Cuando el emperador Balán y su hijo Fierabrás conquistaron Roma, robaron dos barriles con el líquido en el que se había embalsamado el cuerpo de Jesucristo. El mismísimo don Quijote de La Mancha le contaba al fiel Sancho cuáles eran los ingredientes del bálsamo y comprobaba en sus enjutas carnes los beneficiosos efectos del mejunje. A partir de esa leyenda, el término "bálsamo de Fierabrás" se aplica a aquella solución milagrosa que todo lo cura. Los partidos políticos son expertos en inventarse cada uno el suyo. Podemos tiene el reparto. El PP sacar pecho cuando tiene miedo. En un caso y en otro, no cuela. Pero mientras que Podemos responde a una situación angustiosa y la gente ve lo que quiere ver por pura desesperación en los planes irrealizables del partido de Pablo Iglesias, la "sacada de pecho" del Partido Popular resulta patética y delatora, como quien sin disimulo, se pinta con rotulador marrón la incipiente calva en la coronilla.
Los salvapatrias: el Fierabrás español
Si algo nos gusta en este país es un líder carismático. Que atraiga. Que seduzca. Aunque no diga nada sensato, aunque sus palabras sean más falsas que una moneda de tres euros… pero que le oigas y te enganche. Nos encanta. En realidad, esos salvapatrias se llaman cantamañanas, y hemos tenido varios. Todo empezó con Suárez y su aspecto de galán de mirada intensa. A mi abuela le encantaba Felipe González porque era atractivo: "Lo que dice me da lo mismo. ¿Dice algo?". Aznar era el líder sin carisma y empezó a desbarrar cuando alguien le susurró al oído "Nene, tú vales mucho" y se lo creyó. En vez de seguir su estilo de tecnócrata eficiente, empezó a creerse una figura y perdió su estilo.
Nuestro último salvapatrias es Pablo Iglesias. Es un poco el antihéroe, como esa hornada de actores bajitos y feos que sucedió a la generación de Paul Newman y Robert Redford. Coleta, camisa violeta o de cuadros, pantalones vaqueros, cuidado aspecto de anti-sistema de libro, podría ser la obra de la mente de Fernando Díaz Villanueva. Pero es real. Y su éxito lo obtiene del malestar, de la desgracia, de la miseria, del enorme hartazgo político de nuestro país. Dudoso honor subir a costa de todo eso.
Y ¿qué pasa mientras el tándem Iglesias/Monedero dice bobadas que tantos y tantos compran y siguen en su supuesto ascenso popular? Pues que los dos partidos principales, el PP y el PSOE, se palpan el cuerpo y no se hallan. Están desubicados. Así que, o bien se centran en la construcción de un liderazgo para las municipales de septiembre del 2015, como el PSOE y sin mucho éxito, de momento, o bien tratan de minimizar el bofetón moral.
Porque, una cosa es que un rival de los grandes te dé una paliza y otra cosa es que unos tipos que proponen unicornios para todos, ejércitos sin jerarquías y cosas así te saque tres cabezas. Porque eso es lo que dicen las encuestas. Una humillación moral en toda regla.
Mucha pluma y poca chicha
Y lo que hace el Partido Popular, esta vez encarnado en el portavoz adjunto del Congreso, Rafael Hernando en una entrevista publicada en este periódico, es sacar pecho y tratar de minimizar la cosa. Nada… resulta que Podemos forma parte del auge de estos salvapatrias que se han puesto de moda en Europa como Syriza en Grecia o Grillo en Italia. Una moda molesta pero pasajera, como los pantalones campana de los 70 o las terribles hombreras de los años 80. Que es tanto como decir: "Nos ha salido ese grano en la nariz sin que tengamos nada que ver". Cualquier cosa menos asumir que los dos grandes partidos políticos han estafado a muchos de sus votantes, que han mentido, manipulado la opinión y defraudado las expectativas de populares y socialistas. Es decir, lo que sea menos decir la verdad.
El PP saca pecho inflando el plumaje, más que desarrollando músculo, porque no da para más. Esa es la medida de la mediocridad del sistema, en el que el PSOE desde luego, no se queda atrás. Y, mientras unos presentan un líder de paja y otros hacen el pavo real, ambos partidos se izquierdizan, tratando de rescatar el voto enfadado que ha apostado por el de la coleta que sale tanto en la tele, y que abarca a jóvenes, maduros, empresarios y amas de casa, muy cansados de siempre lo mismo.
En una realidad paralela, en una galaxia remota, posiblemente PP y PSOE estarían haciendo una revisión profunda de los do y los don’t, de lo que no hay que repetir, de cómo recuperar la ilusión del votante. O estarían asumiendo culpas y dejando paso a otros. Pero eso es una realidad paralela.
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