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Cómo considerar el trabajo como una categoría ficticia: el punto de vista de Carl Menger sobre Karl Polanyi

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La gran transformación de Karl Polanyi (1944) es unas de las narrativas más influyentes y citadas en el campo de las Ciencias Sociales que explica el desarrollo de la civilización. La tesis principal de Polanyi es que el capitalismo liberal contiene un fallo interno fatal. La gran transformación hacia el Estado planificador y abolición de la propiedad privada es la consecuencia y corrección de este fallo. Es un esquema similar al del marxismo. La diferencia es que, para Polanyi, la causa de la crisis fatal del capitalismo liberal es diferente a Marx.

Según Marx, el fallo fatal del capitalismo es la explotación de los trabajadores. La lucha de clases antagónicas que surge de esta explotación conduce a la revolución socialista, a la abolición del orden capitalista y al establecimiento del Estado socialista.

Karl Polanyi

Según Polanyi, la explotación no puede ser la causa de la crisis fatal del capitalismo liberal debido a que el nivel de vida aumentaba, los trabajadores de las fábricas tienen por término medio un nivel de vida sustancialmente mejor que antes, y desde el punto de vista de las rentas en dinero exclusivamente, se podría comprobar que la condición de las clases populares había mejorado (ibid 1944, p. 145), y, en general, el mercado autorregulador produjo un bienestar material hasta entonces nunca soñado (ibid 1944, p.27).

Polanyi teorizó que el fatal fallo del capitalismo de libre mercado es que los mercados no regulados convierten el trabajo, el dinero y la tierra en mercancías, siguiendo una idea de Marx (ibid 1944, p. 58). Pero Polanyi subraya que el trabajo, la tierra y el dinero no son mercancías, ya que no se producen para la venta. Por lo tanto, según él, son mercancías ficticias. Su tratamiento como mercancías, cuando no lo son, es el núcleo del fallo fatal del capitalismo (ibid. 1944, cap.6). 

Polanyi: el problema del trabajador

Así, para Polanyi la problemática relación del trabajador en la sociedad solo surge tras la instauración del libre mercado, cuando los trabajadores pasaron a estar sometidos a las ciegas fuerzas de la oferta y la demanda. Polanyi trata más extensamente el tema del trabajo dada su importancia, por lo que este artículo también investiga si el trabajo es mercancía y en qué condiciones es ficticio – desde de la vista Mengeriana.

La posición teórica de Menger (1871) era también que el trabajo no es una mercancía. Su argumento era el mismo que el de Polanyi: la capacidad de trabajar es una facultad inherente al hombre y, por tanto, no se produce para la venta.

Menger, sin embargo, va más allá. La capacidad de trabajar es un bien, una acción humana útil. La utilidad del trabajo es su capacidad de producir bienes útiles para satisfacer las necesidades humanas. Los seres humanos pueden utilizar su capacidad de trabajo para producir para su propio hogar con el fin de garantizar su bienestar personal u ofrecer el servicio del trabajo para otros a cambio de algún tipo de compensación para poder adquirir indirectamente los bienes que consideran necesarios para sus comodidades.

Menger: el trabajo como bien

Un bien siempre es propiedad de alguien. Dado que la capacidad de trabajar es una cualidad inherente al ser humano, la capacidad de trabajar es propiedad personal inherente de la persona que realiza el trabajo. Por consiguiente, la capacidad de trabajar es el capital humano del individuo, inseparable de su cuerpo. Fue Adam Smith (1776, p.217) quien incluyó por primera vez la capacidad humana de trabajo entre los tipos de capital y reconoció que un individuo puede cultivar y explotar su propia capacidad de trabajo como capital trabajando con destreza y adquiriendo habilidades y conocimientos.

Si adoptamos la teoría de Menger de que el trabajo es un bien, la naturaleza ficticia del trabajo adquiere una nueva interpretación, diferente que Polanyi ha empleado.

El trabajo es ficticio cuando los trabajadores no tienen propiedad sobre sus cuerpos y/o sobre sus facultades de trabajar. Esta era la situación durante la época de las civilizaciones jerárquicas de la era precapitalista basadas en la esclavitud o la servidumbre de los productores y trabajadores. Los productores y trabajadores habían perdido la propiedad sobre sus cuerpos y sus esfuerzos laborales porque las decisiones eran tomadas por sus señores total o parcialmente dependiendo del grado de servidumbre y fueron explotados.

Karl Polanyi, servidumbre, esclavitud y explotación

Polanyi no problematiza ni la cuestión de la servidumbre, ni la explotación en las sociedades precapitalistas. El punto de partida de Polanyi es que el largo periodo precapitalista es una larga fase histórica unificada. Él ignoraba deliberadamente la distinción entre pequeñas comunidades homogéneas de tribus cazadoras y colectores y sociedades estructuradas jerárquicamente, entre comunidades basadas en la igualdad y sociedades divididas en señores y productores (trabajadores) en servidumbre, restando la importancia a la explotación. La causa para que Polanyi incluya estas sociedades tan diferentes en un mismo rango es que los mercados y la actividad económica están bajo control social/habitual/comunal/religioso o estatal. El papel de los mercados es mínimo y limitado en la vida de las personas.

Sin embargo, Polanyi tuvo que resolver un problema. El problema de servidumbre y explotación en sociedades precapitalistas. Por esta razón, Polanyi hizo un esfuerzo considerable para disminuir la importancia de la explotación de los productores por sus señores en las sociedades jerárquicas precapitalistas. Ni siquiera menciona la esclavitud durante la Antigüedad.

Explotación y quid pro quo

En su discusión sobre los grandes imperios de la Antigüedad solo menciona la redistribución, que configuró un papel importante por igual la vida de los constructores de pirámides y la vida en Roma (ibid. 1994, p.98. y 103). En cuanto a las sociedades feudales, admite la existencia de cierta explotación (ibid 1944, p. 98). Pero su énfasis estaba en que los gobernantes que explotaban a los productores proporcionaban una contrapartida compensatoria.

Como tal, Polanyi sugiere que había un quid pro quo, que beneficiaba a los explotados y contrarrestaba así la explotación. Por ejemplo, se refiere a los pastores nómadas de África que dominan a los agricultores y esperaban más de ellos que lo que ellos le dan a cambio. En este caso, para él lo importante era que esta relación desigual beneficiaba a ambos grupos gracias a la mejor división del trabajo (ibid. 1944, p.98). Incluso en la versión europea, que él considera como resultado de unas circunstancias excepcionales, en la que los dones se transformaron en tributos feudales, la explotación se equilibra con la protección, surgida de la necesidad del vasallo (ibid. 1944, p.99).

Sociedades jerarquizadas y sociedades igualitarias

Tras disminuir la importancia de la explotación en las sociedades jerárquicas precapitalistas y retratar estas sociedades como redistributivas, en las que se intercambian beneficios, Polanyi construye el puente que le permite tratar como una sola entidad a las tribus no jerárquicas, comunitarias y homogéneas y a los estados estratificados y jerárquicos divididos entre dirigentes y dirigidos, amos y esclavos o trabajadores en servidumbre.

Afirma que ha ignorado deliberadamente la distinción esencial entre estas sociedades muy diferentes, dado que ambos tipos se basan en la reciprocidad, la redistribución, la autosuficiencia y los mercados limitados. Así, considera que es legítimo ignorar las diferencias entre sociedades no jerarquizadas e igualitarias, y sociedades jerárquicas con explotación entre señores y siervos (ibid. 1944, p.99).

Costumbre y religión

Tras restar importancia a la explotación y servidumbre, Polanyi dio una aprobación moral a las sociedades precapitalistas porque, según él, la fuerza motriz de la actividad económica no es la búsqueda individual de beneficios, sino el comportamiento económico determinado por la costumbre, la religión y el derecho (ibid. 1944, p.102).

Lo realmente importante para él era que en estas sociedades la producción se regulaba en función de las necesidades de los productores (ibid. 1944, p.117). La posición de los productores era segura, ya que estaban integrados en la comunidad y la sociedad y “el interés económico del individuo triunfa raramente, pues la comunidad evita a todos sus miembros morir de hambre, salvo si la catástrofe cae sobre ella, en cuyo caso los intereses que se ven amenazados son una vez más de orden colectivo y no de carácter individual.” (ibid 1944, p.90).

Jerarquía y explotación

Polanyi deja claro que la vulnerabilidad clave e importante es la vulnerabilidad debida a la volatilidad del mercado que pone en peligro la seguridad de la posición establecida de los productores. Esto es lo que mueve su pluma cuando admira las sociedades precapitalistas, y este es el motivo moral que para él triunfa sobre los problemas morales relacionados con la servidumbre y la explotación, de tal manera que simplemente los pasa por alto.

Para él, la restricción realmente brutal de la libertad es la aparición del paro y la miseria en la era del capitalismo liberal (ibid. 1944, p.404) – aunque en esta frase Polanyi contradice a sus previas afirmaciones, como hemos visto antes, sobre el bienestar material hasta entonces nunca soñado en el capitalismo liberal (ibid 1944, p.27), y este bienestar nunca soñado es su argumentó para descartar la teoría de explotación de Marx

Aunque Polanyi restó importancia a la explotación y las diversas formas de servidumbre de las masas trabajadoras en las sociedades de los Estados jerárquicos precapitalistas, ambos servían para asegurar el bienestar y el consumo suntuario de las élites gobernantes. En otras palabras, también eran sociedades movidas por el deseo de ganancia individual, contrariamente a lo que afirmaba Polanyi.

Explotación y redistribución

La naturaleza jerárquica significaba, sin embargo, que solo una estrecha casta o estamento como la élite gobernante era capaz de actuar en interés de su propio enriquecimiento individual, mientras que la servidumbre de los trabajadores y de los productores les impedía utilizar sus capitales más importantes, sus capacidades de pensar y sus energías para trabajar para sus propios intereses. Los productores y trabajadores precapitalistas no eran más, que propietarios ficticios de sus propios capitales humanos y así, apenas sacaban más de lo que les bastaba para su mera supervivencia. El verdadero poder de disposición estaba en manos de sus amos.

La existencia de la explotación también significa que, aunque había una redistribución, su dirección era contraria a lo que Polanyi pensaba de estas sociedades jerárquicas. El objetivo de la redistribución era quitar recursos a productores y los trabajadores para enriquecer a la élite gobernante a expensas de los trabajadores sometidos a diversas formas de servidumbre (Oppenheimer 1908, Scott 2017).

El punto de vista de Carl Menger

El punto de vista Mengeriano arroja una luz completamente nueva sobre el giro liberal de los siglos XVIII y XIX. Al abolir diversas formas de esclavitud y servidumbre, se eliminó la situación en la que los trabajadores solo podían ser propietarios ficticios de su propio capital humano. A los productores y trabajadores se les concedió ahora la plena propiedad sobre sus propios cuerpos, ideas y capacidad de trabajo, lo que, hasta entonces, había sido privilegio de la élite gobernante.

No es casualidad que casi todos los inventores clave y los primeros industriales de la Revolución Industrial fueran artesanos, trabajadores cualificados y vástagos de familias trabajadoras o artesanos. Liberar a los individuos de la servidumbre les permitió utilizar su propio capital humano para buscar por fin lo mejor para sí mismos y, entre otras cosas, contribuir a la «riqueza de la nación» con sus inventos e innovaciones. Al mismo tiempo, estas innovaciones fueron la verdadera causa del aumento del nivel de vida de los trabajadores. No es de extrañar, pues, que el giro liberal de la época fuera acompañado del hasta entonces nunca visto aumento del bienestar material de los trabajadores, como el propio Polanyi subrayó en varias ocasiones.

Resumen

En resumen, la esencia de la transformación liberal fue la extensión de la libertad individual a los trabajadores y productores, dándoles plena propiedad sobre sus posesiones más importantes, sobre su propio capital humano, sobre su capacidad de pensar y trabajar. Así, contrariamente a la idea principal de Polanyi, la transición liberal acabó con la naturaleza ficticia del trabajo, y no la creó.

Basándonos en el concepto Mengeriano, se puede deducir que la idea de Polanyi sobre la naturaleza ficticia de la mercancía del trabajo era una idea dudosa y unilateral, que había sido creada para sustentar la marcha inevitable hacia la planificación estatal y el socialismo, después de Polanyi descartado la insostenible teoría de Marx sobre la explotación. 

Bibliografía

Menger, C. (1871) Principios De Economía Política. Available at: https://www.hacer.org/pdf/Menger00.pdf

Oppenheimer, F. (1908) El Estado. https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Franz%20Oppenheimer%20-%20El%20Estado.pdf

Polanyi, K. (1944) La Gran Transformación Critica del liberalismo económico. 2007th edn. www.quipueditorial.com.ar: Quipu editorial. https://traficantes.net/sites/default/files/Polanyi,_Karl_-_La_gran_transformacion.pdf

Scott, J.C. (2017) Contra el estado. https://www.casadellibro.com/ebook-contra-el-estado-ebook/9788413641126/13530597

Smith, A. (1776) La riqueza de las naciones https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/1%20La%20riqueza%20de%20las%20Adam%20Smith.pdf

Ver también

Karl Polanyi entre los posliberales. (James Rogers).

El sistema de pérdidas y ganancias y su impacto en el sistema político. (Andras Toth).

La teoría de Menger sobre la ganancia del empresario. (Andras Toth).

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