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Ecuador contra el autoritarismo

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Tras los resultados de las elecciones generales en Ecuador, el socialismo del Siglo XXI sufrió un duro varapalo en una región marcada por la sombra de los autoritarismos. La ola populista comenzó después de que Hugo Chávez asumiera el poder a finales de los noventa y la estela autoritaria de los líderes caudillistas afines a aquél proyecto político sigue estando presente, aunque su fuerza se debilita cada vez más.

Los resultados en Ecuador dieron la victoria a Guillermo Lasso, el candidato liberal que se constituyó desde el 2013 en opositor al gobierno del entonces presidente Rafael Correa y a todo el eje populista que impregnaba la región bajo el ideario de un socialismo adaptado a las demandas sociales que experimentó la región desde la conquista de la democracia desde los años ochenta y la crítica al neoliberalismo.

El modelo político de Rafael Correa se caracterizó por el ejercicio de la política desde su visión maniquea como una lucha moral entre el pueblo y sus enemigos, que definió su línea de enfrentamiento con los sectores de oposición, callando y persiguiendo a las voces críticas en el afán de construir una hegemonía en torno a su simbolismo e imagen.

Sumado a ello, la crisis de representación política y del sistema de partidos que experimentan muchos países de la región fue un capitalizador de su propuesta, y su mensaje nacionalista le dio un barniz importante a las demandas de soberanía nacional creciente. Su capital político se vio fortalecido posteriormente por los ingresos que generó la industria petrolera como consecuencia de la inflación de los precios de los commodities.

En línea con su sentido caudillista, Rafael Correa eligió a Andrés Arauz como su candidato para estas elecciones y como el articulador de la propuesta “correista”. Arauz ganó en la primera vuelta de forma indiscutible muy por encima de Guillermo Lasso y del líder indígena Yaku Pérez, el opositor que quedó al margen del balotaje.

No obstante, el legado autoritario de Rafael Correa parece haber encontrado un óbice infranqueable que se convierte en la sentencia definitiva del rechazo a su modelo político y a su liderazgo obsoleto. Precisamente Guillermo Lasso representa la oposición a aquel modelo político vinculado a los autoritarismos que han imperado en la región sudamericana bajo la estela del proyecto chavista, y que en su momento supuso una ola importante para el asidero de una izquierda confundida.

El giro en la campaña de Guillermo Lasso fue determinante para la victoria del domingo. Su apertura a otros sectores sociales y el apoyo que le brindaron líderes de la oposición como Xavier Hervas, candidato de la Izquierda Democrática que quedó en cuarto lugar en la primera vuelta, o Virna Cedeño, acompañante de binomio de Yaku Pérez, sumaron el voto en torno no solo al anti-correismo, sino alrededor del cambio de paradigma imperante en Ecuador hasta hoy: una polarización política con Rafael Correa en medio y la ausencia de un proyecto que genere certidumbre a una sociedad fragmentada por las luchas sociales e indígenas y la crisis económica.

Los resultados finales en Ecuador ponen en evidencia el cansancio de los ciudadanos a un viejo modelo que ha perdido cada vez más representación, aunque cuenta aún con una parte importante de apoyo de la ciudadanía, y que se definen como la confirmación del rechazo al retorno del caudillo que gobernó Ecuador durante una década.

La certeza de la mayoría de la población a favor de Guillermo Lasso se traduce en el hastío hacia el proyecto populista y en la reafirmación de un cambio posible e inclusivo hacia un modelo liberal en un país que enfrenta grandes desafíos políticos, sociales y económicos. En ese contexto, debe primar la defensa de la libertad como valor primigenio de la democracia y en armonía entre el fortalecimiento institucional y el crecimiento económico que beneficie a todos los estratos a sociedad ecuatoriana. El gobierno de Guillermo Lasso tendrá grandes desafíos cuyos resultados podrán ser la ratificación de la necesidad de construir sociedades abiertas y libres, inclusivas y en igualdad de oportunidades, en una de las regiones donde el discurso y el mensaje liberal tienen grandes escollos.

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