Endesa, la principal empresa eléctrica de las que en España proveen servicios, acaba de repartir un dividendo sin precedentes: la friolera de 6 euros por acción, para unas acciones cuyo valor en Bolsa está últimamente entre 15 y 20 euros. No está mal que te den, de golpe y porrazo, un tercio de tu inversión.
Esta actuación sería muy llamativa en cualquier contexto, pero lo es aún más en un momento de crisis y restricción de liquidez, en que la mayor parte de las empresas se quejan de que los bancos no les dan créditos y que ello les lleva a la ruina. Ahí es nada Endesa sacando de la caja 5.897 millones de euros contantes y sonantes para repartirlos entre sus accionistas.
Sin embargo, esta actuación aparentemente descabellada, encuentra una vez más fácil explicación en la teoría económica. En este caso, en la actuación de empresas en cuya estructura productiva predominan las inversiones hundidas ante una situación de control de precios.
La teoría de control de precios de Mises establece que si un Gobierno decide fijar el precio de un bien a un nivel distinto del correspondiente al libre mercado, solo podrá mantenerlo en ese nivel acudiendo a la planificación central.
El proceso por el que se pasa del control de precios a la planificación central tiene otras tres etapas: ventas forzadas, racionamiento y regulación de la producción y distribución. Si alguien está interesado en su detalle y aplicación a determinados casos de telecomunicación, puede seguir esta conferencia.
¿Qué es lo que ocurre? Cuando el Gobierno fija un precio por debajo del nivel del mercado, las empresas afectadas evitan vender. Entonces el Gobierno ve que su objetivo no se ha cumplido, ya que no ha conseguido que la gente pueda acceder a ese producto a un precio más barato, sino que les ha privado de poder comprarlo.
Incluso si venden, la demanda supera a la oferta, puesto que el precio está por debajo del precio de mercado, y se ha provocado un desequilibrio. Se producen desabastecimientos: no todo el mundo que quiere comprar al precio regulado puede hacerse con el bien.
Al mismo tiempo, los productores dejan de ser rentables, por lo que evitan invertir en estos activos que ya no les dan la rentabilidad del mercado. Según la estructura productiva de la industria, esto se manifiesta de diferentes formas. Por ejemplo, si se ha regulado el precio del pan, es posible que el fabricante siga comprando harina a precio de mercado, pero tal vez deje de invertir en el horno. Esto es así si puede seguir sacando más dinero de vender el pan del que le cuesta la harina, aunque renuncie a ahorrar para sustituir el horno cuando su vida útil se agote. Podrá suministrar pan (si el Gobierno mantiene su control de precios) mientras le dure el horno; pero cuando esté sea inutilizable, se acabó la producción. De esta forma, se está "consumiendo" el horno, ya que no se ahorra para su reposición.
En el caso de las eléctricas, la mayor parte de sus costes provienen de inversiones a largo plazo, como son los cableados hasta cada hogar o las grandes centrales de generación. Por otro lado, y como es sabido, el precio de la electricidad está en España regulado con carácter de precio máximo. Si dicho precio está por debajo del de mercado, cabe esperar que entre en juego la teoría de control de precios, de la misma forma que se ha descrito para el panadero.
¿Cómo se manifiesta aquí? Dado que la mayor parte de los costes ya se han desembolsado, lo que ocurre es que todos los ingresos que reciben las eléctricas son ya netos de los gastos que les supone su producción. Lo que harían si el negocio fuera rentable sería reinvertir una gran cantidad de estos ingresos en el mantenimiento y mejora de sus infraestructuras, para asegurar la provisión futura y, en esencia, la viabilidad de la empresa.
Pero, dado que la rentabilidad que están obteniendo está por debajo de la de mercado, se ven obligados a evitar esas inversiones. Sus accionistas prefieren invertir estos fondos en sectores más rentables. Como describe Reisman, recuperan sus ahorros en activos eléctricos por la vía del dividendo, que se puede interpretar como la liquidación paulatina de la inversión, como el "consumo" de las redes eléctricas y centrales generadoras.
Esto explica el espectacular dividendo repartido por Endesa. Y hay que entenderlo entonces como una espectacular liquidación de la capacidad de generación y suministro de esta empresa. Este consumo no es aparente en el corto plazo, pero se produce y tarde o temprano se manifestará en la forma tradicional de desabastecimientos.
Los gobiernos creen que se pueden regular los precios de determinadas industrias sin efectos aparentes en el mercado. Sus preferidas son, por las razones explicadas, aquellas cuya estructura de producción es similar a las de las eléctricas. Desgraciadamente para ellos y para nosotros, la teoría económica es testaruda y también se cumple en estas industrias. Los efectos de esos controles tardan en manifestarse, pero cuando lo hacen son mucho más difíciles de corregir. Claro que, para entonces, todos calvos, ¿verdad?
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!