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Defensa propia, sí, pero constitucional y moderada

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Hace una semana un señor de 77 años oyó que alguien entraba en su finca de Ciudad Real. Es un sitio apartado, en un camino de tierra sin apenas iluminación. Así que hizo lo que muchas personas en su situación haríamos: coger su escopeta y salir a comprobar qué estaba pasando.

Lo que pasó después solo lo sabe él. Puede que al ver al intruso se pusiera nervioso y disparara sin más, o puede que tuviera más motivos para hacerlo. Lo cierto es que, por lo que se sabe, se limitó a defender su propiedad con los medios de los que disponía, en una situación real donde las circunstancias podrían cambiar rápidamente y, por tanto, ninguna decisión era fácil.

Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que la policía llegó después a petición suya. No pudieron salvar la vida del presunto asaltante, y se llevaron detenido al propietario acusado de homicidio. Setenta y dos horas retenido en un calabozo de la Policía Nacional, para después ser puesto a disposición judicial y que la fiscalía y la juez consideraran que debe ir a prisión provisional sin fianza.

¿Por qué? Para empezar, hay que aclarar que en España no existe el derecho a la defensa de tu propiedad. No hablo de la defensa propia, que tampoco existe, sino de la mera defensa de algo que es tuyo. Por poner un ejemplo, si un carterista me intenta quitar la cartera sin usar la violencia, y yo para impedírselo sí la tengo que ejercer, el delincuente paso a ser yo. Con un matiz: si consigo hacerlo sin provocar lesiones al chorizo, entramos a jugar en el terreno gris de las faltas. Él ha cometido una falta al hurtar mi cartera, y yo otra al sacudirlo con la suficiente destreza de no provocarle una lesión: empate.

Pero en el mundo real a veces no se puede empatar. Y es ahí donde la legislación española va siempre en contra del ciudadano común y le echa una mano al delincuente profesional.

Esto no es ningún secreto en España. La sociedad lo tiene más o menos interiorizado de manera torpe y a veces simplona, pero el fondo del asunto lo tenemos todos claro. Así que cuando trasciende un caso como este, es lógico que todo el mundo asuma que el Estado va a pasar por encima del pobre señor de forma injusta.

Y es aquí donde entra la prensa y el mundo pseudointelectual vinculado al centro derecha. Personajes de todo tipo, pero que les une el irremediable deseo de diferenciarse de la plebe que forma el grueso de la derecha social, y al que su forma tosca de pensar les produce repelús. Por lo que el matiz del matiz y la cautela, cuando no directamente el silencio, son la receta para ver si la marea populista de derecha se puede encauzar.

Pero lo cierto es que con la información que tenemos ahora mismo, y salvo sorpresa mayúscula, el señor de Ciudad Real defendió su propiedad. Pudo hacerlo de forma desproporcionada (aceptando la terminología absurda imperante), pero el caso está bastante claro y no vas más allá. Entonces, ¿por qué está en la cárcel de forma preventiva? ¿Y por qué esperó setenta y dos horas la policía para ponerle delante de un juez?

En España, en teoría, solo vas a la cárcel de forma preventiva por tres motivos: riesgo de fuga, destrucción de pruebas o reiteración en el delito. No se cumple ni de lejos ninguna de las tres. ¿Por qué está en la cárcel?

La verdad, no lo sé. Pero solo me ocurren dos cosas: o hay algún indicio de que el muerto no era un asaltante, sino un conocido del detenido, o al pobre señor de 77 años le están aplicando el protocolo normal de cualquier homicidio por arma de fuego: ir a la cárcel hasta que la policía demuestre que no es tan culpable como podría serlo.

La primera opción, siendo posible, parece cada vez más improbable. Así que no queda más remedio que quedarse con la segunda. Un grupo de funcionarios del Estado; policías, fiscales y jueces, han decidido que lo más cómodo en este caso es que el señor vaya a la cárcel hasta que ellos puedan ver claro que las cosas son como parecen.

Hasta aquí nada nuevo. Seguramente muchas personas que no hayan tenido contacto directo con el funcionamiento de la justicia se sorprendan, pero el sistema funciona exactamente así. Si eres un don Nadie, y entras en una investigación penal donde no puedas demostrar ser inocente en cinco minutos de exposición ante el juez, vas a pasar por un rodillo donde el 90% de la gente que entra es culpable, y sete va a tratar como tal.

Eso no quiere decir que la justicia no funcione. Si eres inocente, puedes ser absuelto… unos meses más tarde. Pero de primeras, todo el sistema va a ponerse a funcionar por defecto, y un don Nadie por defecto es culpable.

Pero el problema no es este. El mundo real no es bonito, pero es como es, y no lo vamos a cambiar por una utopía sólo por desearlo. Aquí el verdadero problema es por qué este señor, que ya ha salido en todos los medios de comunicación, se le sigue tratando como si fuera Josua, el primo bipolar de la Mari, al que se le ha ido el dedo al gatillo al verse estafado por segunda vez al comprar un coche al hermano de su cuñado.

Al culpable ya lo he mencionado: la prensa e intelligentsia moderada conservadora. Centro derecha o centro centrado. Llamémosle como queramos, sabemos quiénes son. Cada vez que un individuo en este país se ve en una situación gris de autodefensa, ahí está el centrista para hacer mohines y decir no, no, no, esto no puede ser. No podemos ser populistas, así que dejemos que el sistema aplaste a este señor y pongámonos con temas más serios y rigurosos.

El culmen de este comportamiento lo tuvimos con el famoso caso del portero de discoteca que al enfrentarse con unos atracadores mató a uno de ellos. Solo por tocarle las narices a Vox, hicieron una excepción y no se limitaron a ignorar el caso, sino que tuvimos que ver a toda la prensa centroderechista echar pestes del pobre chico, al que solo se pedía ayudar con la indemnización a la que tenía que hacer frente.

Este comportamiento, que viene de muy lejos, es una señal muy clara a la derecha social: me importáis un pito, si algún día os pasa algo y tengo que ensuciarme la suela del zapato para ayudaros os voy a escupir encima.

Hasta ahora ha colado por la capacidad aplastante de estos sujetos de copar cada uno de los pocos medios de comunicación que no maneja directamente la izquierda. ¿Es esto sostenible? No, no lo es. Y este tipo de situaciones cada vez lo evidencian más, y contra más se tarde en corregir esta anomalía social, la reacción a la misma será más agresiva y perjudicial.

Populismo dirán muchos. Sí, puede ser. A la gente le gusta saber que, si algún día se ve en una situación complicada, va a tener a alguien detrás apoyándolo por compartir sistema moral, no a un conjunto de seres grises, pero bien relacionados, que les van a hablar de la importancia de conceptos abstractos, y lo vital que es para todos sacrificar de vez en cuando a un pobre ser anónimo en la hoguera de la civilización moderada, democrática y constitucional.

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