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El dinero mercancía

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Como los servicios y la información no pueden ser dinero, sólo quedan las mercancías, los bienes físicos, las cosas materiales, como entidades monetizables fundamentales. No vale cualquier cosa: deben ser objetos fáciles de reconocer, manipular, almacenar y transportar y cuyo valor sea estable respecto a todos los posibles cambios relevantes (de persona, lugar, tiempo, cantidad y posición como comprador o vendedor).

Aunque algunas mercancías sean las que mejor cumplen alguna de esas características de forma independiente, los dineros efectivamente utilizados son las mercancías que mejor cumplen el conjunto de rasgos necesarios para satisfacer las funciones de depósito de valor (atesorar y desatesorar), medio de intercambio y unidad de cuenta. Pueden coexistir varios dineros si cada uno cumple mucho mejor alguna función: un dinero (oro) con valor muy alto para atesorar y para grandes intercambios, y otro (plata) de menor valor para los intercambios menores; un dinero como unidad de cuenta (oro), y complementos o sustitutos para los intercambios.

La facilidad de producción, manipulación, almacenamiento y transporte de un bien dependen de la tecnología y los bienes de capital disponibles en una sociedad. Conforme los grupos humanos avanzaron en su desarrollo económico los bienes monetarios fueron cambiando, desde cosas recolectadas de la naturaleza (conchas de moluscos, semillas) hacia bienes producidos con cada vez mayor grado de procesamiento (sal, metales preciosos).

Las cosas más duraderas (por su estabilidad interna y su resistencia ante perturbaciones externas) y con mayor densidad de valor por unidad de masa y volumen son más fáciles de almacenar y transportar (pero la posibilidad de robo implica costes de protección). El buen dinero debe tener unidades homogéneas persistentes, reconocibles, difíciles de falsificar, de alto valor y de una calidad uniforme (es un bien fungible, sus unidades o cantidades de sustancia son indistinguibles), y debe ser fraccionable y sumable para adaptarse a los diferentes valores de los diversos intercambios (su valor debe ser aproximadamente proporcional a su cantidad o masa, y esta debe ser ajustable a discreción). Como el ajuste y pesado de cantidades es costoso e incómodo, resulta conveniente disponer de diversas unidades estandarizadas (de composición y masa conocidas), que se puedan combinar y contar con facilidad (cabezas de distintos tipos de ganado, bolsas de sal, monedas de metales preciosos).

Los sistemas orgánicos son seres vivos caracterizados por su dinámica autónoma de organización y reproducción: son relativamente poco persistentes, complejos, internamente no homogéneos (no divisibles sin perder su naturaleza), y requieren mantenimiento; parece difícil que puedan utilizarse como dinero, pero el alimento es una necesidad humana universal y durante mucho tiempo no hubo otras alternativas. Han sido dinero algunas semillas y ciertos animales.

Las plantas no se mueven por sí mismas y suelen estropearse rápidamente al ser arrancadas: pero algunas semillas son homogéneas y persistentes. Algunos animales domesticados (ganado) se transportan e incluso buscan alimento por sí mismos con poca atención humana, sus costes de transporte y mantenimiento son relativamente pequeños; su perdurabilidad es limitada pero se reproducen a sí mismos; además son bienes de capital que generan servicios (fuerza motriz) y producen bienes regularmente y no sólo al sacrificarlos (fertilizantes, combustibles, alimentos, abrigo); para su monetización es problemático que sus unidades no sean homogéneas (diferencias entre individuos) y que no sean divisibles sin pérdida de valor (un animal es una unidad compuesta por subsistemas interdependientes).

Las cosas inorgánicas suelen ser sustancias simples (o combinaciones homogéneas de sustancias simples), persistentes y divisibles sin perder su naturaleza. Pero los gases no son apropiables con facilidad; los líquidos son difíciles de manipular (el principal, el agua, es tan abundante que su poder adquisitivo es muy bajo); las piedras o la tierra son por lo general poco valiosas o no fungibles.

Las conchas de algunos moluscos son ornamentos valiosos y bastante uniformes en unidades naturales. La sal es muy útil para la conservación de la carne y su cantidad es ajustable con precisión; protegida de la humedad es persistente de forma indefinida, pero se consume al utilizarse.

Los metales preciosos oro y plata, manipulables mediante la metalurgia, son dineros muy buenos: muy valiosos (ornamento, símbolo de estatus), persistentes, simples, ajustables a discreción en unidades persistentes de calidad y cantidad estandarizada (monedas o lingotes). Otros metales como el cobre y el hierro son menos resistentes o valiosos; el platino es demasiado escaso. Las piedras preciosas no son por lo general buenos dineros: los diamantes no son fraccionables (su valor no depende de la cantidad de sustancia sino de su estructura, y crece más que proporcionalmente con su tamaño y pureza).

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