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Crisis económica + censura = crowdfunding

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Son varias las iniciativas que vienen recurriendo al crowdfunding. Por ejemplo, en anteriores columnas analizamos la de Iñaki Arteta. Ahora le toca el turno al periodista Antonio Robles, a quien como en el caso del cineasta vasco, "el contexto" le ha obligado a decantarse por esta herramienta.

Quien firma estas líneas, no tiene el placer de conocer ni a Robles ni a Arteta. Simplemente emplea esta tribuna para enfatizar la valentía de ambos a la hora de denunciar situaciones anormales, que debido a la repetición indiscriminada de determinados mantras, gozan de absoluta normalidad actualmente.

En efecto, en Historia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña, Antonio Robles se propone describir lo que ha sido la reciente etapa política dominada por el Pujolismo, que él ha vivido en primera persona. Por tanto, tema de rabiosa actualidad, muy necesitado de un análisis que apueste por el rigor científico y que no por la mera propaganda.

Sin embargo, aquí aparece el primer problema y es que en su Comunidad Autónoma (Cataluña), las editoriales han vetado de forma encubierta su edición. ¿El motivo? Será incómoda con el establishment. Así, dichas editoriales renuncian voluntariamente a ejercer la labor fiscalizadora del poder político que les corresponde jugar en una democracia.

Por desgracia, no es un ejemplo aislado. Por el contrario, jóvenes escritores como Javier Montilla también han sufrido en los últimos tiempos la asfixia nacionalista, orientada a ocultar obras como Los Muros de Cataluña. No lo han conseguido pues tal tarea, en la era digital en la que nos hallamos inmersos, supone poco menos que querer tapar el sol con un dedo.

La censura y estigmatizar a quien piensa de manera diferente al oficialismo, ha sido una de las herramientas predilectas de cualquier nacionalismo y el catalán no iba a ser menos. Viene empleándola de forma cada vez menos sutil desde hace décadas, lo que ha provocado que representantes de su cultura se hayan tenido que "exiliar" en otros lugares de España, principalmente en Madrid. Albert Boadella es uno de los ejemplos, aunque no el único. Igualmente, han sido los medios de la capital los que han dado voz a la disidencia catalana, lo que ha supuesto que unos y otros hayan tenido que cargar sobre sus espaldas con calificativos como el de "fachas".

El resultado es que Cataluña, que fue motor cultural de la España de la Transición, ha sido adelantada por derecha e izquierda por otras regiones las cuales conceden escasa relevancia al factor identitario y sí al producto. Igualmente, otra de las peculiaridades catalanas es que, la ventaja comparativa que supone que la mayor parte de la población maneje castellano y catalán, se haya convertido en una traba…si eres castellano parlante.

En este sentido, optar por una enseñanza en castellano se convierte en una empresa de titanes, algo a lo que se atreven sólo unos pocos porque luchar contra la burocracia implica un ingente gasto de recursos económicos y humanos, y no todo el mundo está condiciones para ello. Al respecto, uno de los logros del nacionalismo ha sido crear una masa de ciudadanos amorfos, por ejemplo a través de la política de subvenciones, anulando todo espíritu crítico pues perciben cualquier reproche a CIU (y en su día a los dos gobiernos Tripartitos) como un ataque a Cataluña. De nuevo, en la jerarquía de valores, el territorio ocupa el primero y los ciudadanos, el último.

En definitiva, la obra que prepara Antonio Robles y otras que es probable que se editen próximamente, serán bienvenidas puesto que ayudarán a entender lo que actualmente acontece en Cataluña y comprobar que no se trata de flor de un día. Por el contrario, lo que hoy presenciamos, atiende a un recorrido histórico en el cual el nacionalismo ha contado con ciertas complicidades, algunas indirectas, que han facilitado que en última instancia, la Generalidad sea protagonista más por sus recurrentes desafíos al Estado de Derecho que por mejorar la vida de los ciudadanos.

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