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Contra la socialización del crédito en el mercado de la vivienda

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La administración Biden ha modificado la forma en la que Federal Housing Finance Agency calcula los tipos de interés. A partir de ahora, los compradores de vivienda con historiales de crédito favorables deberán pagar tipos más altos en sus hipotecas. Por otro lado, los tipos de interés de quienes tienen calificaciones más bajas, considerados de mayor riesgo, han visto sus tipos de interés disminuidos. Esto supone una penalización para aquellos con buen crédito, es decir, aquellos que los intermediarios financieros estiman que son más merecedores de liquidez.

Esta nueva norma se puso en marcha el 1 de mayo. A partir de este momento, los compradores de vivienda con buen nivel crediticio verán sus mensualidades aumentadas. De una hipoteca de 400.000 dólares, ahora tendrán que pagar 40 dólares adicionales al mes o 500 al año. Los compradores de vivienda que paguen entradas del 15 al 20% del valor de la misma son los que se verán más afectados por las subidas de las comisiones.

Socialización del crédito

Estamos ante un aumento en la socialización del crédito. Aquellos con mejores puntuaciones tendrán que pagar mayores intereses. Estos se destinarán a subsidiar préstamos para aquellos con un historial crediticio más bajo, y considerados de mayor riesgo. Esto desincentivará los comportamientos que hacen que las personas tengan buenas puntuaciones crediticias. Son comportamientos costosos que la gente lleva a cabo por ser responsable. Ejemplo de esto son tener un historial de pagos puntuales, saldos bajos en sus tarjetas de crédito, una combinación de diferentes cuentas de tarjetas de crédito y préstamos, cuentas de crédito más antiguas o solicitudes mínimas de nuevos créditos. La gente no tendrá problemas en ser más irresponsable con sus finanzas.

Habrá una mayor demanda de vivienda de los perfiles con mayor riesgo de impago y una reducción por parte de los más responsables financieramente. Esto desincentivará la producción de nueva vivienda. Reducirá aún más la oferta, cuando es la falta de oferta el auténtico problema de la falta de accesibilidad al mercado inmobiliario. Si se pudiese construir más y con más facilidad, es decir, si se deshiciesen todas las regulaciones sobre este mercado, aumentaría la oferta lo suficiente como disminuir el precio y hacer la compra de una casa así más asequible y sin los efectos contraproducentes de otras políticas.

Consecuencias no deseadas

Esta es una nueva norma difícil de entender salvo por motivos ideológicos. El objetivo es hacer que comprar una casa sea más asequible para las comunidades más vulnerables. Se reduce así la brecha en el acceso al crédito, especialmente para los compradores minoritarios. Estos suelen tener pagos iniciales más bajos y puntuaciones crediticias más bajas y aquellos con una puntuación crediticia mayor.

Penalizar a aquellos con mejor crédito para subvencionar a los que lo tienen más bajo, reducirá el total de buenos comportamientos, que aumentan el crédito, y aumentarán los comportamientos negativos, que lo reducen. Esto es lo que en ciencias sociales se llama la ley de las consecuencias no deseadas. Cuando los legislativos promulgan leyes, como se encuentran con problemas de información, las leyes tienen consecuencias que no esperaban, aunque las aprobasen con la mejor de las intenciones.

En este caso, parece ser que los legisladores desconocen que cuando subsidias un comportamiento, obtienes más de este. Por eso es por lo que los programas para aliviar la pobreza no funcionan, y de hecho, dañan más a los pobres que les ayudan. Porque al reducir el coste de ciertos comportamientos, como estar desempleado, obtienes más de esa conducta, no menos. Y encierras a los pobres en ciclos de dependencia del estado.

Intereses espurios

No obstante, también es dudoso que los incentivos de la administración Biden sean los correctos. Como políticos, lo que buscan es su reelección. Si creen que la mejor manera de conseguirla es perjudicando a un grupo en favor de otro, no hay ningún motivo para pensar que no lo harían. Repitiendo las palabras de Ayn Rand:

“Al principio, no dejaba de preguntarme cómo era posible que los hombres educados, cultos y famosos del mundo pudieran cometer un error de este tamaño y predicar, como justicia, este tipo de abominación, cuando cinco minutos de reflexión deberían haberles dicho lo que sucedería si alguien intentara practicar lo que ellos predicaban. Ahora sé que no lo hicieron por ningún tipo de error. Errores de este tamaño nunca se cometen inocentemente”.

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