Adoptar el dólar como moneda nacional (dolarizar) puede ser la entrada al paraíso, pero también al infierno. Ya se ha logrado entender las ventajas de tener al dólar como moneda de curso legal, el problema se centra ahora en el proceso de sustitución.
Veamos un poco de teoría. Cuando existía el patrón oro, cualquier banco podía emitir billetes con la regla de imprimir una unidad si estaba respaldado por un gramo de oro. En un mismo país podía haber muchos bancos donde cada uno que imprimía sus propios billetes. Si llegaba un minero con un kg de oro, el banco imprimía mil billetes de un peso. Y todo funcionaba bien.
Luego, los gobiernos, indebidamente, crearon Bancos Centrales bajo su administración, así empezaba su intervencionismo en materia de moneda. El pretexto era para que en cada país unificara sus billetes con el retrato del rey o gobernante de cada nación. Nada de qué preocuparse mientras conservaran la disciplina de un peso un gramo de oro. ¿Era necesario todo esto? Opino que no, ni Banco Central ni homogenización de billetes, ni intervención de los gobiernos. Pero así fue la historia.
La perversión de los bancos centrales
El gobierno se da cuenta que puede usarlo para financiar sus gastos y caprichos. Empieza a imprimir billetes sin respaldo, es decir, surge la falsificación del dinero. Construye obras faraónicas, otorga créditos baratos o simplemente lo regala para tener contento al pueblo. Con dinero en abundancia, la demanda de bienes crece formidablemente, todos son felices, se embriagan de gusto y placer. Pero el efecto dura poco, cuando se deja de inflar con billetes falsos la demanda de productos se reduce, los almacenes quedan llenos, las fábricas se cierran, trabajadores a la calle, llegó la crisis y a sufrir todos. Los que conservan su empleo verán que ya no compran lo mismo de antes, los que tenían ahorros notarán que se habrán pulverizado, las hipotecas no se pueden pagar.
El fenómeno se repetirá una y otra vez cada vez que el gobierno ordene al Banco Central imprimir dinero. Ahora los ahorradores buscan la mejor moneda para hacer sus ahorros. Es cuando ponen la vista en el dólar americano. Saben que el dólar no es moneda perfecta pero es la más confiable, por ahora. Así que surge la idea de dolarizar la economía”.
¡Pero qué necesidad!
En realidad, no hacía falta buscar otras monedas más confiables. Ningún país tendría problemas monetarios de inflación y pérdida de poder adquisitivo de su moneda si no hubieran falsificado dinero. Esto ocurrió porque le dejaron al gobierno la administración del Banco Central. Ahora ya saben que el Banco Central debe ser totalmente independiente del gobernante y tener tareas bien específicas. Debe estar en manos privadas, de algún hombre que sepa de teoría monetaria y que sus funciones son las siguientes:
- Conservar la masa monetaria fija, no debe imprimir ni una unidad más. Debe vigilar que ningún otro particular falsifique dinero, tendrá inspectores, policías y detectives a su cargo.
- Puede usar la imprenta solo para sustituir billetes deteriorados.
- Fraccionar. Recoge y destruye un billete de mil pesos e imprime mil billetes de un peso. Esto no altera la masa monetaria.
- Compactar dinero. Incinera mil billetes de un peso e imprime un billete de mil pesos. Esto tampoco altera la masa monetaria.
- Prohibido financiar al gobierno. No debe imprimir dinero por mandato del gobierno.
- Prohibido financiar a bancos privados o negocios particulares.
- En el peor de los casos, actuar para resolver pánicos bancarios.
Un ladrón
Con estas restricciones, es fácil ver que este Banco Central no tiene dinero depositado, ni oro, ni valores en bodega. Es una simple imprenta que funciona como un “taller de vigilancia y reparación”. El resultado da una moneda dura, confiable y la economía no sufre inflación. Si este Banco Central se limitara a las actividades señaladas, no habría necesidad de buscar otra moneda. La nuestra sería la más confiable.
La propuesta de Milei va en este sentido. Habla de dinamitar el Banco Central de Argentina porque ahora se ha convertido en un ladrón furtivo, un depredador del patrimonio de los ciudadanos, un destructor de la Economía y fuente de continuas crisis. Todo esto acabaría si cambia sus actividades para convertirse en un “taller de vigilancia y reparación”.
A pesar de que se tuviera un Banco Central nuevo, hay que reconocer que la limitación de los pesos argentinos que valen en Argentina, pero no valen en Colombia, USA, Venezuela, etc. Por eso se habla de dolarizar, porque Argentina podría usarlo en cualquier parte del mundo. Entonces abordemos los procesos de dolarización.
Dolarización de coste infinito
Dolarización de coste infinito. El gobierno de Argentina invita a los ciudadanos para que lleven sus pesos argentinos a un tipo de cambio de, digamos, 750 por cada dólar. Usa sus reservas, se las acaba, emite bonos para que los argentinos poseedores de dólares debajo del colchón los lleven al banco, pero ni así logra dolarización completa y ya no tiene más dólares. El gobierno pide dólares en préstamo a los Estados Unidos de América y ni así logra dolarizar.
No se dio cuenta que la imprenta de pesos argentinos seguía funcionando y algunos funcionarios corrían al banco para rescatar dólares. Podían seguir así ad infinitum y algunos terminarían supermillonarios, indebidamente. Es la política más estúpida y Argentina acabaría peor que si le hubieran lanzado la bomba, con una deuda fatal.
Dolarización innecesariamente costosa. El gobierno destruye su banco central, ya no crece la masa monetaria. Ahora usa sus reservas internacionales para cambiar pesos por dólares, no le alcanza, emite bonos para que los argentinos inviertan en dólares a diez años, no le alcanza, pide prestado dólares a los estados unidos. Ahora si, ya Argentina está dolarizada, pero el gobierno está quebrado, con deudas impagables. Otra mala dolarización.
Dolarización sin coste
Dolarización sin costo. Se pide el apoyo de los Estados Unidos de América quien tiene el privilegio del señoreaje. Es para que imprima 40 mil millones de dólares, digamos que es el equivalente de la masa de pesos argentinos. Los manda a Argentina a cambio de todos los pesos argentinos. Se realiza la conversión y Argentina solo habrá pagado por la tinta, el papel y el traslado. Es la buena dolarización. Los Estados unidos no sufren en absoluto porque esos dólares no entran a la economía norteamericana. Argentina no se habrá descapitalizado, el gobierno no acaba endeudado, no se esfuman las reservas internacionales.
Dolarización ligera. Consiste únicamente en mantener masa monetaria nacional congelada y dar curso legal al dólar. El gobierno no quema pesos argentinos, no los saca de circulación, deja que la tasa de cambio se resuelva en el mercado de divisas. El resultado es que el gobierno no gasta en la dolarización y el peso argentino, al eliminar el señoreaje, se empieza a revalorar con el tiempo, si ahora necesita 750 pesos argentinos por un dólar, al rato solo necesitará 600, luego 500.
Ecuador
Cuando Ecuador se dolarizó lo hizo unilateralmente. El Fondo Monetario Internacional ni lo apoyó ni lo impidió: “es su decisión”, dijo FMI. Ecuador usó sus reservas internacionales, alteró brutalmente la tasa de cambio. Si antes estaba 30 sucres por dólar, luego impuso 120 sucres por dólar. La gente vio reducido su poder de compra a la cuarta parte; luego anunció que el cambio se daría en solo unos días, digamos tres días, después de eso, los sucres quedarían sin valor. Mucha gente no se enteró y quedaron con cientos o miles de sucres en el bolsillo que ya no valían nada. Aún así, no alcanzaba a dolarizar.
Entonces ocurrió un milagro: Ecuador, que es productor de petróleo, vendía a 38 dolares por barril, pero subió el precio internacional y ahora le pagaban a 160 por cada barril. Así llegaron los dólares y pudo realizar el cambio total de moneda. Ahora están dolarizados, pero el precio fue muy alto: descapitalización del gobierno, pérdida del ciudadano por cambio en la cotización autoritaria, pérdida del ciudadano que se quedaron con sucres sin valor. El petróleo y préstamos internacionales pagaron la dolarización. Así que el gobierno ecuatoriano quedó sin reservas y con brutal deuda internacional. Fue una dolarización con demasiados e innecesarios sacrificios. La población soportó y ahora disfrutan de una moneda que no depende de los caprichos de un gobernante nativo. Cuando menos, ya no puede haber robos estatales por manejo de la moneda.
Guatemala y El Salvador
Guatemala maneja las dos monedas, quetzal y dólar, prácticamente no tiene inflación y no tuvo que sacrificar nada. La tasa de cambio ha estado constante, debido a que no hacen señoreaje. No pidió dólares prestados a instituciones internacionales, ni deudas por bonos a ciudadanos nacionales. Están tranquilos, con muy baja inflación.
En El Salvador el cambio fue un tanto traumático. El presidente decide unilateralmente dolarizar pero declara que convivirán los colones con el dólar. Sin embargo, obliga a los bancos para que, cuando los ciudadanos saquen sus ahorros, solo se les den dólares. El gobierno guarda toneladas de moneda nacional y deja dolarizado a El Salvador. ¿De dónde sacó los dólares para lograr una dolarización total? Es un misterio. Pero se sabe que tiene una deuda enorme con los EUA. Como es deuda a 30 años, no le preocupa demasiado, ya lo pagarán las generaciones futuras.
Un precio muy alto
En los tres casos podemos decir que los países pagaron un precio demasiado alto. El error común de los tres es que no plantearon un acuerdo con los USA. He señalado antes que podían haberse apoyado en el señoreaje de Estados Unidos. En efecto, los Estados Unidos imprimen moneda casi a capricho. Al eliminarse el patrón oro por el presidente Richard Nixon, los dólares ya no son intercambiables por oro.
La regla que se adoptó mundialmente es que cada país imprime a discreción. Los gobernantes más ignorantes o bandidos imprimieron toneladas de billetes provocando dolorosas inflaciones, la unidad monetaria perdió poder adquisitivo. Solo aquellos países que se disciplinaron y casi no imprimieron, lograron tener monedas fuertes. De hecho, si todos los países, en 1972, hubieran congelado sus masas monetarias, todas las monedas habrían sido duras y se podrían usar por todos lados del mundo. Tarde llegó la lección.
Dólar, dinero fiat
En resumen, si argentina decide dolarizarse totalmente, lo mejor es llegar a un acuerdo monetario con los Estados Unidos. Usa imprime los 50 mil millones de dólares equivalentes a la masa monetaria de Argentina. Manda un barco con todos esos billetes, se dan tres días para hacer la conversión, se le pone en el barco toda la masa de pesos argentinos para que usa se los lleve o los incinere para no cargar basura. Solo en este caso conviene a Argentina la dolarización completa.
Queda claro que esta alternativa descansa en que el dólar es dinero fiat, es decidir, no tiene respaldo de oro y su valor radica en la confianza de la gente. Sería insensato proponer a USA la compra de basura monetaria, si estuviera el dólar bajo el régimen del Patrón Oro, sería tanto como pedir que usa le regalara oro a Argentina, pero no es el caso, es intercambio de vil papel.
Si logra entenderse esta propuesta, muchos países podrían reclamar el método y pronto tendríamos una América dolarizada sin lastimar los intereses de nadie.
Ver también
Dolarización venenosa. (Santos Mercado).
Reflexiones ante la carta de 200 economistas que se oponen a la dolarización. (Adrián Ravier).
Dolarizar Argentina es posible y deseable. (Adrián Ravier).
Dolarizar la Argentina es posible e imprescindible. (Adrián Ravier).
Dolarización en Argentina. (Santos Mercado).
Una propuesta para dolarizar la Argentina sin devaluación ni aumentar la deuda. (Adrián Ravier).
Respuesta a tres grupos críticos de la dolarización argentina. (Adrián Ravier).
La dolarización como herramienta de cambio: lecciones del milagro ecuatoriano. (Adrián Ravier).
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