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Crisis peluda, ¡solución definitiva!

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Voy a comer. Pongo la tele. La Primera para más señas, pues ya que por edad no estudié Educación para la Ciudadanía, por lo menos que me adoctrinen en la medida de mis posibilidades.

– ¡Los bancos son culpables! – truena el televisor.

En la pantalla, pequeños propietarios de pymes acusan:

– ¡No nos dan créditos, así vamos a tener que cerrar!

A Miguel Sebastián, expresando el sentir de millones de españoles, se le ilumina la bombilla (de bajo consumo) y amenaza: "Al Gobierno se le está acabando la paciencia con la banca". Pero lo más dramático, la mayor muestra de crueldad de los bancos, de su falta de compromiso y solidaridad con la ciudadanía estaba aún por llegar.

Aparece en la pantalla una empresaria, desesperada ante la falta de apoyo crediticio. Su negocio está a punto de hundirse, y los bancos le niegan auxilio. ¡Menuda injusticia! ¡Qué nacionalicen ya la banca! Además la indignada empresaria nos avisa. Si cierra su empresa, sus trabajadores irán al paro. Está claro, esta ciudadana ha de ser ayudada, ha de recibir líneas de crédito que le permitan seguir en el negocio.

Pero, un momento, ¿cuál es el negocio del que estamos hablando? ¿Cómo? ¿Un salón de depilación? Efectivamente, un salón de depilación. Con la crisis, con el paro, resulta que los consumidores responden de forma bajista a las ofertas depilatorias que ofrece dicho salón y parece ser que, aunque el depilado púbico se mantiene pese a sufrir ciertos retrocesos, el resto de los tratamientos van claramente a la baja, con un desplome del 95% en el completo de axilas y caídas superiores al 75% en el depilado intercejil por láser.

Efectivamente, la situación es peliaguda… Ahora, más que nunca, es cuando los bancos deben mostrar su lado humano y solidario.

Pero el problema es que los bancos no se fían un pelo de la viabilidad del negocio. Puede que no sea el momento de poner dinero en una actividad, que, si bien tiene evidentes ventajas estéticas, quizá no responda a la actual coyuntura. Realmente pretender que sea viable dicho negocio es un pelín arriesgado, y los bancos no tienen un pelo de tontos.

¿Qué queda entonces?

Pues nada, para eso están las ayudas públicas. Soluciones keynesianas para el sector depilatorio, las cuales, sin duda, fomentarán el empleo en dicho sector. Quizá mediante ayudas directas o con la entrega a través del INEM de bonos depilatorios a los parados, un sector de la población que esta el alza y que dispone del tiempo necesario para someterse a la actividad de dicha industria. Además, aunque dichos bonos no ayudarán al Gobierno a suavizar las cifras del paro, por lo menos sí "suavizaran" a los propios parados. Algo es algo. Hasta los sindicatos de clase podrían contribuir. Si Cándido Méndez, en vez de ofrecer propuestas tan imaginativas como la semana de cuatro días, ofreciese su cuerpo socialista al sector depilatorio, garantizaría la carga de trabajo durante una larga temporada.

Claro está que mucha gente pondrá el grito en el cielo ante esta inyección de dinero de los contribuyentes en la eliminación de vello. ¡La depilación no es un sector estratégico! (Aunque se suela hacer en sitios estratégicos.)

Aquí me pillan. Realmente, yo, al revés que los editorialistas de El País, no sé qué es un sector estratégico y qué no lo es. No entiendo por qué el cine español, un cine por el que la gente no está dispuesta a pagar una entrada, recibe ayudas de 75 millones de euros, por qué los gobiernos europeos deciden subvencionar con 5.000 millones de eurazos a Airbus, un avión que las aerolíneas no compran, o por qué se da dinero a sindicatos deficitarios a los cuales no se afilian ni los propios trabajadores (quizá si les regalasen un bono depilatorio…) y así un largo etcétera.

En fin, pelillos a la mar…

Aunque puede que el Gobierno en el fondo actué consecuentemente respecto al sector depilatorio, abandonándolo a su suerte. Si la batería de medidas aprobadas por ZP y su cuadrilla son puestas en marcha… se nos va a caer el pelo. ¡Y sin necesidad de láser!

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