En la primera parte del presente ensayo sobre la crisis global disparada desde el big bang de Wuhan resaltamos la importancia de ejercitar la identificación de contradicciones, particularmente en los argumentos que pretenden imponer restricciones a las libertades. A tal fin, ensayamos un breve análisis de las políticas de confinamiento y del uso de mascarillas. Contemplemos ahora algunas preguntas adicionales que es menester hacernos antes de abordar el tren de la fobia.
Una catarata de preguntas
- ¿Por qué los medios han puesto desde un principio mucho más énfasis en la vacuna que en los posibles tratamientos?[1]
- ¿Por qué se hace más hincapié en el número de contagiados que en el exceso de mortalidad por toda causa?
- ¿Por qué hay fumadores que le temen más a la covid-19 que al tabaco industrial?
- ¿Por qué en un momento se podía tomar café únicamente de pie? ¿Por qué ahora se puede permanecer sentado a una mesa al aire libre sin mascarilla, pero hay que ponérsela si se está de pie junto a la mesa?
- ¿Por qué en algunos lugares se prohibía sentarse en las plazas, y, posteriormente, con aumento de infectados y muertes, se permitió?[2]
- ¿Por qué en algunos casos requerían servir en vasos y cubiertos descartables y en otros no?[3]
- ¿Cuál es la necesidad de añadir un contacto físico con esa tontería de chocar los codos?[4]
- ¿A qué responde el criterio de “trabajadores esenciales”?[5]
- ¿Hemos perdido el derecho a circular libremente?[6][7]
- ¿El objetivo de las medidas era “aplanar la curva”?
- ¿Hay que erradicar un virus con el que “inevitablemente tenemos que aprender a convivir”? Si el virus no se puede erradicar, ¿no es preferible que la sociedad se vaya exponiendo a él parcial y gradualmente (con cargas virales bajas, en épocas cálidas en las que se registra menos letalidad[8]), en lugar de intentar fútilmente de aislarnos completamente de él con confinamientos y mascarillas a granel?
- ¿Puede que una buena defensa inmunológica se deba a anteriores exposiciones a coronavirus?[9]¿Cuán significativa es la transmisión desde asintomáticos?[10]
- ¿La “nueva normalidad” es nueva o es anormal?
- Cuando el promedio de edad de las víctimas de la covid-19 ronda o supera el de expectativa de vida[11], ¿qué implicaciones debería tener esto para las políticas sanitarias? ¿Cuánto le vale a una persona muy mayor sacrificar un mes de su vida sin tener contacto con sus seres queridos?
- ¿Por qué, a pesar de las medidas para la población general, no se pudieron prever tantas muertes en hogares de ancianos?
- ¿Por qué Suecia no tiene un exceso de mortalidad muchísimo más alto que los demás países?[12]
- ¿Cuál es la diferencia entre morir con SARS-CoV-2 y morir de covid-19 (con/de influenza, con/de VPH, con/de herpes, etc.)? ¿Cómo han de contabilizarse las causas de muerte por cada tipo de infección o enfermedad?
- ¿Cuántas muertes de covid-19 de promedio por mes (o mejor: qué nivel de exceso de mortalidad) debemos alcanzar para volver a la normalidad?
Algunas proposiciones generales a partir de las preguntas planteadas:
- Las autoridades políticas y sanitarias han tambaleado, salvándose pocos de las sospechas de ineptitud o de intencionalidad. Nos hemos estado moviendo por una cadena de emociones –muy particularmente el miedo-, sobre la razón.
- Los “expertos”, no son expertos en decisiones vitales que afectan todas las áreas de nuestras vidas; son expertos en áreas específicas de investigación y práctica profesional. Las cuestiones vitales más generales involucran evaluaciones filosóficas en las que deben prevalecer los principios de libertad.
- “La Ciencia” que nos dice lo que tenemos que hacer y no hacer no existe, ni nunca existió. Además, específicamente en el caso de la covid-19, el grado de incertidumbre, desconocimiento y contradicción es muy alto.[13]
- En la pandemia abundan las estadísticas, pero si bien éstas son relevantes en la etiología en medicina y la ciencia de laboratorio (nube del estornudo, enganche de proteínas, etc.), son muchísimo más limitadas y problemáticas para guiar el comportamiento social.[14] Las recomendaciones que de ellas se desprenden terminan pareciéndose a esos tips de “ligue”, que si bien recaban información verídica, al final poco nos sirven para efectivamente “ligar”. Más bien, nos permiten sacar conclusiones de cosas que el sentido común ya nos dictaba.
- A las autoridades (y de hecho, a los humanos en general) les suele costar aceptar que hay situaciones que están más allá de su control.[15]
- Las medidas de confinamiento y restricciones de libertad tienen un coste. Nadie en su sano juicio se expone al riesgo de una enfermedad gratuitamente. Si lo hace, en la medida que sea, siempre será en contraposición a lo que estaría perdiendo si no asumiera dicho riesgo. La reacción general a la amenaza de la covid-19 no ha tomado en cuenta todas las consecuencias negativas de las medidas adoptadas. No podemos estar seguros de que eso sea posible, pero lo alarmante es que en muchos casos –y en esto no me refiero exclusivamente a las autoridades-, no parece ni siquiera haber sido considerado seriamente.
- Los brotes de autoritarismo y actitudes de corte fascista que ha expuesto esta crisis, acaso más evidentes en algunos ciudadanos de a pie que en los políticos (dado la evidente necesidad de muchos de estos últimos de camuflar sus intenciones), siembran serias dudas acerca de si realmente hemos avanzado en nuestra capacidad de tolerancia y diálogo, respecto de los abusos que creíamos superados desde la segunda mitad del siglo XX.[16]
Conclusión
Al pretender vivir libre de riesgos, nos deshumanizamos y nos dirigimos hacia una infantilización de la sociedad. No es cuestión de exponernos innecesariamente al peligro, sino de llevar una vida guiada por el sentido común. Si no salgo a la calle, habrá menos chance de que me atraquen o de que se me caiga una maceta en la cabeza. Si no conducimos automóviles, habrá menos accidentes de tránsito. Si nunca tenemos sexo sin preservativo, contagiaremos muchas menos venéreas. No obstante aceptamos que haya gente que participe de orgías, quizás sin protección y hasta intoxicados con alcohol o drogas, a la vez que haya otros que opten por el celibato. De esto se trata la libertad, y no de ser ciego a las consecuencias de los actos.
Todo este pandemonio es producto de una mezcla de ignorancia, miedo, dificultad para reconocer errores, y también del aprovechamiento político y el abuso de poder. En la base de la asustada reacción popular, hay una incapacidad para sopesar acertadamente la precariedad de nuestra condición. El confort de los tiempos posmodernos ha promovido una concepción edulcorada e irrealista de la vida. Esta concepción niega o invisibiliza lo único que tenemos realmente garantizado: la enfermedad, el envejecimiento[17], y la muerte. La covid-19 es sólo una amenaza entre miles con las que ya convivimos, pero no deja de constituir una oportunidad para despertar a la realidad.
[1] La viruela y la peste bovina son las únicas dos enfermedades infecciosas que se consideran erradicadas.
[2] Ejemplo: atestiguado en primera persona en plazas de Buenos Aires.
[3] OMS: “Actualmente no hay ningún caso confirmado de contagio de la COVID‑19 a través de los alimentos o de sus envases.”
[4] Aparentemente, ahora la OMS lo desaconseja.
[5] Un ejemplo absurdo entre muchos: programas de televisión con invitados.
[6] Es inevitable analizar el estado de alarma decretado para Madrid el 09/10/2020 en el contexto de una puja política entre el Estado nacional, y las autoridades locales:
[7] Argentina. La locura de prohibirle el paso a la gente entre provincias, con cierres policiales y levantamiento de zanjas y trincheras. Casos de personas que no pudieron despedir a enfermos terminales, que no se pudieron operar; productores que no pueden acceder a sus propiedades. Muertos que de noche se llevaron por delante montículos de tierra improvisados en las carreteras. Camioneros a los que les fajan las puertas para impedirles apearse en determinadas provincias. Ley seca en algunos pueblos. Drones controlando a los ciudadanos. Toques de queda. Los empleados públicos no se ven afectados porque cobran sus sueldos, pero impiden la circulación de los ciudadanos que dependen de su trabajo privado. Hisopados, cánones mensuales, y demás burocracias adicionales con costes adicionales. Acciones anticonstitucionales, ante las que los fiscales no actúan de oficio:
[8] https://www.youtube.com/watch?v=nh2b8TQYrpE&ab_channel=Co-Immunity (10:30)
[9] Las células T también fueron encontradas en muestras de sangre almacenadas con anterioridad a la pandemia. Los investigadores piensan que podrían haber sido generadas por exposiciones a algunos de los otros cuatro coronavirus humanos que causan resfríados:
[10] OMS: “Es difícil efectuar estudios completos de la transmisión originada en individuos asintomáticos; aun así, los datos científicos recopilados a partir de los informes de rastreo de contactos por los Estados Miembros indican que es mucho menos probable que las personas con infección asintomática transmitan el virus por comparación con las que presentan síntomas.” “Los datos científicos recabados hasta el momento acerca de la transmisión de casos sin síntomas procede de un número escaso de estudios con muestras pequeñas en los que es posible el sesgo de rememoración y no se puede descartar la transmisión por fómites.”
[11] https://www.youtube.com/watch?v=6RDffMCAujg&ab_channel=misesmedia (21:15)
[12] https://www.euromomo.eu/graphs-and-maps
[13] Ver The Fact-Free Lockdown Hysteria | Thomas E. Woods, Jr., minuto 17:00: “La ciencia no es una serie de afirmaciones infalibles, […] sino que es una búsqueda incesante de la verdad”; y minuto 18:05: Jefe del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS: “la evasión de la cuarentena de Suecia fue un modelo”.
[14] Las estadísticas relativas a la covid-19 (tasa de mortalidad, contagios, etc.) derivan de tantas variables incontroladas, que es muy difícil hacer comparaciones. Los resultados de los diversos países dependen, entre otras cosas de:
- Forma de medir.
- Grado de eficacia en las mediciones.
- Inmunización natural preexistente.
- Propensión genética de la población.
- Grado de contagiabilidad de las diversas cepas.
- Grado de fuerza dañina del virus de las diversas cepas.
- Costumbres sociales relativas al contacto y la higiene.
- Calidad de la infraestructura sanitaria y del tratamiento médico.
- Distintas distribuciones etarias.
- Interacción del virus con otros agentes, ya sean otros microorganismos, vacunas y medicamentos, u otros factores ambientales.
- Diversos grados de movilidad de la gente en diversos momentos del desarrollo de la epidemia.
Ver: https://ourworldindata.org/covid-excess-mortality
[15] Ejemplos: https://rationalground.com/mask-charts/
[16] Claramente, este punto constituye todo un tema en sí mismo, y amerita un profundo análisis propio. Se da la aparente contradicción de que, por un lado, no parece tan fácil avanzar hoy propuestas totalitarias o anti-liberales como hace un siglo, y sin embargo, en la dinámica geopolítica actual los logros liberales no dan la sensación de estar firmemente al amparo de súbitas embestidas autoritarias.
[17] Salvo en algunos casos aun más dramáticos de muertes muy prematuras.
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