Pese a que los verdaderos cambios los realizó en Junio, Mario Dragui volvió a sorprender este jueves pasado con una bajada de tipos histórica del 0,05% y su intención de compra de activos y deuda.
Pese al apoyo incondicional de la inmensa mayoría de la prensa, políticos y economistas mainstream de cabecera, estas medidas no conseguirán los objetivos que se proponen sino que echarán todavía más leña al fuego. Veamos los motivos.
Fomenta el hiperendeudamiento y malas inversiones
Debía haber quedado claro que actualmente estamos sufriendo una crisis de deuda. Todos los agentes de la economía están endeudados en exceso. Sin ir más lejos, la deuda estatal ya está en máximos históricos por encima del 100% del PIB, algo para alarmarse ya que significa que la productividad marginal de la deuda cae por debajo de 1 (punto de no retorno ya que la deuda se incrementa más que la producción de bienes y servicios).
Años después del estallido de la crisis, todavía estamos en la etapa de purgar proyectos erróneos y malas inversiones fruto de los bajos tipos de interés otorgados por las autoridades monetarias. Proyectos con un ratio de retorno bajísimo que se han mostrado inviables una vez detonada la crisis. Para superar la recesión es imprescindible que estos recursos mal invertidos se reasignen y que los agentes económicos se desapalanquen.
Por este motivo, lo lógico sería que los bancos centrales dejasen de aplicar políticas monetarias hiperexpansivas con el objetivo de reanimar la economía, ya que el acceso a liquidez prácticamente gratuito fomentará nuevas malas inversiones e impedirá que se liquiden las del pasado, además de dificultar enormemente el desapalancamiento de los agentes económicos.
La solución que propone el BCE es ¡solucionar un problema de deuda con más deuda! Algo tan singular como intentar apagar un fuego echando más leña o encendiendo un lanzallamas. Más bien al contrario, el camino no debe ser el hiperendeudamiento, sino eliminar el sobreapalancamiento de la economía mediante la amortización de deuda
La liquidez no llegará a la «economía real»
Uno de los objetivos de las medidas del BCE es reactivar el crédito bancario para que llegue a familias y empresas, fomentando de esta manera la inversión y el consumo. Algo que no ha ocurrido en el pasado y no va a pasar ahora por mucho que los policy-makers penalicen a los bancos (-0,2%) por mantener el exceso de liquidez en el BCE.
Repito, algo que no pasará por varios motivos:
1) El Estado absorbe todo el crédito del sistema. Un efecto crowding out en toda regla que desplaza al sector privado y que surge como consecuencia de la imposibilidad del gobierno de cuadrar sus cuentas y caer sistemáticamente en déficit. Como los Estatutos prohíben adquirir deuda soberana directamente al BCE, asistiremos a otro carry trade en toda regla sin ninguna duda. De esta manera veremos como los Estados podrán seguir gastando todavía más (ahora el gasto público español está en torno a un 45% del PIB) y también comprobaremos como la deuda soberana estará en mínimos de hace unos cuantos años.
2) Familias y empresas no tienen capacidad de endeudarse más. El propio BCE reconoce que la demanda es débil. Por mucho que se ofrezca crédito barato no se podrá conceder. De hecho, los tipos estaban ya bajísimos al 0,15%. Es dudoso que al 0,05% se desate una desaforada demanda de crédito.
3) La demanda de crédito no es solvente. Las familias y empresas que sí demandan están sobreendeudadas y/o no presentan planes de negocios viables y sostenibles por lo que el crédito no se les concede por el riesgo inherente que conlleva.
4) Los bancos necesitan fondos para reestructurarse financieramente, financiarse de manera barata y cumplir los diversos requisitos de core capital de Basilea III. Por tanto, se trata de reducir las actividades que consumen más capital (préstamos a pymes tienen una ponderación del 100%) y sustituirlas por actividades menos costosas en términos de ROE (invertir en el bund alemán no consume capital).
Por tanto, los grandes beneficiados no serán las familias y empresas, sino gobiernos y bancos.
¡El problema es de solvencia!
El punto de partida erróneo es pensar que el problema que se les presenta a los bancos es de liquidez. No, es un problema de solvencia. Dicho de otra manera, no es que no puedan conseguir financiación para mejorar su flujo de caja, sino que el valor de sus deudas está muy por encima al valor de sus activos.
En su momento, las entidades de crédito se aprovecharon de los bajos tipos de interés para adquirir deuda a corto plazo para invertir a largo (hipotecas). Ahora los bancos son insolventes porque no pueden hacer frente a sus deudas, y eso no se soluciona con liquidez, sino liquidando malas inversiones. Bajar los tipos de interés no es la solución a un problema de insolvencia, ya que un banco quebrado no va a prestar el dinero que reciba, sino intentar saldar sus deudas.
Conclusión
Aceptemos la realidad: los planes de estímulos y bajadas de tipos de interés van a ser medidas ineficientes por los motivos que hemos expuesto. La prosperidad que vivimos en el pasado fue artificial, basada en deuda y dinero artificial y no en ahorro real. Ahora toca ahorrar para pagar la deuda, no seguir endeudándonos. Toca purgar las malas inversiones y recolocar capital, recursos y trabajo en otras líneas productivas demandadas. Y todo ello requiere tiempo, notables reformas estructurales y disminución de la intervención y obstáculos políticos.
Y es que no se puede intentar salir de una burbuja creando otra (y manteniendo las pasadas). Que se lo digan a Japón que decrece a un -7% y lleva varias décadas en recesión. Esperemos que nuestro rumbo sea distinto.
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