Así se titula el ensayo (Gatopardo, 2022) de Milton Mayer a propósito del nacional socialismo en Alemania como un estudio de fenómeno de masas que el autor trabajó en los años cincuenta, después de que este fenómeno, que alcanzó su cúspide entre 1933 y 1945, hasta la derrota del Tercer Reich, cuando parecía, o así entonces se pudo haber creído, que aquellos efectos en las conciencias ciudadanas habían reaccionado y reflexionado acerca de las consecuencias del nazismo, no solo en la Alemania o la Europa de entonces, sino en el mundo entero y en la vida misma de los ciudadanos.
Ciudadanos que no eran diferentes a otros
Ciudadanos alemanes que no eran realmente distintos de otros ciudadanos europeos. Desde obreros de clase sencilla (ténganse en cuenta el grado de elitismo que definía la sociedad alemana en los años de la postguerra y antes del conflicto bélico), hasta intelectuales, profesores o policías, que representaban la esencia, en cierta medida, y la realización de la alta cultura alemana en aquellos años, se vieron influidos, persuadidos o seducidos por un fenómeno que cambio el mundo para siempre.
La articulación dialéctica del hitlerismo que penetraba en una sociedad arrastrada por los traumas de la Gran Guerra, calaba de forma sigilosa, casi de forma imperceptible en cuanto a sus efectos posteriores, en la conciencia de la gente. Ésta afirmaba más su convicción en la idea genérica que representaba la mejora de la vida individual y colectiva. Esa convicción estaba por encima de ideologías que los ciudadanos no veían materializadas en su quehacer diario ni las comprendían. Ideas que probablemente no compartían ni sobre las cuales se veían identificados, más allá de un nacionalismo y un racismo (respecto a lo que llamaron problema judío) que formó parte de una Alemania que se sometía a los designios del Kaiser.
La frustración
La política siempre es relevante, pero la idea de la política cobra especial importancia en momentos de la historia en los que se juegan grandes cosas y en los lugares donde existe un terreno fértil para promover un totalitarismo que acaba con el concepto de libertad con el que, en ese preciso momento, el individuo y la sociedad se ven reconocidos. En ese contexto, la democracia depende de la idea que cada cual tiene respecto de ella. El crecimiento económico, el desarrollo, las oportunidades, el dinero o la propia libertad no dependen, entonces, del propio sistema político en el que se desenvuelve la sociedad, sumergida en el hálito del dogmatismo, la insatisfacción y el odio.
Este contexto se podría definir, tal como puede ocurrir hoy en día: El repudio de la clase política producido por la corrupción y la inseguridad. El rechazo al sistema de partidos y la representación provocada por el incumplimiento de las promesas políticas de los representantes. La creación interesada del enemigo externo –es más cómoda la idea de la imputabilidad externa que la introspección: llámese bolchevique o judío–. O la frustración general de una generación que había experimentado la crisis de una idea de sociedad que solo permanencia en el recuerdo o era una simple anécdota, no por ello justa, igual y próspera para todos.
Nacional socialismo: el señuelo de la política
Hay cuestiones en la vida de los seres humanos y su entorno que no cambian. Cuando el nazismo empieza a ganar más y más adeptos y conquista el poder en 1933, pocos tenían una idea de lo que el hitlerismo significaría para Alemania y el mundo. Las personas piensan todos los días en sus propios problemas, en su día a día, en las cosas que ven, perciben y ocupan parte de su tiempo y sus pensamientos, familia, amigos, trabajo, no en aquellas que son extraordinarias y que se escapan de su reflexión cotidiana.
En definitiva, el individuo piensa en lo primero que ve frente al espejo cuando se levanta cada mañana, y lo anormal sería que no fuese así. El nazismo significó para la gran mayoría de la gente estabilidad, empleo, seguridad, un estatus social y hasta una nueva identificación con lo que Alemania representaba, después de la Primera Guerra Mundial, para Europa y el mundo.
Conversaciones con nacional socialistas
El ensayo es un análisis de un compendio de conversaciones que el autor tuvo con diez ‘amigos’ alemanes, todos ellos afiliados al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, que habían vivido los días de la guerra en un pequeño pueblo que fácilmente podría ser el microcosmos de toda una nación. En los debates que tiene surgen respuestas, otras veces no, a preguntas que hoy podrían parecer obvias, pero que muestran en primera persona cómo en una sociedad puede una ideología llegar a influir de tal modo que no exista un antes más allá que del que los dirigentes hayan impuesto y un después carente de reflexión.
Muchas cosas han cambiado desde entonces, por supuesto que a través de los años la sociedad alemana fue capaz de superar un trauma que condicionó a generaciones de ciudadanos que llegaron a la conclusión de que lo que se había hecho se pudo evitar o lo que se había llegado a cometer, estaba mal. Una de las causas de esta ceguera o de la facilidad con la que se tradujo el adiestramiento colectivo fue la resolución de carencias y necesidades de una sociedad adormecida en un letargo de pasividad y falta de advertencia.
Más conectados, pero más excluidos
Porque en el mundo en el que vivimos, volátil, lleno de constantes vuelcos, cuya rapidez no se compara con la modesta velocidad con la que se producían cambios políticos y sociales cincuenta años atrás, nos interpela sobre muchas cuestiones. Algunas de ellas son la democracia, la libertad y los valores que al ser humano le identifican como tal, hoy todos estos principios o ideas en cuestión.
La tecnología, la inteligencia artificial, la rapidez con la que avanza el mundo nos han hecho, paradójicamente, seres cada vez más excluidos, aislados e indiferentes. Por ello, quizás ahora más que nunca el precio de la libertad sea la eterna vigilancia, dado que, tal como establece el autor, unos hombres que ignoran que son esclavos ignoran que son liberados cuando esto ocurre.
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