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Dignidad escasa, libertad inexistente

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"Curiosamente", estas marchas por la "dignidad" sólo acontecen cuando gobierna la derecha. En España sigue existiendo una extrema izquierda dogmática y tirana que busca imponer a la mayoría los mantras que comparte sólo una minoría.

Es suficiente con ver el arsenal simbólico desplegado por estos manifestantes para extraer la conclusión de que bajo un hipotético gobierno suyo, la libertad sería una entelequia. Así, banderas de la extinta Unión Soviética o imágenes del Che Guevara formaron parte del atrezzo. Los cánticos suponían un regreso al pasado. En medio de este panorama, calles cortadas para que la "dignidad" circulara a sus anchas.

En efecto, las "columnas" que fueron llegando desde diferentes partes de la nación, poco o nada apelaron a la "dignidad" cuando quien guiaba los destinos de España era el PSOE de Rodríguez Zapatero. No obstante, ya antes habían avisado de su modus operandi con ocasión del Prestige y de Irak. El entonces Secretario General de los socialistas se sumó sin vacilar al pancarterismo reinante, enarbolando cualquier lema que tuviera como fin desgastar al gobierno de José María Aznar.

En consecuencia, el socialismo se vinculó con el radicalismo visceral, replicando sus modos y formas, tesis que tiene en el antiamericanismo uno de sus grandes exponentes, aunque no el único. El otro gran ejemplo es el sectarismo en función del cual la izquierda juzga como bueno o malo al sujeto de la oración, nunca el predicado.

En mayo de 2011, cuando se vislumbraba un cambio de gobierno, "repentinamente" la ultra-izquierda entendió que su "dignidad" estaba siendo mancillada. Llegó el 15-M en Sol, que dio una imagen pésima de España en el exterior por mucho que al movimiento se le quiera adornar con una mística libertaria que recurría al sempiterno espíritu asambleario, fenómeno que sus ideólogos venden como democracia en estado puro.

Además, este movimiento de ocupas espantó a turistas y provocó ingentes pérdidas económicas entre los comerciantes de la mítica plaza madrileña. Como sucediera en 2003, el PSOE trató de rentabilizar estos acontecimientos y algunas de las exigencias del 15-M las incorporó a diferentes manifiestos electorales. Curioso, o por mejor decir paradójico, que el socialismo español quisiera llevar a la práctica, "casualmente" cuando estaba en la oposición, medidas para las que dispuso de siete años de gobierno. Sin embargo, el ejecutivo de Zapatero optó por practicar un cordón sanitario al PP, formación a la que estigmatizó, subestimando de este modo a sus votantes.

Durante esos días de hace casi tres años, también observamos cómo la autoridad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad era menospreciada por los "manifestantes demócratas". Peligroso precedente que ha tenido continuación en las sucesivas algaradas que estos grupos han efectuado periódicamente desde entonces.

El sábado pasado estos radicales dieron un paso más y, ante la barra libre instaurada, procedieron a agredir a la policía y a destrozar el mobiliario urbano. El resultado es que decenas de agentes que deben de velar por la seguridad de los españoles resultaron heridos, algunos de gravedad.

Aun así, los alborotadores no se han conformado con esto y además de acudir a los juzgados de Plaza de Castilla a reclamar justicia para sus camaradas detenidos, también exigen que los miembros de la policía sean expedientados. Ver para creer… pero así es. Hoy en día, desafiar a los cuerpos de seguridad forma parte de lo políticamente correcto; por el contrario, la loa y alabanza de su actividad te convierte directamente en un "fascista", el adjetivo más empleado por los defensores de dictaduras como la cubana.

El resultado de toda esta concatenación de acontecimientos es que si la policía no está protegida, difícilmente los estaremos el resto de ciudadanos y ya sabemos que sin seguridad, la libertad es simplemente una utopía.

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