) los recursos aplicables en casos de eventuales incumplimientos de los contratos. La solución a este tipo de problemas no es susceptible de ser trasladada a agencias, empresas, arbitrajes (déseles el nombre que se quiera, no viene al caso la discusión semántica) porque aun los acuerdos entre individuos privados requieren términos preestablecidos para el caso de que alguna de las cláusulas pactadas no sea, en la consideración de una de las partes, satisfactoriamente cumplida.
Para que se entienda con más claridad… Supongamos que A afirma que B no cumplió su obligación y B sostiene que sí la cumplió. No se puede derivar este contencioso a una agencia privada si no está previamente establecido qué es lo que se entiende por cumplir una obligación. Esa interpretación respecto de qué es “cumplir una obligación” requiere una definición previa a la resolución del conflicto específico entre A y B. Esa interpretación no puede quedar en manos de una agencia, empresa o árbitro privado porque esa compañía solo puede operar una vez que la significación del concepto “cumplimiento de una obligación” está establecida. Esa definición demanda un consenso reconocido universalmente por todos los miembros de la comunidad donde A y B estén operando. Si ese acuerdo previo no existe, puede haber comercio circunstancial –el que había en los comienzos del comercio– pero no desarrollo empresarial capitalista sistemático –es decir, mercado- porque nadie puede garantizar la resolución de los eventuales conflictos entre partes que se obligan mutuamente a cumplimentar los acuerdos que libremente pacten. Por ende, no se puede elaborar planes empresariales a gran escala y, en consecuencia, los beneficios que la realización de intercambios de bienes materiales devengaría a los seres humanos serían muy limitados.
El mercado empieza a operar, como tal, cuando el comercio está encuadrado en un marco institucional donde los criterios que rigen el cumplimiento de los contratos y las consecuencias de algún eventual incumplimiento están previamente determinadas. Ese marco es el que debe ser definido previamente y la confianza en que se procederá conforme a esas pautas en el caso de que algún conflicto sobrevenga es el factor que permite consolidar el mercado, el proceso capitalista y, subsiguientemente, el crecimiento y el desarrollo económicos a gran escala, con todos los beneficios que de esa dinámica se derivan. Esa tarea no puede ser asegurada de otro modo que por medio de una organización estatal que tome para sí la función de operar como garante de última instancia.
Sería oportuno que quienes ciegamente defienden la posibilidad de un ordenamiento socioeconómico desprovisto del respaldo de un sistema estatal, analicen cuidadosamente estos argumentos porque es posible que, llevados por el ilusionismo de una visión idealizada, estén omitiendo considerar algunos efectos negativos del sistema que propugnan.
13 Comentarios
Lamento disentir con el autor
Lamento disentir con el autor, pero no creo sea por simple «ilusionismo de una visión idealizada» ,
Solo pretendo defender mis espacios de libertad y evitar la creciente expropiación de mi patrimonio por una oligarquía electa, manifiestamente enemiga de la propiedad privada, libertad individual y la economía de mercado .
Este es el verdadero enemigo que un liberal enfrenta. Un enemigo cuya peligrosidad surge de la impunidad que le otorga su supuesta «legitimidad de mayorías» A este enemigo, el autor -en errónea digresión de pragmatismo vs utopía- legitima como «garante de ultima instancia» de los contratos del mercado.
La linea divisoria que Sala traza entre comercio y mercado, es tan inexistente como las fronteras de los estados nación europeos «para defender la soberanía» del ciudadano. De un ciudadano, cuya cultura en nada difiere de su congénere de la nación vecina, detrás del limite político artificioso llamado frontera.
Yendo a lo medular del articulo : No , el estado no es el garante de ultima instancia (ni de primera) del mercado.
No lo es siquiera frente a la quiebra comercial de su principal socio instrumental en la expropiación de lo ajeno , los bancos y entidades financieras, quebranto, inducido la mayoría de las veces por el propio banco central que obliga a estas entidades a hacerse de deuda publica para sacar de circulación el exceso de liquidez por el habitual frenesí estatal de emisión descontrolada.
No podría ser esta, la «Institución» que otorga «un ordenamiento socio económico» honesto y confiable. Por el contrario, es la causa recurrente de la cuasi destrucción del libre mercado por su monopolio de acuñación de moneda y convertibilidad , que transformo en ilusoria después de Nixon y su plumazo de la no convertibilidad en oro de 1971. Ni hablar del flagelo del curso forzoso, instrumento de los gobernantes para esquilmar a sus súbditos.
Este contexto de flagrante envilecimiento de la principal institución del libre mercado-la moneda- no es ajeno al avasallamiento de las demás instituciones republicanas. Es asi como la justicia , también envilecida por la corrupción, no dará tranquilidad y seguridad a los intercambios comerciales del mercado cuando una gran mayoría de jueces no aplican sino interpretan , los codex según el tamaño del bolsillo de la parte litigante o su nivel de crony capitalism político.
Creo ser utópico porque aun Goebbels no ha logrado inculcarme el «pragmatismo » de la versión oficial .
Exacto. César, el Estado es
Exacto. César, el Estado es precisamente la negación del Mercado, no su garante.
Abundando en tus sabias palabras –como a alguno le dan ataques de alipori cuando nos felicitamos, que se incomode una vez más-, si don Alejandro empieza por definir el mercado como el comercio bajo salvaguardia estatal, sus conclusiones serán tautológicas y por ello muy poco interesantes.
Su intento de diferenciar comercio de mercado en razón a lo ocasional o generalizado de los negocios naufraga claramente para sus propósitos: aun aceptándole que el comercio sea costumbre exclusiva de arriesgados aventureros y que el anárquico comercio internacional no pase de bizarros intercambios esporádicos a la buena de Dios, nada impide en principio que la imprudencia se popularice y tengamos entonces comercio sistemático, o sea, mercado, sin Estado.
De hecho, la práctica comercial primigenia sobrevino y se generalizó espontáneamente, en la medida que lo permitieron las tecnologías informativas y comunicativas a la sazón, sin necesidad de ningún marco institucional de carácter estatal, pues se basaba y se basa principalmente en la buena reputación y no tanto en una eficaz represión penal del engaño y la estafa, siempre excepcionales. No es cierto que el comercio o mercado sea empresa de temerarios, sino de gentes que desean beneficiarse y simplemente repiten negocios con quienes no les han fallado antes.
El mercado no precisa, por tanto, de ninguna mafia que lo patrocine como asegura el señor Sala. Desde luego, unas honradas agencias de seguridad y justicia que se hagan respetar son necesarias para el orden social, pero no para que la gente llegue a acuerdos libres y voluntarios mutuamente beneficiosos; aunque, por supuesto, esto último será más fácil y provechoso cuando las primeras empiecen a arbitrar los posibles conflictos. Se trata de que tales agencias deriven de acuerdos libres y voluntarios, no que los acuerdos libres y voluntarios deriven de las agencias. Pero es que aunque fuera verdad, que no lo es, que un mercado primitivo –con capacidad de realimentarse en espiral virtuosa hasta convertirse en mercado capitalista provisor de todo tipo de servicios, incluidas seguridad y justicia- sólo pudiera arrancar bajo la protección de un marco institucional ya consolidado, no existe ninguna razón, al menos con la tecnología actual, para que este marco deba ser establecido necesariamente por una banda de criminales más o menos afamada, como implícitamente sostiene Sala, y no por nadie más como, por ejemplo, profesionales pacíficos que respeten derechos individuales.
No lo podría haber expresado
No lo podría haber expresado mejor, mi estimado y brillante Berdonio. Saludos capellanos.
A VER ¿ CONOCE VD. LA LEX
A VER ¿ CONOCE VD. LA LEX MERCATORIA; AUNQUE LE PAREZCA INCOCEVIBLE, A UN HOBBESIANO COMO VD. , LA CREARON LOS COMERCIANTES; Y FUNCIONABA ADECUADAMENTE; ¡ Y POBRE DEL QUE NO LA CUMPLIERA, MEDIANTE ENGAÑOS, IMPAGOS, ETC; PORQUE LOS IURESPRUDENS QUE LA APLICABAN ERAN IMPLACABLES CON LOS INFRACTORES DE LA LEX; MAS AUN, ESTA SE APLICABA EN TODA EUROPA OCCIDENTAL.
POR CIERTO, HABLANDO DE
POR CIERTO, HABLANDO DE INSTITUCIONES, LA LEX MERCATORIA ERA UNA INSTITUCION PUBLICA ; PERO QUE SEA PUBLICA NO IMPLICA QUE SEA ESTATAL, PORQUE LO ESTATAL ES LA ANTITESIS DE LO PUBLICO (DE LA SOCIEDAD) EN SENTIDO ESTRICTO ; CUANDO SE CONVIERTE EN ESTATAL PASA A SER PRIVATIVA POR APROPIACION INDEBIDA DE LOS GOBERNANTES O POLITICOS; ES DE ELLOS Y NO DEL PUBLICO O LA SOCIEDAD; VDS. LOS HOBBESIANOS INCURREN EN EL NON SEQUITUR DE ARISTOTELES; HAY SOCIEDAD, ERGO TIENE QUE HABER ESTADO O «POLIS» EN LA ACEPCION GRIEGA; SIN EL LA SOCIEDAD SE DESINTEGRA; PERO AQUI INCURREN EN UNA CONTRADICCION PERFORMATIVA (HOPPE) , PORQUE SI LA SOCIEDAD (LAS PERSONAS QUE INTERACTUAN), SON INCAPACES DE VIVIR EN ARMONIA SIN ESTADO (EL HOMBRE COMO LOBO PARA EL HOMBRE) ¿COMO ES POSIBLE QUE SE PONGAN DE ACUERDO Y SUSCRIBAN UN «CONTRATO SOCIAL» PARA CONSTITUIR ESE ESTADO Y DOTARLO DEL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA Y DE LA EXACCION DE SU RIQUEZA A TRAVES DE LOS «IMPUESTOS» Y «TRIBUTOS», QUE POR DEFINICION SON INVOLUNTARIOS Y RECAUDADOS BAJO LA AMENAZA DE APLICAR MEDIOS VIOLENTOS; HE AQUI EL QUID DE LA CUESTION; LA NATURALEZA ANTISOCIAL Y VIOLENTA DEL ESTADO BAJO CUALQUIER FORMA; Y LO DE LOS CONTRAPODERES CREADOS EN EL SENO DE ESE ENTE LLAMADO ESTADO , ADEMAS DE UNA BROMA, ES AUTOCONTRADICTORIO
Apropiada digresión Turgot
Apropiada digresión Turgot al argumento del presente articulo. …» SI LA SOCIEDAD (LAS PERSONAS QUE INTERACTUAN), SON INCAPACES DE VIVIR EN ARMONIA SIN ESTADO (EL HOMBRE COMO LOBO PARA EL HOMBRE) ¿COMO ES POSIBLE QUE SE PONGAN DE ACUERDO Y SUSCRIBAN UN «CONTRATO SOCIAL» PARA CONSTITUIR ESE ESTADO Y DOTARLO DEL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA Y DE LA EXACCION DE SU RIQUEZA…»
Y para que no le ocurra a nadie querer criticar su validez como contradicción en si misma , diciendo que su aplicación esta desaggiornada por el intervalo temporal excesivo entre un Hobbes -teórico de la delegación de derechos en un rey , en pos del «bien común»- debe aclararse que:
Si bien hoy no delegamos en un soberano nuestras libertades, lo hacemos a favor de un no menor apoderado omnímodo, la oligarquía electa de turno. Y que no vengan los rousseaunianos a decir que esta sesión de derechos ex post, es democrática, estando por tanto legitimada por un «contrato social voluntario y espontaneo». Su origen , en nada legitimo , enmascara un absolutista robo impositivo coactivo y una creciente legislación restrictiva de libertades (violencia de genero, fake news, feminismo, racismo, etc , etc) ,
Y por ultimo, un aseptico análisis hermenéutico de esta proposición de Hoppe, prueba que no es temporal (Rey vs institución democrática) , porque una demostración matemática no esta constreñida al instante de su demostración, Si Nietzche criticaba la Razón , estaba negando la suya en su digresión. Ergo, la afirmacion «turgotniana» que he citado mas arriba, es indiscutiblemente atemporal y debe reconocerse su perfecta vigencia y aplicación a nuestra liberticida realidad política .
Berdonio & Turgot buen nombre para una agencia privada de arbitraje con «pragmáticos» y confiables principios de libre mercado. Como empresario no dudaria en elegir sus principios por sobre cualquier legislación estatal .
Otro ejemplo: los
Otro ejemplo: los intercambios voluntarios entre particulares a través de aplicaciones (emergidas del libre mercado) como BlaBlaCar, AirBnB, Iberlibro-Abebooks. ¿Para qué hace falta el Estado ahí (dirá el articulista)? Para prohibirlas, regularlas y machacarlas ex post a base de impuestos hasta no dejarlas funcionar (y bloquear ese ámbito de interacción voluntaria).
El liberalismo como doctrina politica (con una muy importante influencia del cristianismo, leer a Lord Acton: http://biblioteca.libertyfund.org/sites/default/files/ensayos-sobre-la-libertad-y-el-poder-libro-electronico.pdf) logró reconducir las monarquías absolutas hacia comportamientos reglados y neutrales (que recordaban a las instituciones emergidas del libre mercado) como límites al poder: igualdad ante la ley, división de poderes, presunción de inocencia, el proceso debido ante un juez indepediente como garantía de la vida y la propiedad, etc. ¡Cuánto daño hizo, sin embargo, ese avance en tanto que «justificador» de un nuevo poder político soberano al que convertían ahora en «ilimitado» a través de las ideas de la revolución francesa, con sus herederos, hijos también del historicismo alemán, el socialismo y el estatismo actuales!
Las instituciones del mercado
Las instituciones del mercado (el trueque, el dinero, las aplicaciones comentadas, etc.) surgen tentativa y evolutivamente del propio mercado, de las propias interacciones voluntarias en que se respeta a cada persona, a cada otro. No necesitan ningún monopolista de la coacción para «regular» nada ni para instaurar nuevas para-institucciones que sustituyan a las del propio mercado.
Sobre el papel del monopolista de la coacción sobre el mercado un trabajo de referencia es el publicado postumamente en 1914 por Böhm-Bawerk titulado «Mätch oder ökonomisches Gesetz? (Control or Economic Law?), donde contrasta «Power» or «Coercion» exercised by anyone (by governments, businessmen, labor unions) on the one hand, over against what he calls «economic law». Accesible aquí: https://mises.org/library/control-or-economic-law-1
Quien consiga leer este
Quien consiga leer este «Control or Economic Law?» en la recopilación de Frederick Nymeyer «Shorter Classics of Böhm-Bawerk, vol. 1», editado en 1962, lo tendrá mucho más fácil gracias a la introducción y a la subdivisión en capítulos y subcapítulos que ayudan mucho a seguirlo. Los 4 capítulos en que Mymeyer lo subdivide son:
I.- The extent and nature of the influence of institutional controls versus the natural course of economic phenomena.
II.- The question whether «control» asserts itself in conformity with or in contradiction to economic laws
III.- Price determination through «control» in the settlement of wage disputes involving (1) monopoly and (2) a strike.
IV.- Examination of the permanence of gains obtained by the exercise of power or control.
Muy buena acotación y
Muy buena acotación y referencia, Jorge B
ipsa historia repetit (la
ipsa historia repetit (la historia se repite)
Según Justiniano, el pueblo romano había transferido formalmente a los emperadores la plenitud de su propio poder, y por consiguiente los deseos del emperador, expresados por medio de un edicto o de una carta, tenían fuerza de ley.
Hoy a través del falaz pacto social hobbes. Rousseau le entregamos nuestra cuota de soberanía al nuevo Rey , la oligarquía de gobierno tras la mascara llamada democracia.
No son lo mismo,no existe la
No son lo mismo,no existe la competencia perfecta,las regulaciones,trabas,multas,impedimentos de todo tipo lo impiden. En nuestro caso las regulaciones distintas entre comunidades,rompen la unidad de mercado y por tanto distorsiona el comercio .
ya ya mijo ya
ya ya mijo ya