La tauromaquia, más allá de la opinión de cada cual sobre la misma, es resultado de una sociedad ordenada por la ética de la libertad.
Vaya por delante que no soy aficionado a los toros. Nunca he visto una corrida. Y de las figuras actuales apenas sabría mencionar a Morante de la Puebla. Pero no por ello se puede mirar para otro lado cuando unos enemigos —unos de tantos— de la libertad culminaron este pasado mes de agosto, llegando ya al uso nada disimulado de la violencia, su campaña de agitprop de estos últimos años contra la tauromaquia.
No apelaremos al recurrente y consecuencialista argumentario, tan caro al mundo del toreo, del tipo de que la llamada fiesta nacional genera muchos puestos de trabajo o que sin ella el toro de lidia y la dehesa desaparecerían. La tauromaquia (entendida como el derecho que disfrutan las personas a comportarse libremente en y con su propiedad siempre que no se agreda a los demás) debería ser defendida aunque no generase puestos de trabajo o aunque el toro de lidia y la dehesa no se extinguieran en caso de que fuera totalmente prohibida.
Se hace necesario, por tanto, legitimar la tauromaquia desde el punto de vista ético. La tauromaquia como manifestación —una entre miles— de una sociedad regida por los únicos principios de justicia universales y simétricos, esto es, por la libertad, la propiedad y la no agresión. Las personas, en una sociedad así, en la sociedad que el liberalismo propugna, somos libres de llevar a cabo el plan de vida que elijamos, en el marco de nuestra propiedad y siempre que no agredamos a los demás.
Y aquí surge el conflicto con los antitaurinos liberticidas (nada que reprochar, eso sí, a los antitaurinos que se limitan a manifestar sus antiliberales ideas): ¿el respeto a los planes de vida de las personas implica que hay que respetar a aquellos que se dedican a matar toros en el coso? ¿Un toro puede ser considerado propiedad de una persona? ¿Los toros están excluidos del principio de no agresión? Sí, rotundamente sí, a las tres preguntas.
Los animales no son, o al menos no deberían serlo, acreedores de derechos por la sencilla razón de que no pueden ser titulares de obligaciones. Los animales son incapaces de entender el funcionamiento de las normas éticas, de distinguir el bien del mal. Carecen, además, de libre albedrío, están sometidos a un implacable determinismo genético. No son responsables de sus actos. A efectos jurídicos un animal no puede merecer mayor protección que la que reciben los bienes muebles o inmuebles.
El filósofo Fernando Savater, poco sospechoso de liberal, estableció, en ese sentido, que “todo contrato implica igualdad entre las partes. Con los animales no puede haber contrato, sólo trato, pero buen trato. El mal trato con los animales no es un atentado ético, no viola ninguna obligación moral para con ellos, pero degrada nuestra humanidad”. Al igual que degradaría nuestra humanidad, añadimos, quemar un bosque o comportarse como vándalos destrozando lo que nos encontramos a nuestro alrededor.
Pero que los animales no sean merecedores de derechos no quiere decir que aplaudamos cualquier comportamiento hacia ellos. Así, la cuestión a dilucidar sería si los animales, que son medios para servir al hombre y no fines en sí mismos, reciben un trato adecuado en relación a su especie. Cabría el reproche, por ejemplo, si en los ruedos, en lugar de toros se lidiaran perros, pues los canes no han nacido para eso. En cualquier caso, este último punto se encuentra muy condicionado por los usos y costumbres de cada sociedad. Prácticas con determinados animales que en Occidente nos pueden parecer aberrantes son reputadas como normales en otras partes del mundo.
Concluimos que la tauromaquia, más allá de la opinión de cada cual sobre la misma y aun entendiendo que pueda haber personas que consideren repugnante ese arte, es resultado de una sociedad ordenada por la ética de la libertad. Una ética en las antípodas de los principios de servidumbre para las personas que los animalistas defienden.
27 Comentarios
Una crítica de Capella a esto
Una crítica de Capella a esto YA
😛
Efectivamente, el
Efectivamente, el argumentario de la tauromaquia empleadora y conservacionista es flojo.
Ahora bien, este de que los toros son propiedades sin derechos, agredibles y reprochablemente maltratables, es inútil pese a lo muy razonado que lo presentes.
Los animalistas tienen un argumentario emocional porque empatizan con el sufrimiento de los animales. Sus argumentos no son racionales ni se avienen a razones.
Si infringen la ley, pues que cumplan con las sanciones pertinentes, si lo que se pretende es mirarles de frente y rebatir su antiliberalismo, es baladí utilizar argumentos racionales que no reconocen por encima de sus emotivos argumentos: dolor, sufrimiento, crueldad, maltrato, indignidad, salvajismo, tortura, asesinato…
Con la razón se mira al lado correcto pero no a los antitaurinos de frente pues ellos se colocan por encima.
Preguntas como ¿qué estás dispuesto a quitarle a otro ser humano ( su libertad, su propiedad, su integridad física, su vida… ) para imponer tu visión animalista? resultan más desconcertantes y eficaces , por emotivas.
No rebato tus razonamientos, solo su pretendida eficacia para defender la tauromaquia.
A ver si pudiera tener una
A ver si pudiera tener una discusión con un taurino. Mi argumentario es el siguiente:
http://elgranodearenaazul.blogspot.com.es/2013/10/de-topicos-tauromacos.html?m=1
Así como un ser humano está
Así como un ser humano está limitado por las libertades de otro, de la misma manera no se puede coartar la postura ética, libre y espontánea de que otros seres humanos puedan convivir pacíficamente con otros seres vivos.
El instrumentalizar los demás seres vivos, lo que denota es nivel de conocimiento y conciencia inferior, pues no se es consciente de que si la humanidad no convive pacíficamente con el ecosistema, no habrá libertad que valga sino se puede vivir.
La primera posición ética de todo libertario debería ser la vida, pues si ella no hay libertad que valga.
Estoy de acuerdo con la
Estoy de acuerdo con la práctica totalidad del artículo. Quiero incidir en un asunto: dando por sentado que los animales no pueden ser sujetos de derecho (como tampoco los árboles, las mesas o los pisapapeles) y sólo pueden ser objetos de derecho (del derecho de propiedad de sus dueños), todo pretendido derecho de los animales a no ser maltratados realmente es (o puede enunciarse como) un posible derecho de las personas a no ser inquietadas en sus emociones. Me explico: puede existir una base ética para reprimir, por ejemplo, la conducta de un sujeto que, en la vía pública, se dedica a despellejar a un perro, aunque sea de su propiedad. El ser humano, es un hecho, tiene la capacidad de empatizar, a veces de forma muy íntima, con ciertos animales y por tanto, en una conducta como la descrita, no se está lesionando ningún derecho, por lo demás imposible, del perro, sino el derecho de los transeúntes a no presenciar actos que les perturben profundamente. Cabe preguntarse si ese argumento es aplicable a la exhibición de espectáculos de toros en espacios urbanos (toros embolados, cabras despeñadas, etc.) y en medios de comunicación públicos (aunque el presupuesto de base aquí es que no deberían existir medios de comunicación públicos). Dicho todo esto, lo que personas libres hagan en la intimidad de sus hogares o en lugares habilitados al efecto y restringidos al libre tránsito, como plazas de toros, pabellones cerrados, etc. con animales de su propiedad, no puede ser reprimido legítimamente por nadie, aun cuando se trate de prácticas tenidas por el común como repugnantes (decapitación de perros, desollamiento de caballos vivos, etc.) Nadie goza de legitimidad para prohibir esas prácticas, que competen sólo a la relación de las personas con sus bienes, aunque nos parezcan absolutamente monstruosas. Como mucho, uno puede desear que la sociedad evolucione hacia la desaparición, por puro abandono de sus espectadores, de los espectáculos basados en la tortura de animales. Pero eso es un deseo basado en una visión moral y subjetiva de las cosas y, como es sabido, los hombres no podemos imponernos unos a otros conductas basadas en nuestra particular visión moral. Qué lástima que los autodenominados progresistas desconozcan esa realidad ética tan sencilla y tan importante.
Supongamos que nos
Supongamos que nos tropezáramos con una nueva especie tan capaz como nosotros. Ante la perspectiva de un enfrentamiento bélico de resultado incierto, lo más aconsejable es que consideremos sujeto de derecho a nuestros nuevos amigos.
La ética de la libertad es formal. Esto quiere decir que se refiere a un sujeto de derecho que no especifica; sin embargo, tal condición se otorga de modo convencional pero no arbitrario. Dependerá de si es preferible negociar o imponerse. Con los animales, pobrecitos, no tenemos nada que negociar porque somos mucho más capaces que ellos. Salvo que entendamos que pueden existir todavía desconocidas formas de vida más capaces que nosotros que aconsejen establecer un cortafuego. A estas consideraciones prácticas se añade la empatía que muchos humanos sentimos por otros animales. Con todo esto quiero decir que no es descartable terminar por incluir dentro de la categoría “sujeto de derecho” a otras especies.
PD. No me parece correcto afirmar que los animales no deban ser acreedores de derechos porque no puedan ser titulares de obligaciones: los deficientes mentales, niños o comatosos serían equiparables a estos efectos.
Berdonio, no es necesaria la
Berdonio, no es necesaria la perspectiva de un conflicto bélico. Y tampoco es necesario acudir a otroas «especies». En el pasado ha habido razas, nacionalidades y creyentes de otras religiones a los que sociedades distintas no han reconocido como sujetos de derecho. Finalmente se les ha otorgado derecho simplemente porque tienen raciocinio y pueden reclamar el ejercicio de sus derechos y comprender las obligaciones que ello conlleva.
Los oligofrénicos, menores de edad o personas sin plenas capacidades mentales por los motivos que sean (demencia o locura por ejemplo) cuentan con tutores legales, no son sujetos de pleno derecho.
ojo, la ley ya ha contemplado
ojo, la ley ya ha contemplado, por ejemplo, que los circos no empleen animales en sus actos .. bajo el sustento del maltrato de que son objeto .. y también se está debatiendo (o ya lo fue) una ley contra el maltrato a los animales en general .. es decir, ya nadie podría dañar a un perro o gato por más mascota suya que fuera … es decir, estas leyes están poniendo a los animales como sujetos de derecho ..
No me gustan las corridas de
No me gustan las corridas de toros, pero protesto contra su prohibicio’n puesto que atenta contra la libertad individual. No obstante debemos coincidir en que es el ma’s asqueroso especta’culo. Los tauro’filos distorsionan el lenguaje para suavizar el horror que disfrutan. Veamos: al toro INTELIGENTE que sabe que su enemigo no es el capote sino quien lo tiene en la mano lo llaman MATRERO, al toro BOBO que se queda quieto ante el descuido del torero lo llaman NOBLE, al toro HERIDO DE MUERTE que rehu’ye la lidia lo llaman MANZURRO’N. Saben ustedes por que’ la mayori’a de los toros son negros ? pues para disimular un poco el color de la sangre que brota copiosamente de la bestia moribunda. Los tauro’filos sienten verguenza pero la endulcoran con palabras grandielocuentes para librarse de la culpa.
No soy animalista, nunca lo
No soy animalista, nunca lo seré. Esto no me imposibilita de rechazar aquellas conductas humanas que, dentro de mi (muy peculiar e individual) escala de valores, representan lo más desdeñable de la humanidad. El gusto por la tauromaquia o cualquier tipo de «arte» que implique el regocijo hedonista del ser humano, a costa del sufrimiento selectivo de los animales, me parece una de las cosas más repugnantes del mundo.
No podría estar más de acuerdo con este artículo porque, en líneas generales, es una descripción ordenada y sesuda sobre el fundamento real de este tipo de actitudes. Sin embargo, el que reconozca su valía como argumento, no significa que estas conductas dejen de generar un bizarro grado de perturbación en mí. Es todo lo contrario, cada vez creo que el nivel de degradación que estamos alcanzando como especie, es peor.
No sé si esto encaje (lo más probable es que no) dentro del corpus de ideas que la filosofía de la libertad pondera, en este tema, la etiqueta me resulta irrelevante.
PD. Repito, no soy (ni seré) un animalista. Y entiendo a la perfección que, entre un hombre que mata un toro para la provisión de carne y un torero que mata otro en nombre de una «tradición», media un trecho bastante grande..
Asumir los argumentos del
Asumir los argumentos del articulista, ser libertario, no significa renunciar a tratar de impedir, incluso recurriendo a la agresión, lo que se considera intolerable. Lo contradictorio sería proponerse encajar a machamartillo en la ética fundamental algún tipo de agresión por muy excepcional que fuera.
Los animalistas que pretenden restringir la libertad de los taurinos optan por la agresión y deben ser conscientes de ello. Pero engañarse a sí mismo enarbolando la bandera de la paz es actitud muy estúpida. El animalista liberticida es un violento, que menosprecia el mucho más efectivo boicot, y debe asumir los correspondientes costes: toparse con alguien más fuerte que él o terminar condenado por un juez. Pero un animalista liberticida que niegue los argumentos de la ética libertaria quiere nadar y guardar la ropa; es decir, guerrear y encima pasar por inocente amante de la paz.
Un libertario, tras el correspondiente cálculo coste-beneficio, puede optar por la violencia, pero siempre se sabrá transgresor y delincuente (en un sentido no necesariamente peyorativo). Es decir, conoce el camino correcto, la ética formal, aunque circunstancialmente pueda apartarse de él, tal vez por imperiosas razones morales: puede ser un heroico animalista. Quien no es libertario es siempre indiscriminadamente violento y delincuente en el peor de los sentidos, y un malvado por mucho que defienda a los animales.
Todos olvidan que el hombre
Todos olvidan que el hombre es un animal.
Éste señor no tiene mucha
Éste señor no tiene mucha idea de lo que dice, vamos por partes:
1- El animal en sí lo puedo usted diferenciar como domésticos o animales no domésticos, siendo los primeros casi en todo caso necesaria la intervención humana para sobrevivir, o de la cual se sirve el humano para su aprovechamiento, los no domésticos o salvajes, ya el nombre lo dice todo…
2- Los animales domésticos están en su mayoría por no decir todos sujetos a procesos de higiene sanitaria, identificación y sujetos a unas leyes de bienestar animal, le guste o no a usted, al igual que a unas normas de civismo y normas administrativas varias, al igual que en varios municipios sujetos a un censo.
Si usted hace una asimilación de animal=bien inmueble y me viene poniendo de ejemplo lo que dice por ahí un señor sobre el trato animal, le contesto que usted no tiene mucha personalidad para pensar por usted mismo. Los animales podrán no ser sujetos de derecho, pero el comportamiento humano sobre ellos si es punible, por lo que si una persona le da por despellejar a un lince ibérico ( por ejemplo) que se vaya preparando con la que le puede caer, no siendo lo mismo que digamos romper un bien mueble a martillazos, ejemplo muy tonto pero sirve.
3- La tauromaquia es una tradición ilógica en nuestro tiempo y lugar, vale que si usted quiere referirse a países de oriente como » ejemplos» de costumbres arcaicas con animales, yo le sugiero que no se vaya tan lejos y compare nuestras tradiciones con países europeos a los que nos solemos referir como ejemplos de sociedades avanzadas, no tire usted por la vía fácil comparándonos con los come perros de ciertos países asiáticos.
4 y último, la tauromaquia acabará, pero no por prohibición, sino por que la sociedad avanza y no requerirá de crueles espectáculos para su ocio, es algo trasnochado, patético, cruel, cateto y vergonzoso, no ya bajo mi punto de vista, sino ya de pensar que desde Europa vean que tal «espectáculo» sea legal me avergüenza.
Me parece que usted no ha
Me parece que usted no ha entendido bien el fondo del asunto que plantea el artículo. No se trata propiamente de una defensa de la tauromaquia, sino de reivindicar su eticidad (por contraposición a moralidad). Y su conclusión es inapelable: si condenamos el inicio de violencia sobre el ser humano, la tauromaquia no se puede prohibir. Se trata de un silogismo que no tiene vuelta de hoja. Sin embargo, lo anterior no significa que un libertario animalista se encuentre atado de pies y manos. En primer lugar puede ejercer una sofocante presión no violenta. También puede establecer acuerdos y contratos. En última instancia ¿puede infringir por tasada causa mayor la ética en la que cree?
Creo que ser libertario es comprender la necesidad del imperio de la ética liberal o ley natural con carácter general. Respetarlo siempre es una diferente cuestión meta-ética. Se puede ser católico y pecar. Por un subjetivo necesitado extremo o por un subjetivo animal torturado, “pecaré” si no hay alternativa y asumiré conscientemente las consecuencias. Ante la objeción de que si uno se reserva la potestad material (que no el derecho) de iniciar una guerra cuando lo estime conveniente, no hemos adelantado mucho, cabría responder por analogía que la inmoralidad es una relevante superación de la amoralidad.
En este caso concreto, añado que, al menos en teoría, no veo que nada impidiera una siquiera parcial extensión del principio de no agresión a otras especies similar a la que corresponde a los inhabilitados (un loco peligroso, por ejemplo).
Mucho tecnicismo pero me
Mucho tecnicismo pero me parece a mi que usted no ha olido un toro (o vaca) en su vida, y mucho menos haber pisado un excremento del mismo
Mucho tecnicismo pero me
Mucho tecnicismo pero me parece a mi que usted no ha olido un toro (o vaca) en su vida, y mucho menos haber pisado un excremento del mismo
Mucho tecnicismo pero me
Mucho tecnicismo pero me parece a mi que usted no ha olido un toro (o vaca) en su vida, y mucho menos haber pisado un excremento del mismo
Mucho tecnicismo pero me
Mucho tecnicismo pero me parece a mi que usted no ha olido un toro (o vaca) en su vida, y mucho menos haber pisado un excremento del mismo
Retórica, no tiene ciencia en
Retórica, no tiene ciencia en sus argumentos por lo que cualquier persona con el mínimo de inteligencia sabe que son inválidos. Las nuevas investigaciones en neurociencia afirman que en muchos animales la objetividad y el discernimiento entre bien y mal generados por una conciencia en la corteza cerebral, se están manifestado ( a pesar de que no se ha desarrollado una corteza como tal) lanzan y lanzan argumentos como si conocieran de ciencia, de química, de biología, de todos los temas habidos y por haber justificando y prostituyendo el término libertad. Sin agresión y en el pacto creado y con todo respeto le digo que es un imbecil y que me cago en su instituto que jamás van a lograr su utopía liberar y eso es lo que mas gusto da 🙂
Ostias… menudo argumentario
… menudo argumentario … citando a «Ética para Amador» como referente ideológico, Muy triste, y luego lo de que no son sujeto de derecho porque no son titulares de obligaciones… por favor…. los niños tampoco son titulares de obligaciones, ni los retrasados mentales ni los ancianos con dependencia y sin embargo SI son sujetos de derecho. Aparte que este argumento tuyo contradice la propia constitución que otorga derechos a los animales… Pero tú, a tu ritmo…
Tal vez, a la luz de algunos
Tal vez, a la luz de algunos comentarios recibidos, no me he explicado bien en el artículo. Por un lado quería, principalmente, recordar lo obvio: que la ética de la libertad, en tanto en cuanto reconoce derechos únicamente a las personas, ampara no ya la tauromaquia, que por supuesto, sino cualquier tortura animal por muy desagradable que nos pueda parecer, siempre que el cauce que se siga sea el del respeto a la propiedad y al principio de no agresión… a otras personas.
Si la ética de la libertad no amparase tal práctica (la tortura a animales), si reconociésemos que los animales tienen algún tipo de derechos, estaríamos concluyendo que se puede ejercer la violencia contra personas que no habrían agredido (ni amenazado con agredir) a otras.
¿Acaso los que consideran que la tauromaquia no cabe en un marco liberal reconocen que es legítimo utilizar la violencia contra los toreros y los asistentes a las corridas? ¿De verdad estamos defendiendo que el aparato estatal debe reprimir la práctica taurina?
No nos rasguemos las vestiduras por un toro o un gato. El liberalismo también ampara que pueda haber escuelas privadas en las que se eduque en los valores nacionalsocialistas. Y los padres estarían legitimados a llevar a sus hijos a tales centros. Los liberales podríamos dar la batalla de las ideas ante una circunstancia así, boicotear esas instituciones, pero nunca ejercer la violencia.
Por otra parte en el artículo quería, y de manera más accesoria, establecer un criterio que determinase cuándo podríamos estar hablando de un trato adecuado a los animales (pero siempre reconociendo, aunque el trato que dispensen a sus animales no sea el adecuado, que no cabe utilizar la violencia contra las personas). Y ese criterio tal vez sea el de tratar a cada animal conforme a los usos y costumbres que se entienden por adecuados en cada momento en una sociedad determinada. Pero, ya digo, esto solo a efectos de esclarecer si algo puede ser adecuado o no, nunca para legitimar la violencia contra personas.
En definitiva, y parafraseando a Chesterton, cuando dejamos de creer en el liberalismo podemos creer en cualquier cosa.
Desconozco dónde has
Desconozco dónde has estudiado derecho y cuál es tu especialidad, pero el artículo hace aguas por todos lados, y en especial en los aspectos jurídicos. Un experto en el campo debería haberlo revisado antes de su publicación (la mayor parte de los errores ya han sido señalados por otros comentaristas, por lo que me abstendré de la repetición).
Queremos a los animales si
Queremos a los animales si nos caen simpáticos (un armadillo, una mariquita…), los vemos próximos a los humanos en inteligencia o sentimientos (un perro, un gato…), con alguna característica especial de nobleza, belleza, armonía… (un león, un toro!!!) y no son peligrosos (aunque lo sean, que no corramos peligro: un león en la sabana no nos quita el sueño). Odiaremos a las cucarachas, las ratas, las hienas, los cerdos, las babosas, los piojos… o quizá en algún caso si los seguimos viendo bonitos. Todos los animales tienen sentimientos (sufren, se alegran, tienen miedo…) y vamos a ser piadosos o no si les queremos. También miraremos hacia otro lado si nos los comemos, pero esa parte cada vez la llevamos peor (muy poca gente sería capaz de comerse un corderito que rato antes ha estado tratando con él…). En fin, la tauromaquia es un arte muy antiguo, es un contribuyente muy importante a nuestra cultura, nuestro carácter, nuestro patrimonio, pero… en fin… el tiempo pasa, evolucionamos. Hay cosas que hay que ir dejando atrás porque cada vez nos civilizamos más. No me gustan los animalistas porque en muchos casos son bastante cafres, pero no puedo evitar darles la razón en el fondo. Yo lo que me pregunto ¿y si cambiaran las reglas del toreo y no se banderilleara, ni picara ni matara al toro? Un toro cuando sale de toriles al principio es de lo más majestuoso y hay que tenerlos cuadrados para torearlo… se le marea un poco a él y al torero y vuelta a la dehesa… y todos contentos!!
en realidad la lógica
en realidad la lógica libertaria lleva el razonamiento a extremos .. y razonan así solo porque están en la posición privilegiada de aquel que dice tener la libertad de hacer lo que se le venga en gana con su propiedad mientras no agreda a otros … ese tipo de lógica promueve una visión totalmente egoísta e individualista ..
Ello lleva a que solo esos afortunados se consideren sujetos de derecho, marginando incluso a otras personas de tener esa categoría .. las libertades lo justifican .. bueno, afortunadamente hay países en cuyos marcos legales los animales han comenzado a ser vistos como sujetos de derecho .. y no solo eso, algunos incluso han comenzado a considerar a la misma naturaleza, el ambiente, como sujeto de derecho .. es decir, una entidad con derechos a ser respetados .. y nada más justo .. no tenemos el derecho ni la libertad a agredir o destruir aquello solo por el puro placer y por la creencia de que nos pertenece .. semejante creencia (judeocristiana) es completamente aberrante y condenable ..
las libertades conllevan responsabilidades .. las libertades así como las conciben los libertarios simplemente conducen a sujeción y esclavitud de aquellos que no tienen menos poder político, social o económico
Se me ocurre otro punto de
Se me ocurre otro punto de vista que someter a la consideración de los liberales racionales. Los “emocionalistas”, cuya empatía por los animales comparto pero no sus veleidades, ya se ve que no vienen a debatir nada sino a soltar improperios un tanto “histéricos”.
La ética de la libertad implica que los sujetos de derecho sean seres en promedio igual de capaces que comprenden el beneficio de no agredirse, es decir, de la norma simétrica y universal. No puede haber duda de que el individuo libre es dueño de sí mismo y de lo que crea, intercambia o se le dona. Sin embargo, la apropiación original de bienes naturales (incluidos otros seres) sólo es válida mientras no dé lugar a agravios comparativos y requiere un consenso previo o elección entre múltiples repartos igualmente universales y simétricos. Por ejemplo, la tierra (incluidos otros seres) se puede considerar plenamente apropiable (por el primero que llegue o en virtud de particiones a priori), parcialmente o acordar su virginidad.
La ética de la libertad nos dice que el criterio que ordene la acción de seres igual de capaces ha de ser consistente, universal y simétrico, pero no cuál seguir de los distintos posibles. En el caso que nos ocupa, si consideramos toda la tierra plenamente apropiable, la tauromaquia es legítima, pero ¿acaso esto no es una convención? ¿No es un tácito acuerdo extra-ético? Creo que bien podría estipularse, sin menoscabo de la ética libertaria, que no toda la tierra fuera plenamente apropiable o manipulable.
Vaya, ante su argument «Los
Vaya, ante su argument «Los animales no son, o al menos no deberían serlo, acreedores de derechos por la sencilla razón de que no pueden ser titulares de obligaciones. » asumo que los retrasados mentales tampoco deben tener derechos entonces…
No pretendo ser demagogo, pero el argumento no termina de valer
El dominio por la fuerza y la humillación de un ser indefenso en ningún caso se puede considerar cultura, sino que constituye un homenaje a la peor crueldad humana, que es hacer del dolor una fiesta.
Las corridas de toros son un resquicio brutal de barbarie en nuestra sociedad. Este espectáculo, absolutamente anacrónico, todavía es una lacra de la sociedad española por culpa de la incultura y sobre todo debido a los intereses económicos de unos pocos.
Con cada uno de estos comentarios me doy cuenta que la humanidad va cuesta bajo.
Los animales son seres que sienten y padecen y a pesar que no tienen la capacidad de reconocer el bien y el mal, ellos no tienen porque ser victimas de la supuesta «superioridad» humana sobre ellos. La tauromaquia, en especial las corridas de toros, son un acto cruel y vil que alimenta a asesinos y entretiene a degenerados.
Si los toreros no tienen otra cualidad que matar animales, es un desperdicio de ser y además como muchas otras lo han hecho, pueden buscarse la vida haciendo otro oficio de mayor utilidad para la sociedad y menos atroz.
Si las personas que asisten a estos eventos encuentran placentero o entretenido presenciar el asesinato de un ser vivo, indefenso y pacífico, han de internarse en un psiquiátrico para que sean tratados como cualquier otro depravado que le produzca satisfacción semejante barbaridad. Si fuera el caso de un asesino en serie, ya estaría condenado por toda la sociedad y seguramente con cadena perpetua.
Cito «Los animales no son, o al menos no deberían serlo, acreedores de derechos por la sencilla razón de que no pueden ser titulares de obligaciones. Los animales son incapaces de entender el funcionamiento de las normas éticas, de distinguir el bien del mal. Carecen, además, de libre albedrío, están sometidos a un implacable determinismo genético. No son responsables de sus actos. A efectos jurídicos un animal no puede merecer mayor protección que la que reciben los bienes muebles o inmuebles.»
En respuesta a este argumento, hay personas que se comportan igual que los, según tú, animales y hasta peor y aún así tienen todos sus derechos y obligaciones bien escritos en una constitución. Entonces, qué debería hacerse con estas personas: ¿ Quitárseles sus derechos y hacerlos vivir bajo el yugo de la humanidad también ? o como son humanos, a pesar de que carezcan de estos requerimientos básicos, se les perdone ?.
Pensaba que lo que nos separaba de los animales, y prueba de evolución, era el aumento del del tamaño del cerebro la cual cosa nos lleva a una capacidad intelectual más elevada que los demás, es decir, saber razonas y pensar. Y la segunda cosa, y en mi opinión las MÁS IMPORTANTE, LA EMPATÍA hacía las demás personas y otros seres vivos.
Disfruto decirte que este artículo es inútil, muy mal argumentado y que solo cuantas con tu propia opinión para defender la tauromaquia.