A punto de cumplirse dos años desde el comienzo de la invasión rusa, el impasse en que se hallaba sumida la guerra de Ucrania parecía desolador hace apenas unas semanas. No mejoraba esta situación el hecho de que la cabeza visible del régimen de terror selectivo ruso, Vladimir Putin[1], fuera “rectificado” por su portavoz Dimitri Peskov, cuando aclaró al mundo que la guerra – palabra prohibida hasta ese momento en Rusia – continuaba porque se libraba contra “el conjunto de Occidente”.
- Sobre la guerra en Ucrania I
- Sobre la guerra en Ucrania II
- Sobre la guerra en Ucrania III
- Sobre la guerra en Ucrania IV
Antes al contrario. Observábamos que el estancamiento de los frentes – con reminiscencias del sangriento transcurso de la I Guerra Mundial – se traducía en un incesante goteo de muertes y destrucción y una ventaja relativa para el ejército invasor. Parecía que la simpatía mayoritaria en el mundo libre hacia el país invadido no forzaba al ocupante a retroceder dentro de sus fronteras reconocidas por la comunidad internacional, sino que ralentizaba su despliegue por el territorio del Donbass perteneciente a Ucrania.
La ayuda material y financiera ya desembolsada para Ucrania por parte de la Unión Europea y sus estados miembros, por un valor total de 96 mil millones de dólares[2], más los 75 mil millones de dólares del gobierno de EEUU, se antojaban como insuficientes para repeler la agresión y forzar la retirada del ejército invasor.
Pánico en el Kremlin
Repárese, no obstante, en que, paralelamente al aparente desamparo para la causa ucraniana, se emitía una entrevista pactada entre el autócrata ruso y el periodista norteamericano Tucker Carlson[3] poco después de que el Consejo Europeo acordase el 1 de febrero un plan trianual de ayuda de 50 mil millones de euros[4] para adaptar al país a su futura a adhesión a la Unión Europea. Financiación y ayuda compatibles con otras vías bilaterales emprendidas por los propios países miembros de la UE y otros como el Reino Unido[5], Japón, Australia y Corea del Sur.
Asimismo, vistas las intrigas que tienen lugar en las cámaras del Capitolio, el alegato del dictador “nacional bolchevique[6]” se anticipaba unos días a la sesión del Senado de Estados Unidos (13 de febrero) que aprobó una reforma de su Ley de Seguridad Nacional, cuyas previsiones supondrían asignar un suplemento de gasto por importe de 60 mil millones de dólares para distintas acciones de apoyo militar a Ucrania[7]
Se entiende, pues, que la continuación de la ayuda de los países más desarrollados del mundo a Ucrania produzca auténtico pánico en el Kremlin. De ahí que el dictador ruso pida árnica y emplee otros ardides en comparecencias como la mencionada. Su propósito es resquebrajar la determinación de sus enemigos.
Vanguardia MAGA y obsolescencia tecnológica
No en vano, Rusia ha triplicado su ya abultado gasto de defensa hasta llegar a un 8 por ciento del PIB. Pese al triunfalismo del gobierno, es muy probable que, en realidad, la economía, basada en la explotación de hidrocarburos, no esté creciendo, y que las estadísticas se utilicen solamente como arma de propaganda al modo soviético. La producción industrial permanece estancada. Es un país con un gravísimo problema demográfico. Se estima que 800.000 jóvenes con la mejor formación han emigrado a otros países. Otros 300.000 han muerto en la campaña bélica.
Por lo demás, la inferioridad tecnológica de la maquinaria y el armamento rusos respecto a los occidentales que van llegando a Ucrania resulta palpable. Las dificultades para alzarse con la victoria sobre el terreno se incrementan.
Ciertamente, en el esfuerzo por quebrar la consistencia del pilar americano, Vladimir Putin ha encontrado la inestimable colaboración de ciertos ideólogos del movimiento MAGA[8] que sostienen las aspiraciones presidenciales de Donald Trump como candidato del Partido Republicano en las elecciones de noviembre de este año. De momento, el plan de ayuda no está asegurado. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ha anunciado que impedirá que la reforma de la Ley de Seguridad Nacional que lo contiene sea sometida a votación por defectos de forma.
Las piezas del dominó
Todo ello es suficiente para entender como primordial el respaldo decidido a Ucrania por parte los países democráticos y más libres del mundo. Pero ha de contemplarse, además, cuáles serían las consecuencias si el régimen ruso de Putin obtuviera la victoria en esta guerra expansionista.
Supongamos que no se repeliera la ocupación de territorio ucraniano por la pasividad de las potencias occidentales, singularmente EEUU. ¿qué le impediría al poco tiempo recurrir a la guerra para anexionarse Transnistria en Moldavia, invocando la existencia de una población rusa mayoritaria? ¿Y después? Tenhamos en cuenta en lo que insisten países bálticos pertenecientes a la OTAN como Estonia, Letonia y Lituania. Los incentivos para que un régimen autoritario en busca de un enemigo exterior continuase su expansión hacia territorios con minorías rusas no cejarían.
Derrotar a Vladimir Putin, la única opción
Como colofón se añade el asesinato bestial de Alexei Navalny, el líder de la exangüe oposición rusa, en un remedo del gulag soviético. No falta el detalle macabro de negar la entrega del cadáver a la familia hasta tanto no borren las huellas del crimen. No ha sido el primer caso, sino uno más de la lista de opositores al régimen criminal de Vladimir Putin purgados antes que él. Anna Politkovskaya, Boris Nemtsov, Alexander Litvinenko, Ravil Maganov, Denis Voronenkov, Boris Berezovsky … Todos fulminados por el capricho de un déspota que no admite irreverencias.
Apenas un mes antes de la celebración de una pantomima de elecciones presidenciales democráticas, el ensañamiento por eliminar a los disidentes cualificados por criticar al régimen demuestra que Putin no entiende otra forma de ejercer el poder.
Es por esto por lo que conviene insistir en que la derrota militar del régimen de Putin. Y debe entregarse, si sobrevive al conflicto bélico, a la Corte Penal Internacional para ser juzgado por crímenes de guerra y de lesa humanidad. También por otros crímenes relativos a la deportación ilegal de niños ucranianos a la Federación Rusa que motivaron la orden de arresto dictada el año pasado. Todo ello debe ser una solución prioritaria.
Para la coalición de países que hasta ahora han apoyado a Ucrania además es factible.
Notas
[1] En sucesivos discursos, Vladimir Putin anunció a sus súbditos que la “operación militar especial” se justificaba en el derecho a la legítima defensa de “las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk”. Lo contrapone al “genocidio que estaba perpetrando el gobierno nazi ucraniano”.
[2] De los que 30 mil millones corresponden a suministros y gastos militares.
[3] Cualesquiera que sean las opiniones que merezcan ambos personajes, recomiendo encarecidamente la contemplación de la entrevista para aquilatar la perfidia del dictador ruso. Convendría que Tucker Carlson aclarase si Putin conoció con mucha anticipación las preguntas que le formularía. Es evidente que trató de impresionar a una audiencia mundial con el aplomo de sus respuestas, por muy insidiosas y cínicas que éstas fueran. La mano de un experimentado equipo de asesores en la manipulación y propaganda (como los que suelen trabajar en los servicios secretos) resulta perceptible en las contestaciones. Pero siempre dentro de una cosmovisión historicista pedestre, fácilmente rebatible.
[4] De los cuales 33 mil millones corresponden a préstamos a tipos de interés bonificados y 17 mil millones a subvenciones a fondo perdido.
[5] Para el bienio 2024/25 el gobierno británico ha anunciado, aparte de otros programas de instrucción y aprovisionamiento de armas y municiones, una ayuda añadida de 2500 millones de libras esterlinas.
[6] Vladimir Putin ascendió al poder como vicepresidente designado por Boris Yeltsin en 1999 y luego como presidente. Putin se ha preocupado extraordinariamente por obtener una pátina de respetabilidad para su cleptocracia. Asume doctrinas sincréticas que han destilado en Rusia intelectuales como su hagiógrafo Alexander Duguin. En cualquier caso, podría definírsele como un nacionalista supremacista ruso. Acusa a los países que quiere sojuzgar del totalitarismo y la brutalidad que le caracterizan a él y a su régimen. Su empeño en “desnazificar” Ucrania alcanza ribetes siniestros en este sentido.
[7] Puede que esta reforma no fuera aprobada en una primera lectura por la Cámara de Representantes. Así, el trámite legislativo exigiría la constitución de un comité ad hoc. Estaría compuesto por delegados de ambas cámaras para negociar y acordar un texto. De otra manera, la reforma quedaría rechazada. Es importante destacar que la redacción actual prevé partidas de 13 mil millones de dólares para que el Departamento de Defensa adquiera armamento transferible al ejército ucraniano. Son casi 14 mil millones para la Iniciativa de Ayuda a la Seguridad de Ucrania (USAI). Consistiría en instrucción, equipamiento y asesoramiento militar para fortalecer la defensa ucraniana contra la agresión rusa. A ello se suman 1600 millones de dólares para el programa de financiación militar exterior (FMF) a disposición discrecional del Presidente. Por otro lado, también se incluyen asignaciones para operaciones del Mando militar americano en Europa, con sede en Stuttgart (Alemania).
[8] Make America Great Again. En un lugar muy destacado aparece Steve Bannon, que llega a unas cotas de maniqueísmo insólitas.
Ver también
¿Por qué resiste Ucrania? Por sus instituciones descentralizadas. (José Carlos Rodríguez).
Fricciones europeas por la guerra de Ucrania. (José Antonio Baonza Díaz)
2 Comentarios
Buf, qué lamentable artículo. ¿ A qué llamará mundo libre este pobre replicante de telediarios? ¿ A quién llamará dictador este apologeta de este occidente que nos mete en guerras, nos llena de imigrantes del tercer mundo, nos impone la moral del diablo -LGTBI- , nos impone hasta el coche electrico, nos impone los tipos de interés nos deja indefensos ante okupas y menas…? De pena, amigo. Vaya nivel.
Obviamente los comentarios descalificatorios sin ningún tipo de esfuerzo discursivo y los insultos directos no merecen las gracias. Llamativamente, quién los profiere intenta desviar la atención sobre las cuestiones que trata mi análisis para precipitarse en una amalgama de dicterios, que parece una caricatura de los mantras que esgrimen algunos hinchas de Vladimir Putin que quieren atraer a los fundamentalistas religiosos y xenófobos a su huerto ideológico:
¡ (Occidente) nos impone la moral del diablo -LGTBI-!
Cuando leía esta sarta de jeremiadas, recordaba, no obstante, que el autocrata ruso se vale de la ayuda de la Iglesia Ortodoxa para su propaganda. O,más precisamente, de su patriarca Cirilo I. No en vano, en noviembre del año pasado, con ocasión del Santo Concilio popular ruso, se aprobó una declaración que contenía aseveraciones tan delirantes como la siguiente :
– Desde el punto de vista espiritual y moral, esta operación militar especial es una «Guerra Santa» en la que Rusia y su pueblo, defendiendo el único espacio espiritual de la Santa Rusia, cumplen la misión de «contener» (se trata de la fuerza que detiene la venida del Anticristo ) defendiendo al mundo de la presión del globalismo y de Occidente inmerso en el satanismo –
https://www.rp.pl/konflikty-zbrojne/art40084511-patriarcha-cyryl-i-twierdzi-ze-specjalna-operacja-wojskowa-to-swieta-wojna
Las concomitancias con tus vituperios distractivos, Agustín Bayona, son evidentes. Deduzco que tu sensibilidad se ha ofendido, en primer y destacado lugar, por la referencia que hago de Putin como dictador. Adoleciendo de tal cualidad el presidente de Rusia, sin ninguna duda, todo lo demás cuadra con las inmundicias esparciadas por la dictadura rusa, bajo el caudillaje de Vladimir Putin, para justificar la invasión de Ucrania y la guerra posterior.
Los gobiernos occidentales (Occidente en tu metonimia ) no nos han metido en esa guerra. La única y exclusiva responsabilidad reside en un régimen cleptocrático señoreado por un dictador brutal y sanguinario llamado Vladimir Putin, quién tomó la decisión de invadir Ucrania el 24 de febrero de 2022